Me quedé esperándote no sé cuántas noches, mientras tu reías pasando las lunas. Te esperé sentada
Si supiera lo que sientes o supiera lo que escribes, si conociera quien es aquella por quien tú vives podría escuchar canciones
Tengo la extraña habilidad de equivocarme en lo simple, de enamorarme de los errores, de tropezarme todos los días con la misma piedra de ayer.
A ti, que sin pretender cambiarme transformaste mi vida y me amaste aun cuando ni siquiera yo misma podía soportarme.
Tus ojos son un firmamento poblado de estrellas, un telón de teatro que oculta la gran obra, un repelente de depresiones,
Llueve a cántaros pero no puedo escampar ni usar un paraguas para el aguacero de mi corazón.
A ti se te hizo difícil amar, a mí me costó olvidar, pero al final tu muerte es cuestión de esperar.
A veces, en las noches, tengo sed, como muchos de los mortales. A veces, en la madrugada, tengo frío, como miles
Yo quisiera que vieras en mí más que una amistad, más que una tragedia, porque sé
Aunque ya nos separaba un universo de edificios, de personas y problemas, la verdadera distancia la marcó tu indiferencia.
Ahora no vive solo deja que pasen los días, que el dolor la consuma —porque no puede detenerlo—. Cada día se muere
Porque cuando no te busco Te encuentro Y cuando no pretendo encontrarte Te veo. Porque jugar a las escondidas
A partir de hoy, las rosas que se dan en fechas especiales pueden ser para mí tanto memoria
Y es que ninguna obra de arte se compara con tus ojos, así como ningún asesino se compara a ti. Estoy muerta
Y es que, para serte sincera, nunca he dejado de amarte, simplemente dejé de necesitarte (pero me muero por verte).