31 de agosto de 2023
El adiós definitivo no es para el amor, tampoco del olvido, le pertenece al tiempo.
Casi se me acaba el tiempo para escribir estas frases, hoy no son grises, esta vez no son tristes.
Son las 23:31 justo ahora, es el día 31, y de números es todo lo que he podido rescatar...
Porque dejé de contar (no porque quisiera), dejé de contar las letras que hay en mis frases, dejé de contar cuántos poemas escribí, dejé de contar las veces que prisionero me sentí.
Y aquí me encuentro, contento de haber contado algunas de las cosas que viví, de las cosas que me hacen ser yo, imperfectas y crueles a veces, en definitiva, soy yo.
Agosto se va, pero conmigo se queda aquello que me hizo sentir, aquello que me hizo soñar, lo que callé y lo que no lloré, aquello que me hizo vivir.
Una de las despedidas más importantes e irónicamente a la que menos presto atención es el tiempo que pasa.
Porque nunca volveré a cumplir 23, nunca volveré a ser el que ayer fuí y nunca sabré con exactitud quien seré, pero agradezco y me enorgullezco de lo que soy.
Esto es una carta para decir “adiós” y “gracias” a aquéllas noches, libros, cervezas, risas y momentos que sin duda me hicieron ser lo que hasta hoy 31 soy.
El tiempo se va, nuevamente entre mis manos, pero hoy no me resbala, hoy me acaricia.
Hoy no es solo una noche, hoy es una «noche de debut y despedida», y yo solo puedo decir “salud”.
No escribo para rimar, escribo para hacerme sentir, y para sentir lo que hago, escribo por mí
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