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José Cadalso

José Cadalso y Vázquez de Andrade (Cádiz, 8 de octubre de 1741 – San Roque (Cádiz), 26 de febrero de 1782) fue un literato y militar español. La vida de José Cadalso se conoce no ya únicamente a través de documentos y testimonios de sus contemporáneos, sino, de un modo más valioso, por la visión que él mismo nos ofrece en su Memoria de los acontecimientos más particulares de mi vida y de las cartas conservadas (1773–1780). José Cadalso y Vázquez nació en Cádiz, el 8 de octubre de 1741. La familia, sin embargo, procedía por línea paterna del señorío de Vizcaya. La madre murió a consecuencia del parto, y el padre, ausente por negocios en América, iba a tardar casi trece años en conocer al niño. Tuvo que encargarse de su educación un tío jesuita, el padre Mateo Vázquez. Él fue quien envió al futuro escritor a estudiar a Francia. Vuelto el padre de Indias, desembarcó en España y se dirigió a París a conocer a su hijo. Y ansioso siempre de nuevos ambientes, se fue después a Inglaterra, donde tanto se entusiasmó, que llamó con él a Londres al educando. También viajaría por Italia y Alemania, cuyos idiomas, igual que el latín y el inglés, dominaba. Tras otro año de estancia en París, pasando por Holanda, regresó por fin a España el cosmopolita muchacho, recibiendo una impresión muy negativa de un país que no había apenas conocido en contraste con su experiencia europea; ello marcará fuertemente la índole de sus posteriores Cartas marruecas. Ingresó entonces por orden de su padre y con dieciséis años en el Seminario de Nobles de Madrid, según cuenta, «con todo el desenfreno de un francés y toda la aspereza de un inglés», ya que su padre quería corregir en él las costumbres y la religión, y prepararle para un empleo de covachuelista, que detestaba; a ese fin fingió sentir inclinación por ser jesuita, sabedor de que su padre detestaba a los de la Compañía, y le sacó de allí; intentó persuadirle entonces de que lo que le gustaba era la carrera militar, lo que tampoco placía a su padre; se valió de estos tormentos para que su padre le devolviera a Europa y, entre los dieciocho y los veinte años vivió de nuevo en París y Londres, hasta que le llegó la noticia de la muerte de su padre en Copenhague (1761). Tuvo entonces que regresar a España para arreglar el papeleo de su herencia, lo que hizo de forma tan apresurada que años después se encontró sin ningún patrimonio familiar; y se alistó en el regimiento de caballería de Borbón en 1762, participando en la campaña de Portugal, donde tuvo un violento duelo a espada con su antiguo condiscípulo el Marqués de Tabuérniga, con el que se había emborrachado, que terminó tan súbitamente como se había producido. Encontrándose en Madrid en marzo de 1766, sigue con interés el motín de Esquilache, salvando con su intervención la vida del Conde de O’Reilly; «aquel día conocí el verdadero carácter del pueblo», escribió en su Autobiografía. En ese mismo año obtuvo el hábito de Santiago. Trasladado su regimiento a Madrid, Cadalso se enamora sucesivamente de la hija del consejero Codallos, con la que estuvo a punto de casarse, y de la frívola Marquesa de Escalona y, con la venta a él de un caballo que le gustaba, tiene ocasión de introducirse con el entonces todopoderoso Conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla, al que le entrega un manuscrito de una novela, de carácter utópico por lo que indica el título: Observaciones de un oficial holandés en el recién descubierto reino de Feliztá. Con gran escándalo de la nobleza y de encopetadas damas de la corte, circuló por Madrid un libelo titulado Calendario manual y guía de forasteros en Chipre (1768), parodia de la Guía común de forasteros, donde se hacía una descripción de las costumbres amorosas típicas de la sociedad dieciochesca. El público, confiesa el mismo Cadalso, «me hizo el honor de atribuírmelo, diciendo que era muy chistoso». Como consecuencia de ello, tuvo que salir desterrado de Madrid a Zaragoza. El escritor militar permaneció en Zaragoza hasta 1770. Y fue allí donde empezó a dedicarse más intensamente a la poesía. Pasados los seis meses del destierro, regresa Cadalso a Madrid, donde permanece entre 1770 y 1772. A esta etapa pertenece uno de los episodios más significativos de la vida del escritor. Se trata de sus amores con una de las más notables actrices de la época, María Ignacia Ibáñez, que han dado lugar a toda una leyenda de marcado sabor romántico. Lo indiscutiblemente cierto es la sinceridad de ese amor y su breve duración, por la muerte