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Anacreónticas IV

¿Verdad, querida Nise?

¿Verdad, querida Nise,
que te agradan mis versos,
tanto porque son míos,
como porque son bellos?
Tan urbana lisonja
en el alma agradezco,
que en tus preciosos labios
vale mucho un requiebro.
Pero si, por fortuna,
te han parecido buenos,
cómpramelos, bien mío,
que no es muy alto el precio:
una tierna caricia
vale cada soneto;
una endecha, un abrazo;
cada canción, un beso.
Y verás como entonces
arrebatado mi estro
produce en abundancia
delicados conceptos:
que el premio fertiliza
los áridos talentos,
y las musas acuden
al olor del incienso.
Preferido o celebrado por...
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