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Cuento de princesas 21

Tiempo erótico

Hora entre horas, fijando firmemente las pupilas solo puedo ver el contorno de los árboles, entre las ramas se esconde el último brillo del sol, ayúdame a vivirlo, cierra los ojos, tranquiliza la respiración, trae con cada inhalación una fragancia a tierra húmeda, no hay nadie contigo, estás solo, conmigo… sígueme sin temor.
Caminamos descalzos sobre un colchón de hojas muertas y vástagos de vida ante los pies, es lo único que tu tacto puede sentir hasta ahora, mantén la calma, se escucha como huye el agua por las piedras y lleva las preocupaciones que puedas tener. Lo invito al viento, somos tres, te despeina y envuelve efímeramente, siéntelo, te enfría la piel, pero te hierve la sangre.
Con los ojos vendados avanzas, te tomo la mano, no lo habías notado hasta ahora, pero he caminado completamente desnuda a tu lado. Un desfile delicado hay por tus dedos, es mi lengua que se desliza despacio, dejando un rastro de saliva que va a morir a las alturas de mis pezones, donde se suicida tu razón.
Me acerco a tu cuerpo, puedo sentirte excitado, noto como tu respiración se escapa de control y empaña mis oídos, te ayudo a desvestir, tus pies sienten ahora el agua fría de aquel río, contagiándote los deseos de recorrer mi piel. Lo haces entre placer y miedo, placer por lo que puedes imaginar, miedo por lo que no puedes ver.
He subido a tu cuerpo, aquí me encuentras danzando sobre él, imitando el baile de las pequeñas olas. Haciendo que con cada cercanía roce mi pecho con el tuyo, lentos pero intensos movimientos nos hacen delirar, no sabemos cuánto más podremos aguantar, el éxtasis del momento no nos permite parar, me aferro a tu espalda, y tus manos en mi cadera marcan el ritmo que quieres llevar.
No lo puedo soportar, notas como un orgasmo intenso se abalanza sobre mí, humedeciendo intensamente mi sexo, y robándole al silencio un gemido afrodisíaco. Sigues manejando mis caderas, porque mi cuerpo no tiene control, notas como el calor te sube por la piel, notas perfectamente  como recorre cada centímetro de tu pelvis, y se aloja en tu sexo, tratas de retenerlo, no lo puedes lograr  y se diluye en las intranquilas aguas el resumen de aquella hora entre horas.
M. FOOS

"No existen libros morales o inmorales, los libros están bien o mal escritos. Eso es todo" / "La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella"/ " Los libros que el mundo llama inmorales, son libros que muestran al mundo su verdadera vergüenza" OSCAR WILDE

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