inesperada de María Ignacia, de tifus, a los veinticinco años, el 22 de abril de 1771. La leyenda cuenta que Cadalso, desesperado ante tan repentina muerte, intento desenterrar a su amada para darle el último adiós. Inmediatamente escribió Noches lúgubres, obra que describe este suceso. Posteriormente también escribirá poemas en los que la actriz aparece con el nombre de Filis. Sufrió una tremenda depresión pero sin duda le sirvieron, si no de consuelo, de distracción, sus contactos con los salones y los círculos literarios madrileños, sobre todo con la famosa tertulia de la Fonda de San Sebastián, de la que eran asiduos sus amigos Nicolás Fernández de Moratín y Tomás de Iriarte. Cadalso dio término a las Cartas marruecas durante su breve estancia en Salamanca (1773–1774). Fue un corto periodo, pero suficiente para que se formara en torno a él un círculo de amistad y de convivencia literaria. Allí, además de su afectuosa relación con fray Diego González, y con Juan Pablo Forner, a quien inclinó definitivamente hacia la literatura, estrechó gran amistad con León de Arroyal y sobre todo con dos jóvenes poetas, el salmantino José Iglesias de la Casa y el extremeño, estudiante en la Universidad de Salamanca, Juan Meléndez Valdés. Sobre ellos ejerció una sugestiva influencia humana y literaria, que ambos proclamaron ostentosamente» (CADALSO [1997: 20]). En 1777 fue ascendido a comandante de escuadrón. Dos años más tarde participó en el asedio de Gibraltar (que duraría hasta 1783) y fue ascendido a coronel en 1781. Sin embargo José Cadalso murió, el 27 de febrero de 1782, tras recibir el impacto en la sien de un casco de metralla o granada. Tenía sólo cuarenta años y apenas hacía un mes que le había sido conferido el grado de coronel. Su tumba se encuentra en la Iglesia Parroquial Santa María La Coronada en la Ciudad de San Roque, donde reside la de Gibraltar. Desde entonces se fraguó su leyenda de enamorado, cuya más acabada expresión es el drama romántico de Patricio de la Escosura Las noches lúgubres, protagonizado por el poeta gaditano y cuyo manuscrito dejó inédito el autor en manos de Echegaray y se conserva en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Obras poéticas El conjunto de las composiciones líricas que escribió durante su destierro aragonés forman el libro Ocios de mi juventud. Son poesías que pertenecen a los distintos géneros típicos del momento: anacreónticas, pastoriles, amatorias, filosóficas y satíricas. Los modelos abarcan desde Anacreonte y Ovidio hasta Tasso y Garcilaso. Los Ocios se editaron también en 1781, 1782 y 1786. Aparecieron nuevos poemas de Cadalso en años sucesivos. Obras dramáticas Perdida La Numantina o Numancia, solo nos restan: * Solaya o los circasianos fue presentada a la censura en noviembre de 1770; no obtuvo, sin embargo, la necesaria aprobación. La tragedia se sitúa en un escenario exótico, Circasia, región de la Rusia meridional, y se atiene a las reglas neoclásicas para la tragedia. El príncipe tártaro Selín, que ha llegado a Circasia para cobrar un tributo de doncellas, se enamora de Solaya, perteneciente a una de las familias principales. * Don Sancho García (1771) fue estrenada privadamente en el palacio del conde de Aranda en 1771. Responde formalmente al tipo de tragedia neoclásica, en cinco actos, sometida a las tres unidades y en endecasílabos pareados. Por complacer a su amante Almanzor, rey moro de Córdoba, la condesa viuda de Castilla, doña Ava, papel que representó María Ignacia, intenta envenenar a su hijo Sancho García; pero al final es la condesa quien bebe el veneno preparado para su hijo. Obras en prosa Es muy probable que la primera obra escrita por Cadalso sea Defensa de la nación española contra la carta persiana LXXVIII de Montesquieu (hacia 1768). A los años comprendidos entre 1771–1774 corresponde su más efectiva actividad literaria. Los eruditos a la violeta (1772) es una sátira breve y ligera contra un tipo de educación entonces frecuente: la erudición meramente superficial. El contenido y estructura quedan claramente reflejados en el subtítulo puesto por su propio autor: «Curso completo de todas las ciencias, dividido en siete lecciones, para los siete días de la semana, publicado en obsequio de los que pretenden saber mucho estudiando poco». El título alude a uno de los perfumes, el de la violeta, preferidos por los jóvenes a la moda. La obra tuvo un éxito inmediato y el título acabó proverbializándose. El Suplemento (1772) consiste en una serie de traducciones poéticas con comentarios, destinadas a ilustrar las lecciones del