Cicatrices del Ayer
Si tuviera el coraje de partir,
de cerrar la ventana para siempre,
no escuchar más el eco del ayer,
ni buscar en la sombra lo que siente.
Si pudiera dejar atrás el polvo
que el tiempo acumuló tras cada grieta,
no juntar las promesas ya olvidadas,
ni revivir la lluvia que se aleja.
Si supiera mirar los vacíos
sin temblar al notar su largo abrazo,
sin temer que el silencio se convierta
en un trueno que rompa cada lazo.
Si tuviera la fuerza de las alas
que no dudan al surcar el destino,
si el viento me llevara sin preguntas
hacia un mar sin memorias ni caminos.
Pero solo me quedan estas huellas:
las marcas que el dolor talló en mi pecho,
los nombres que la ausencia dibujó,
y el rumor de un amor que quedó lejos.
Guardo en palmas marchitas hojas muertas,
restos de un jardín que no floreció,
y en mis huesos resuenan las canciones
que una vez alguien triste me cantó.
No soy más que un espejo agrietado
que refleja verdades incompletas,
un reloj detenido en la esperanza
de volver a dar cuerda a la tormenta.
Tal vez un día encuentre la osadía
de soltar lo que el miedo me ata aún,
pero hoy solo respiro entre las ruinas
de un mañana que nunca llegó.
—Luis Barreda/LAB