Oreja y rabo al toreo
Del libro La herencia de Caín .
Están preparando el toro,
pa la lidia del domingo,
Pepe, Manolete y Toño
engalanarán el circo.
Se le quitó el alimento,
se le privó de la luz,
se le limaron los cuernos,
se le golpeó la testuz.
Está todo preparao,
aguarrás pa las pezuñas.
pa que se sienta azuzao,
pa que el dolor le dé furia.
Y pa que nada distinga
se le han untao los ojos,
con crema de vaselina
ya no es toro peligroso.
Le han puesto papel de diario
mojao, por los oídos,
pa que se sienta mareao,
pa que pierda el equilibrio.
Con los laxantes lo tienen
bastante debilitao
y como de sed se muere
bufa y parece entallao.
Al momento de salir
se le clava la divisa
pa quel dolor y el sufrir
lo hagan entrar más de prisa.
Hay aplausos en la plaza,
entra el torero a caballo;
dos jemes le hunde la lanza
le desgarra los costaos.
Siente profundo dolor,
ya comienza el paso doble,
aparece el mataor,
insensible, como un noble.
El toro con hemorragia
arremete ciegamente
y el torero se desplaza,
se oye el “olé” de la gente.
Ya vienen las banderillas,
con los arpones de acero,
deben ser unos artistas
pa clavárselas certeros.
Como en todas las torturas
la capa oculta la muerte,
el morbo de la incultura
huele la sangre caliente.
Olé ¡grita la barbarie
¡clava la espada torero¡que la mano no te falle,
tú eres uno de los nuestros.
¡Ensártale el corazón¡¡que espectáculo más bello¡orgullo de una nación;
¡Oreja y rabo al toreo¡
(2011)
Sobre la barbarie.
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