martes; cinco cartas de ex-alumnos del curso; y una breve noticia sobre los orígenes y la composición de la obra. El buen militar a la violeta es una continuación póstuma, aplicada especialmente a la profesión militar. De manera póstuma fueron publicados sus dos textos más conocidos: Noches lúgubres, aparecidas en El Correo de Madrid entre 1789 y 1790, y las Cartas marruecas, que vieron la luz por vez primera, en entregas y en el mismo diario, a lo largo del año 1789. En éste, tomando como pretexto un viaje por España del árabe Gazel, hace una crítica de las costumbres y defectos nacionales (a la vez que defiende el sentido reformador del despotismo ilustrado). El modelo que sigue es el de las Cartas Persas (1721) del barón de Montesquieu. Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/José_Cadalso

Dino Campana

Dino Carlo Giuseppe Campana (Marradi, 20 agosto 1885 – Scandicci, 1º marzo 1932) è stato un poeta italiano. Biografia Dino Campana nacque a Marradi, un piccolo paese tosco-romagnolo sito nella provincia di Firenze, il 20 agosto del 1885, figlio di Giovanni Campana, insegnante di scuola elementare, poi direttore didattico, descritto come un uomo per bene ma di carattere debole e remissivo, e di Francesca Luti, detta Fanny, una donna severa e compulsiva, affetta da mania deambulatoria e fervente credente cattolica. La madre era attaccata in modo morboso al figlio Manlio, più giovane di due anni di Dino. Trascorre l’infanzia in modo apparentemente sereno nel paese natìo, ma intorno all’età dei quindici anni gli vengono diagnosticati i primi disturbi nervosi, che – nonostante tutto – non gli impediranno comunque di frequentare i vari cicli di scuola. Frequenta le elementari a Marradi, poi frequenta la terza, quarta e quinta ginnasio presso il collegio dei Salesiani di Faenza. Intraprende gli studi liceali dapprima presso il Liceo Torricelli della stessa città, ed in seguito a Carmagnola (in provincia di Torino), presso il regio liceo Baldessano, dove consegue la maturità nel luglio del 1903. Quando rientra a Marradi, le crisi nervose si acutizzano, come pure i frequenti sbalzi di umore, sintomi dei difficili rapporti con la famiglia (soprattutto con la madre) ed il paese natío. Per ovviare alla monotonia delle serate marradesi, specie nella stagione invernale, Dino era solito recarsi a Gerbarola, una località poco distante dal borgo, dove con gli abitanti del luogo trascorreva qualche ora mangiando le caldarroste (la castagna è infatti il frutto tipico di Marradi), comunemente appellate con il nome di bruciati. Questo tipo di svago sembrava avere effetti positivi sui suoi disturbi psichici. Dopo il conseguimento del diploma di maturità, Dino, all’età di diciotto anni, si iscrive, nell’autunno del 1903, presso l’Università di Bologna, al corso di laurea in Chimica pura, e nel gennaio dell’anno successivo entra far parte della scuola per gli ufficiali di complemento di Ravenna. Non riesce, però a superare l’esame per diventare sergente, e viene quindi prosciolto dal servizio ed in seguito congedato. Nel 1905 passa alla Facoltà di Chimica farmaceutica presso l’Università di Firenze, ma dopo pochi mesi il suo trasferimento in Toscana, Campana decide di trasferirsi nuovamente a Bologna. Il poeta espresse il suo “male oscuro” con un irrefrenabile bisogno di fuggire e dedicarsi ad una vita errabonda: la prima reazione della famiglia, del paese e successivamente anche dell’autorità pubblica, fu quella di considerare le stranezze di Campana come segni lampanti della sua pazzia. Ad ogni sua fuga, che si realizzava con viaggi in paesi stranieri, dove si dedicava ai mestieri più disparati per sostentarsi, seguiva, da parte della polizia (in conformità con il sistema psichiatrico del tempo, così come per le incertezze dei familiari) il ricovero in manicomio. Inoltre, veniva visto con sospetto per i tratti somatici che venivano giudicati “germanici” e per l’impeto con cui discuteva di poesia e filosofia. Internato per la prima volta nel manicomio di Imola (in provincia di Bologna), nel settembre del 1905, ne tenta una fuga già tra il maggio ed il luglio del 1906, per raggiungere la Svizzera e da lì la Francia. Verrà arrestato a Bardonecchia (in provincia di Torino) e di nuovo ricoverato ad Imola. Ne uscirà nel 1907, per l’interessamento della famiglia a cui viene affidato. Risale intorno al 1907 un suo viaggio in Argentina, presso una famiglia di lontani parenti emigrati, caldeggiato dagli stessi genitori per liberarlo dal tanto odiato paese natìo, e probabilmente perché il conflitto con la madre si era fatto