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Teresa: 42

Esa charca en que te viste la última
       vez que salimos al campo,
está ya seca, Seco y sin yerba
       está su lecho agrietado.
Se ha sorbido la tierra tu espejo;
       se ha sorbido tu retrato:
seca y agrietada mi memoria,
       voy como anonadado.
No me acuerdo de ti porque llevo
       tu tesoro tan guardado
que le tengo perdido en el fondo
       de mi pecho lacerado.
       Te llevaste con mis aguas vivas
       mi memoria; el relicario;
y de mi corazón con las telas
       te llevaste tu retrato.
O ¿es esto el reflujo de las olas
       de mi mar alborotado
que me dejan seco en la playa
       cual si fuera un campo santo?
Se me ha secado la imagen viva,
       mi Teresa, de tu encanto,
pero escalda su sol las entrañas
       de mi pecho lastimado.

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