María Mateus

¿Vida?

Perdón por usar esto como epitafio

Puedo embriagar los días, con cerveza, música, sexo y risas, darle el devenir que quiera a los minutos y las horas, mirar al sol hasta que no me quede nada en las cuencas, puedo caminar bajo la lluvia y sobre el alma de esta ciudad, o cualquier otra,  ver los carros pasar hasta que sus luces traseras y delanteras me cieguen; y cobijarme luego con la soledad que trae la oscuridad del alguna sucia calle de Bogotá, puedo ver infinito y sentir mil pies y mil manos, puedo respirar los colores y después sumergirme en las drogas o en mi mente, puedo levantarme, bañarme, vestirme, desayunar, ir a trabajar, almorzar, trabajar, leer y dormir, nacer, crecer y luego morir, puedo vivir dos realidades: una la de los delirios y desvaríos que se me pasan entre los instantes y la otra la de la insulsa sociedad y decidir si distingo la una de la otra o no, puedo rasgarme las vestiduras y luego tejerme un lindo vestido, puedo ser mujer y ser hombre, ser bruja y ser animal, arrastrarme por los egos de los vivos y volar sobre las pasiones de los muertos, perturbarme entre los dislates y despropósitos de la tragicomedia que es esta existencia, sufrir todos los trastornos inventados por la soberbia del hombre y terminar con el suicidio, puedo ser ajena al frenesí de la sociedad corrupta e indecente y también ser impropia a mi propia putrefacción, puedo ser fanática de algunos labios y excitarme ante el olvido y puedo ser fría, impasible e imposible con quienes me rodean, puedo ser todo y nada, helada y caliente, soñadora y aburrida, fugas e intransigente, pero estoy acá, sentada, pensándome un mundo que es todo y es nada arrancándome pedacitos de piel y hueso, matando algunas neuronas, feneciendo...

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