ormai insanabile. Con molta certezza, Dino Campana accetta di partire per lasciarsi soprattutto alle spalle l’esperienza del manicomio, e perché si sentiva attratto per la nuova meta. Il viaggio in Sudamerica rappresenta comunque un punto particolarmente oscuro della biografia del poeta marradese: se alcuni infatti arrivarono a chiamarlo come “il poeta dei due mondi”, c’è anche chi, come per esempio Ungaretti, sostiene invece che in Argentina Campana non ci andò neppure. Regna una certa confusione anche sulle varie versioni intorno alla datazione e alle modalità del viaggio e sul tragitto del ritorno. Tra le varie ipotesi, quella più accreditata vede la sua partenza nell’autunno del 1907 da Genova, ed abbia vagabondato per l’Argentina fino alla primavera del 1909, quando ricompare a Marradi, dove viene arrestato. Dopo un breve internamento al San Salvi di Firenze, riparte per un viaggio in Belgio, ma viene nuovamente arrestato a Bruxelles, venendo quindi internato presso la maison de santé di Tournay all’inizio del 1910. A questo punto, si rivolge in cerca di aiuto alla famiglia e viene rimandato in Italia, a Marradi: vive un periodo più tranquillo; tra il 1912 ed il 1913, infatti, si immatricola per la seconda volta presso l’ateneo bolognese, ma soltanto dopo due mesi, chiede il trasferimento per Genova. Durante il soggiorno universitario nel capoluogo emiliano ha però modo di frequentare i gruppi di goliardi, con i quali riesce a stringere dei solidi rapporti d’amicizia, e degli appassionati di letteratura della sua età. Proprio sui fogli pubblicati dai goliardi bolognesi, infatti, escono le sue prime prove poetiche, alcune delle quali verranno in seguito incluse nell’opera maggiore di Campana, i Canti Orfici. I Canti Orfici Nel 1913 Campana si reca a Firenze, presentandosi alla redazione della rivista Lacerba di Giovanni Papini e Ardengo Soffici, suo lontano parente, a cui consegna il suo manoscritto dal titolo Il più lungo giorno. Non viene però preso in considerazione ed il manoscritto va ben presto perduto (sarà ritrovato solamente sessant’anni dopo, nel 1971, dopo la morte di Soffici, tra le sue carte nella casa di Poggio a Caiano, probabilmente nello stesso posto in cui era stato riposto e subito dimenticato).Dopo qualche mese di attesa irrisposta, Campana scende da Marradi a Firenze per riprendersi il manoscritto. Papini non lo possiede più e lo indirizza da Soffici, che però sostiene di non esserne mai entrato in possesso. Il giovane, la cui mente è già labile, si arrabbia e si dispera, poiché aveva consegnato, ingenuamente, l’unica copia esistente dell’opera. Scrive ed implora insistentemente senza altro risultato che il disprezzo e l’indifferenza di tutto l’ambiente culturale che gravita intorno alle “Giubbe Rosse”. Infine, esasperato, minaccia di venire con il coltello per farsi giustizia dell’"infame" Soffici e dei suoi soci, che definisce “sciacalli”. A proposito del dissidio tra Campana e l’ambiente letterario fiorentino si leggano le parole che Campana scrisse a Papini in una lettera del maggio del 1913: "(...) E se di arte non capite più niente cavatevi da quel focolaio di càncheri che è Firenze e venite qua a Genova: e se siete un uomo d’azione la vita ve lo dirà e se siete artista il mare ve lo dirà. Ma se voi avete un qualsiasi bisogno di creazione non sentite che monta attorno a voi l’energia primordiale di cui inossare i vostri fantasmi? Accademia della Crusca. Accademia dei Lincei. Accademia del mantellaccio: sì, voi siete l’accademia del Mantellaccio; con questo nome ora vi dico in confidenza, io vi chiamo se non rispettate di più l’arte. Mandate via quella redazione che a me sembrano tutti cialtroni. Essi sono ignari del «numero che governa i bei pensieri». La vostra speranza sia fondare l’alta coltura italiana. Fondarla sul violento groviglio delle forze nelle città elettriche sul groviglio delle selvagge anime del popolo, del vero popolo, non di una massa di lecchini, finocchi, camerieri, cantastorie, saltimbanchi, giornalisti e filosofi come siete a Firenze. Sapete, essendo voi filosofo sono in diritto di dire tutto: del resto vi sarete accorto che sono un’intelligenza superiore alla media. Per finire, il vostro giornale è monotono, molto monotono: l’immancabile Palazzeschi, il fatale Soffici: come novità: Le cose che fanno la Primavera. In verità vi dico tutte queste cose non fanno la Primavera ma l’inverno. Ma scrivete un po’ a Marinetti che è un ingegno superiore, scrivetegli che vi mandi qualche cosa di buono: e finitela colla critica” Nell’inverno del 1914, persa ormai