La poesía es la noche de los sueños
y el día que vivo como el respiro,
es donde muere el mundanal frío,
el Blues que salva a la ciudad del ruido;
es donde el poeta resuelve el teorema
de lo incomprendido
y muda lo establecido.
Infinita palabra que habita en seis letras,
pasadizo que atraviesa los muros del lenguaje:
el lenguaje racional,
y encuentra el escondite
de un objeto que no exhala nombre alguno.
Su voz es el perfume de lo que mora en el mundo
están impregnados los labios, los ojos, las sonrisas
los cabellos cenizos, los niños,
los verdes campos siderales;
puebla los mercados
se escuchan los susurros de sus pasos en las calles
duerme en lo inerte
y ausculta la belleza de lo que no existe.
Sus palabras se yerguen como un dardo
en nuestra mente,
cuando rasguñan la carne desollada
de nuestras lágrimas, soledades,
y de los aullidos nocturnos
que hacen eco en ese hoyo
de púas invisibles.