ALOCUCIÓN DEL LAGO
En la niebla se quedan
flotando muchas cosas.
Observo un lago casi helado
y pienso en lo que fluye
ajeno a una corriente paralela.
Una canción de góspel de The Drifters
y esta incertidumbre
serena ante el destino. La escritura
es un modo de oír;
la misma levedad que envuelve lo que vemos
es la puerta que permite su azar.
Como punto de fuga,
como respuesta al fondo.
La belleza ingobernable de La Granja de San Ildefonso, sus jardines
con ecos y colores,
sus tejados de pizarra, sus buhardillas
afrancesadas
y ese silencio
dulce como un arándano en los labios
en una plácida mañana de diciembre.
Pasan los años y las nubes
y el único objetivo no es permanecer,
sino aprovechar el viaje.
Las cosas suceden porque están hechas de tiempo
y se pueden contar, escribir o fotografiar.
Los actos de habla, la raíz comunicante,
corroboran la conciencia de estar vivo.
La eternidad es fragmentaria
y por eso debería ser hermoso
ser mortal, o poner
paréntesis de vida en lo que late.
El barquero sabe por qué cruza el lago.
El remo es siempre una flor blanca
sobre el nunca,
el avance sin fin para nosotros.