ogni speranza di recuperare il manoscritto, Campana decide di riscrivere tutto affidandosi alla memoria e alle sue sparse bozze; in pochi mesi, lavorando anche di notte ed a costo di un enorme sforzo mentale, riesce a riscrivere il libro, con numerose modifiche ed aggiunte. Nella primavera dello stesso anno, Campana riesce finalmente a pubblicare, a proprie spese, la raccolta con il nuovo titolo, appunto, di Canti Orfici, in riferimento alla figura mitologica di Orfeo, il primo dei “poeti-musicisti”. Nel 1915 una recensione ai Canti da parte di Renato Fondi, sul Fanfulla della domenica, gli restituisce "il senso della realtà": trascorre quindi l’anno viaggiando senza una meta fissa tra Torino, Domodossola, ancora Firenze. Scoppia la Grande Guerra: Campana viene esonerato dal servizio militare, ufficialmente per problemi di salute fisica, in realtà perché segnalato ormai come malato psichiatrico grave. Nel 1916 ricerca inutilmente un impiego. Scrive a Emilio Cecchi (che sarà, insieme a Giovanni Boine —che comprese da subito l’importanza di Campana, recensendo i Canti Orfici nel 1914 su Plausi e Botte– e a Giuseppe De Robertis, uno dei suoi pochi estimatori) ed inizia con lo scrittore una breve corrispondenza. A Livorno si scontra con il giornalista Athos Gastone Banti, che scrive su di lui un articolo denigratorio sul quotidiano Il Telegrafo: si arriva quasi al duello.Nello stesso anno conosce la scrittrice Sibilla Aleramo, autrice del romanzo Una donna, con la quale instaura un’intensa quanto tumultuosa relazione, che si interromperà all’inizio del 1917, a seguito di un breve incontro nel Natale del 1916, a Marradi. Esistono testimonianze della relazione avvenuta tra Dino e Sibilla nel carteggio pubblicato da Feltrinelli nel 2000: Un viaggio chiamato amore– Lettere 1916-1918. Il carteggio ha inizio con una lettera della Aleramo, datata 10 giugno 1916, nella quale l’autrice esprime la sua ammirazione per i Canti Orfici, dichiarando di esserne stata “incantata e abbagliata insieme”. Sibilla era allora in vacanza nella Villa La Topaia a Borgo San Lorenzo, mentre Campana era in una stazione climatica presso Firenzuola per rimettersi in salute dopo essere stato colpito da una leggera paresi al lato destro del corpo. Ultimi anni e morte Nel 1918, Campana viene internato presso l’ospedale psichiatrico di Villa di Castelpulci, nei pressi di Scandicci (in provincia di Firenze). Lo psichiatra Carlo Pariani lo va a trovare per intervistarlo e conferma l’inappellabile diagnosi: ebefrenia, una forma estremamente grave ed incurabile di psicosi schizofrenica; tuttavia il poeta sembra essere a suo agio nel manicomio, vivendo una vita tranquilla e, finalmente, sedentaria.Dino Campana muore in ospedale, sembra per una forma di setticemia, causata dal ferimento con un filo spinato nella zona dello scroto, durante un tentativo di fuga, il 1º marzo del 1932. Il 2 marzo, la salma di Campana viene inumata nel cimitero di San Colombano, a Badia a Settimo, nel territorio di Scandicci, ma nel 1942, su diretto interessamento di Piero Bargellini, viene data alle spoglie del poeta una sepoltura più dignitosa e la salma trova riposo nella cappella sottostante il campanile della chiesa di San Salvatore. Durante la seconda guerra mondiale, il 4 agosto del 1944, i tedeschi, in ritirata, fanno saltare con una carica esplosiva il campanile, distruggendo nel contempo anche la cappella. Nel 1946 le ossa del poeta, in seguito ad una cerimonia alla quale partecipano numerosi intellettuali dell’epoca, tra i quali Eugenio Montale, Alfonso Gatto, Carlo Bo, Ottone Rosai, Pratolini ed altri, vengono collocate all’interno della chiesa di San Salvatore a Badia a Settimo, raggiungendo così la loro dimora attuale. La poetica La poesia di Campana è una poesia nuova nella quale si amalgamano i suoni, i colori e la musica in potenti bagliori. Il verso è indefinito, l’articolazione espressiva in un certo senso monotona ma nel contempo ricca di immagini molto forti di annientamento e purezza. Il titolo allude agli inni orfici, genere letterario attestato nell’antica Grecia tra il II e il III secolo d.C. e caratterizzato da una diversa teogonia rispetto a quella classica. Inoltre le preghiere agli dei (in particolare al dio Protogono) sono caratterizzate dagli scongiuri dal male e dalle sciagure. I temi fondamentali Uno dei temi maggiori di Campana, che si trova già all’inizio dei “Canti Orfici” nelle prime parti in prosa– La notte e Il viaggio e il ritorno– è quello dell’oscurità tra il sogno e la veglia. Gli aggettivi e gli avverbi ritornano con una ripetitiva