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Nueva presencia

Venías de tan lejos como de algún recuerdo.
 
Nada dijiste. Nada. Me miraste los ojos.
Y algo en mí, sin olvido, te fue reconociendo.
 
Desde una azul distancia me caminó las venas
una antigua memoria de palabras y besos,
 
y del fondo de un vago país entre la niebla
retornaron canciones oídas en el sueño.
 
Mi corazón, temblando, te llamó por tu nombre.
Tú dijiste mi nombre... Y se detuvo el tiempo.
 
La tarde reclinaba su frente pensativa
en las trémulas manos de los lirios abiertos,
 
y a través de las nubes los pájaros errantes
abrían sobre el campo la página del vuelo.
 
Con los hombros cargados de frutas y palomas
interminablemente pasaba el mismo viento,
 
y en el instante claro de los bronces mi alma,
llena de ángelus, era como un sitio del cielo.
 
Una vez, antes, antes, yo te había perdido.
En la noche de estrellas, o en el alba de un verso.
 
Una vez. No sé dónde... Y el amor fue, tan sólo,
encontrarte de nuevo.

#EscritoresColombianos (1951) Secreta isla

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