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Teresa: 56

A la puesta, del sol vi la corona
de siemprevivas que colgué con manos
temblorosas del leño que eslabona
tu tierra con tu cielo como hermanas.
Era como un estrobo en su tolete;
la tierra sobre el cielo una barquilla,,
en espéra del remo que arremete
a las aguas que duermen en la orilla,
Y sentí en mis entrañas tu llamada.
«Canta al Amor, razón del Universo;
canta al Amor, que lo demás es nada,
y dame vida eterna con tu verso.»
¡Hacer surcar al mundo la infinita
sábana del amor que se despliega
entre dos cielos, tras la última cita
del reposo final que nunca llega!
¡Al compás de los remos sobre el agua,
cantar el evangelio claro y fuerte
de) Amor, y cantando así la fragua
de la vida, cantando ir a la muerte!

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