insistenza come di chi detta durante un sogno, sogno però interrotto da forti trasalimenti (si veda la poesia “l’invetriata”, mirabile spleen baudelairiano). Nella seconda parte– nel notturno di “Genova”, ritornano tutti i miti fondamentali che saranno del Campana successivo: le città portuali, la matrona barbarica, le enormi prostitute, le pianure ventose, la schiava adolescente. Già nella prosa si nota l’uso dell’iterazione, l’uso drammatico dei superlativi, l’effetto d’eco nelle preposizioni, il ricorrere alle parole chiave che creano una forte scenografia. Del Serra ha esaminato le figure ricorrenti in Campana: anastrofi, adnominationes, tmesi anacolutiche e chiasmiche, catacresi, anastrofe con aprosdoketon. L’interpretazione della poesia Nel quindicennio che va dalla sua morte alla fine della seconda guerra mondiale (1932-1945) ed anche in seguito, nel periodo dell’espressionismo e del futurismo, l’interpretazione della poesia di Campana si focalizza sullo spessore della parola apparentemente incontrollata, nascosta in una zona psichica di allucinazione e di rovina. Nei suoi versi, dove vi sono elementi deboli di controllo e di approssimativa scrittura, si avverte – a parere di molti critici – il vitalismo delle avanguardie del primo decennio del XX secolo; dai suoi versi, per la verità, hanno attinto poeti molto differenti tra di loro, come Mario Luzi, Pier Paolo Pasolini, Andrea Zanzotto. Campana e Rimbaud Il destino di Campana è stato avvicinato a quello di Rimbaud. Ma, secondo alcuni, tra Campana e il poeta maledetto il punto di contatto (il bisogno di fuggire, l’idea del viaggio, l’abbandono di un mondo civile estraneo) è affrontato in modo molto diverso. Dove Rimbaud abbandona la letteratura per fuggire in Africa e prestarsi a mestieri avventurosi ed alternativi, come il trafficante d’armi, Campana alla fine dei suoi viaggi, senza una vera meta, trova solamente la follia. E se Rimbaud aveva fatto una scelta, Campana non scelse ma fu sopraffatto dagli eventi che attraversarono la sua vita diventandone una vittima: senza però mai disertare la poesia, come, differentemente, aveva fatto il poeta francese. Campana, fino al suo internamento a Castel Pulci, lotterà per la sua poesia e per una vita che non era mai riuscita a donargli nulla in termini di serenità e pace; e anche la strada dell’amore, il suo incontro con Sibilla Aleramo, si trasformerà in una sconfitta. Come scrive Carlo Bo nel saggio “La nuova poesia: Storia della letteratura italiana– il Novecento” (Garzanti, 2001): Eugenio Montale fu tra i primi estimatori ufficiali, il più autorevole ad oggi, delle composizioni di Dino Campana, tanto da dedicargli una poesia o meglio un omaggio a chi meglio di lui aveva saputo piegare le parole fino a renderle ancora più oscure. Sebbene i canti di Dino Campana affondino ben oltre il simbolismo francese, direttamente nelle radici della nostra terra toscana, Campana guarda al Trecento dantesco, al Cavalcanti al Dante della commedia fino ad arrivare ai canti del Foscolo (Giacomo Leopardi ancora non era stato molto diffuso), ed è toccante l’allusione dantesca con cui Eugenio Montale chiude questa struggente lirica di stampo prettamente biografico (di Dino Campana si evitava di citare per motivi piccoli borghesi la sua vita e i suoi amori travagliati nonché il suo pacifismo antinterventista) e proprio per questo ancor più provocatoria: “fino a quando riverso a terra cadde!”. Dino Campana e l’arte La critica ha spesso indagato e continua ad interrogarsi su quanto vi è di figurativo nell’opera del poeta di Marradi, conosciuto dall’immaginario come il poeta folle e visionario. Nel 1937 Gianfranco Contini scriveva «Campana non è un veggente o un visionario: è un visivo, che è quasi la cosa inversa». Nei Canti Orfici sussistono infatti elementi sia visivi che visionari con numerosi riferimenti alla pittura. Analizzando la funzione che questi aspetti hanno all’interno dell’opera si nota con evidenza come al lato visionario, con riferimento a Leonardo, a De Chirico e all’arte toscana, sia affiancato in perfetta coesione quello visivo che trova le sue allusioni nel futurismo. Pasolini, che aveva riletto con molta attenzione l’opera di Campana, aveva scritto «Particolarmente precisa era la sua cultura pittorica: gli apporti nella sua lingua del gusto cubista e di quello del futurismo figurativo sono impeccabili. Alcune sue brevi poesie-nature morte sono tra le più riuscite e se sono alla "manière de" lo sono con un gusto critico di alta qualità». A proposito poi delle conoscenze leonardesche dell’autore si può