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Yaravíes VII

¡Hado fatal!...

¡Hado fatal!...
¿Qué importa que yo me ausente,
y en soledades me esconda
con triste afán,
si las penas y martirios
mis pisadas presurosas
siguiendo van?
 
La enfermedad,
aunque el mísero doliente
mude mil veces de lecho,
con él se va;
y a todas partes le sigue
atormentándole siempre
con impiedad.
 
Con gran crueldad
la memoria me renueva
las heridas que en el pecho
frescas están,
y ni la ausencia ni el tiempo
sus hórridas cicatrices
las borrarán.
 
¡Ay!... ¡Que he de estar
padeciendo sin consuelo,
sin esperanza ni alivio,
tan fiero mal;
y sin que puedan mis ayes
la dureza de mi dueño
cruel, ablandar!
Preferido o celebrado por...
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