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Teresa: 20

Con tus dedos ahuesados
me persignaste en la frente
para ahuyentarme cuidados
que me nublaban la frente.
Hoy cuando la frente inclino
sobre tu tierra, Teresa,
siento la cruz del destino
cómo me llama a tu huesa.
La cruz que tú me grabaste
en aquel día encubierto
en que por triste contraste
a la verdad nací muerto.
Cuando lo que hoy es pasado
vi con la luz del futuro,
cuando el deseo acabado
mi amor al fin se hizo puro.
Y al pie de la cruz estaba
la Virgen de los Dolores,
que entre sus brazos cunaba
a su Hijo, el Amor en flores.
Virgen, Amor, Muerte y Vida,
todo formaba una rosa,
formó la rosa florida
que sobre aquella cruz posa.

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