leggere, in una lettera del 12 maggio 1914 scritta da Campana a Soffici da Ginevra «Ho trovato alcuni studi, purtroppo tedeschi, di psicoanalisi sessuale di Segantini, Leonardo e altri (in particolare “Sesso e carattere” di Otto Weininger) che contengono cose in Italia inaudite: potrei fargliene un riassunto per Lacerba». La critica Dopo la pubblicazione dei “Canti Orfici” inizia subito la critica con tre articoli che, se pur differenti, danno origine al mito Campana: sulla rivista “La Voce” appare, verso la fine del 1914, l’articolo di Giuseppe De Robertis, sulla “Tribuna” quello di Emilio Cecchi e sulla “Riviera Ligure” quello di Giovanni Boine entrambi del 1915. Il ritrovamento del manoscritto de Il più lungo giorno tra le carte di Soffici fu annunciato sul Corriere della Sera del 17 giugno 1971 da Mario Luzi e ha consentito nuove forme di indagini sul complesso degli scritti campaniani. Citazioni e dediche a Dino Campana CinemaA Dino Campana sono stati dedicati quattro film: Dino Campana, 1974, regia di Marco Moretti Inganni, 1985, regia di Luigi Faccini Il più lungo giorno, 1997, regia di Roberto Riviello Un viaggio chiamato amore, 2002, regia di Michele Placido. La Scomparsa, 2016, regia di Maria Luisa CarrettoRomanziAl viaggio di Dino Campana in Uruguay e in Argentina è dedicato il romanzo di Laura Pariani Questo viaggio chiamavamo amore (Einaudi 2015).PoesiaAlla storia di amore fra Campana a la Aleramo è dedicata la poesia Sibilla del poeta Riccardo Savini, inclusa nella raccolta Nero oro ero (2010). Alla relazione tra Dino Campana e Sibilla Aleramo è dedicata la poesia di Daniele Miglio Dino e Sibilla pubblicata nella raccolta intitolata proprio Dino e Sibilla uscita nel 2011 per Edizioni il Papavero. Nell’opera vi sono più riferimenti alla poetica e al pensiero del Campana.TeatroAlla vicenda di Campana sono stati dedicati la pièce teatrale Quasi un uomo dello scrittore argentino Gabriel Cacho Millet (curatore anche dell’epistolario di Campana dal titolo Le mie lettere sono fatte per essere bruciate), la pièce teatrale “ Dino Campana poeta ” (testo di Andrea Manzi) per la regia di Lorenzo Cicero che debuttò a Marradi in occasione del primo centenario della nascita; il racconto di Antonio Tabucchi Vagabondaggio ne Il gioco del rovescio nell’edizione del 1988 e quattro film: il primo, “Dino Campana”, girato nel 1974 in formato S.8 dal giovane Marco Moretti (vincitore del Premio Nazionale "Dal S.8 al 35mm"), incentrato sulle connessioni tra vita e poesia; l’ultimo è quello di Michele Placido Un viaggio chiamato amore (2002), con Stefano Accorsi nei panni di Campana e Laura Morante in quelli di Sibilla Aleramo. A Dino Campana è stato dedicato lo spettacolo “Nottecampana” con Carlo Monni, Arlo Bigazzi, Orio Odori e Giampiero Bigazzi, da cui sono stati tratti il cd omonimo (2009, Materiali Sonori) e il libro “Nottecampana– Storie di Dino Campana o dell’urgenza della poesia” (2010, Editrice Zona). La vicenda biografica e poetica di Dino Campana viene narrata nella pièce teatrale "La più lunga ora, ricordi di Dino Campana, Poeta, Pazzo" scritta e diretta da Vinicio Marchioni, (2008) con Vinicio Marchioni, Milena Mancini, Ruben Rigillo.MusicaAlla vita di Campana è dedicata la canzone di Massimo Bubola dal titolo “Dino Campana” uscita nel 1997 all’interno del disco Mon trésor. Campana è citato nella Canzone per Alda Merini (1999) di Roberto Vecchioni. Il compositore italiano Lorenzo Signorini ha scritto due brani per voce recitante, arpa e percussioni ispirate ai Canti Orfici di Campana: Le Stelle le Pallide Notturne (2003) e La sera di fiera (2004). Il cantautore fiorentino Massimiliano Larocca ha musicato la poesia di Campana “La petite promenade du poete”, pubblicata nel suo album La breve estate del 2008. Nel 2016 Massimiliano Larocca pubblica il disco “Un mistero di sogni avverati”, nel quale compaiono 13 poesie di Dino Campana musicate integralmente dal cantautore fiorentino. All’album partecipano Riccardo Tesi, Nada, Sacri Cuori, Hugo Race e Cesare Basile “Da lontano un ubriaco canta amore alle persiane” è citato nel brano del 1998 “Ubriaco canta amore” della BandabardòCinemaI versi Fabbricare fabbricare fabbricare / preferisco il rumore del mare / che dice fabbricare fare e disfare hanno ispirato il titolo del film Preferisco il rumore del mare di Mimmo Calopresti. Nel 2016 è stato realizzato il cortometraggio “L’alluvione ha sommerso”. Il film breve racconta in modo originale la genesi dei Canti Orfici e si lega alla poesia “L’alluvione ha sommerso il pack dei mobili” di Eugenio Montale, in cui