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Teresa: 30

AI despedimos me dijiste: «Dame
ya el último... no el último... el primero...»;
nos le dimos y luego la agonía
             de los tres días negros.
Siempre es el último el primero; acaso
es el primero el último; muriendo
en cada beso nuestro amor vivía,
             nacía en cada beso.
Siempre es el último el primero, ¿sabes?
pues querer es nacer, es nacimiento;
para el amor, mi vida, no hay pasado
             porque es siempre un estreno.
Todo era nuevo bajo el sol, Teresa
para nosotros cada día, y nuevo
cada día el amor que nos quitaba
             la tortura del tiempo.
El primero es el último... La Muerte
suyos nos hizo con aquel primero,
que ni Muerte ni Amor son temporales;
             cosas son de lo eterno.

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