Cargando...

Hada

D’amour et de vie dans tes mains soyeuses

16 de diciembre,  noche de invierno, aquel día tuve por primera vez en mucho tiempo lo que los artistas llamarían “stendhalismo absoluto”.

Salgo a divertirme sin misión alguna, más que olvidarme de todo, divertirme del todo.

Paseo por la disco sin cruzar miradas o palabras, llego a la barra

Par de cervezas, una para mi, otra para él (la única razón para haber salido esa noche era mi hermano )

Giro mi espalda, y todo se borra a mi alrededor, la observo y me emociono como quien contempla la Monalisa en París o la noche estrellada en Nueva York.

¿Como te llamas? Usé todo el valor de mis ancestros para pedirle su nombre.

‘Carmil’, con esa voz que te hipnotizaria sin siquiera esforzarse.

Tomo su mano, danza sin cesar, me canta cada canción como si se las hubiera estudiado, y su ritmo con el mio empieza a sincronizar.

Cariño, siento al final una presencia absoluta al verme en sus ojos de miel, al tocar con mis manos sus caderas de seda, al volver a sentirme vivo cuando sonríe como quien carga perlas, al ser yo mismo sin caras y apreciar ese momento tan único! Aquel donde ella, con solo ser ella, hizo sin esfuerzo alguno y solo con magia, la noche brillar.

Recuerdo todavía, llevándola de la mano (o quizás ella a mi sin darme cuenta) por aquella discoteca, como dos niños que juegan, sin intenciones y expectativas, solo bailando al compás que el dj tocara.

La noche no termina, bailamos sin parar, siquiera los pies me dolían, me siento extasiado por aquella chica que pareciera conocer de mucho tiempo atrás o de otra vida, me acerco suave y su respiración siento, palpitos por segundo, su mirada me dice lo que con palabras calla, y como cazador a su presa, aquellos labios tan dulces como néctar, tocan los míos.

Mi mente y mi pecho explotan como colision de iones, o  un choque de mundos, quizás también una explosión de estrellas, la division de un atomo, mis pupilas se dilatan y mi única reacción es abrazarla fuerte, como si quisiera que aquel instante nunca se acabara.

Si, aquella noche en mil noches atrás, no sentía tanta pasión, síndrome de stendhal le llaman, como cuando algo te impacta o toca tu ser, pareciera una droga, y quizás, solo quizás, lo puede ser.

Otras obras de Luis Felipe ...



Top