l’autore ricorda la tragica alluvione di Firenze del 1966 durante la quale, tra le tante cose, l’acqua del fiume Arno gli portò via anche una copia del volume campaniano. La regia del film, prodotto da Esecutivi per lo Spettacolo con il supporto del Parco Nazionale delle Foreste Casentinesi, Monte Falterona e Campigna, di Luca Dal Canto, già autore di un cortometraggio tratto da una poesia di Giorgio Caproni ("Il cappotto di lana", 2012, 53 selezioni e 16 premi) e di un altro film breve ispirato alla figura di Amedeo Modigliani ("Due giorni d’estate", 2014, 29 selezioni e 5 premi). “L’alluvione ha sommerso” è stato scritto da Dino Castrovilli e Giuseppe Giachi. Dino Campana è interpretato dall’attore e performer turco Murat Onol. Opere di Campana Opera Canti Orfici, Tip. Ravagli, Marradi, 1914 Canti Orfici ed altre liriche. Opera completa, prefazione di B. Binazzi, Vallecchi, Firenze, 1928, pp. 166 Canti Orfici, a cura di Enrico Falqui, terza ed., Vallecchi, Firenze, 1941, pp. 210 Canti Orfici e altri scritti, a cura di E. Falqui, Vallecchi, Firenze, 1952, 1960, 1962 Canti Orfici e altri scritti, nota biografica a cura di E. Falqui, nota critica e commento di Silvio Ramat, Vallecchi, Firenze, 1966, pp. 362 Canti Orfici e altri scritti, a cura di Arrigo Bongiorno, introduzione di Carlo Bo, Mondadori, Milano, 1972, pp. 168 Opere e contributi, a cura di E. Falqui, prefazione di Mario Luzi, note di Domenico De Robertis e S. Ramat, 1972 Carteggio con Sibilla Aleramo, a cura di N. Gallo, Vallecchi, Firenze, 1973 Canti Orfici, introduzione e commento e Fiorenza Ceragioli, Vallecchi, Firenze, 1985, pp. 350 Canti Orfici e altre poesie, introduzione e note di N. Bonifazi, Garzanti, Milano, 1989 Canti Orfici, a cura di M. Lunetta, Newton Compton, Roma, 1989 Opere. Canti Orfici. Versi e scritti sparsi pubblicati in vita. Inediti, a cura di S. Vassalli e C. Fini, TEA, Milano, 1989 Canti Orfici, edizione critica a cura di G. Grillo, Vallecchi, Firenze, 1990 Canti Orfici, commento di M. Caronna, Rubbettino, Messina, 1993 Canti Orfici, a cura di R. Ridolfi, introduzione di P. L. Ladron de Guevara, Libreria Chiari, Firenze, 1994 (ristampa anastatica dell’edizione di Marradi, 1914) Canti Orfici, a cura di C. Bene, Bompiani, Milano, 1999 (con Compact disc) ISBN 88-452-4072-X Canti Orfici e altre poesie, a cura di Renato Martinoni, Einaudi, Torino, 2003 Canti Orfici, edizione anastatica a cura di Fabio Barricalla e Andrea Lanzola, con un apocrifo di Marco Ercolani, una nota di Veronica Pesce e un 'plauso’ di Giovanni Boine, Matisklo edizioni, Savona, 2016 Altro Inediti, a cura di E. Falqui, Vallecchi, Firenze, 1942 Taccuino, a cura di Matacotta, Edizioni Amici della Poesia, Fermo, 1949 (poi in Taccuini, edizione critica e commento di F.Ceragioli, Scuola Normale Superiore, Pisa, 1990) Taccuinetto faentino, a cura di D. De Robertis, Vallecchi, Firenze, 1960 Fascicolo marradese inedito del poeta dei “Canti Orfici”, a cura di F. Ravagli, Giunti-Bemporad Marzocco, Firenze, 1972 Il più lungo giorno. I. Riproduzione anastatica del manoscritto ritrovato dei Canti Orfici, II: Il testo critico, a cura di D. De Robertis, prefazione di E. Falqui, Archivi di Arte e Cultura Dell’Età Moderna– Vallecchi, Roma-Firenze, 1973 (Poi su CD-ROM: Vallecchi, Firenze, 2002 Epistolari D. Campana, Le mie lettere sono fatte per essere bruciate, G. S. All’insegna del pesce d’oro, Milano, 1978 Souvenir d’un pendu. Carteggio 1910-1931, a cura di G. Cacho Millet, Napoli, 1985 D. Campana– Sibilla Aleramo, Un viaggio chiamato amore, Feltrinelli, Milano, 2003 Dino Campana-Sibilla Aleramo, a cura di Bruna Conti, Feltrinelli, 2000. Da questo carteggio è stato tratto il film Un viaggio chiamato amore (di Michele Placido, 2002) con Stefano Accorsi nel ruolo di Campana e Laura Morante nel ruolo di Sibilla Aleramo. D. Campana, Un po’ del mio sangue– Canti Orfici, Poesie sparse, Canto proletario italo-francese, lettere (1910- 1931), a cura di S. Vassalli, BUR, Milano, 2005 D. Campana, Lettere di un povero diavolo, Carteggio (1903-1931) Con altre testimonianze epistolari su Dino Campana (1903-1998) a cura di Gabriel Cacho Millet. In copertina una foto inedita di Dino, Polistampa, 2011. Traduzioni Dino Campana. Cantos órficos/Canti orfici. Tradução de Gleiton Lentz. Desterro: Edições Nephelibata, 2004. Dino Campana. Chants orphiques. Traduction: Christophe Mileschi. Editeur: Éditions L’Âge d’Homme.février 1997. ISBN 2-8251-0849-9 Fumetti Dino Campana. A jornada de um neurastênico/La giornata di un nevrastenico. Fumetti di Aline Daka e traduzione di Gleiton Lentz. (n.t.) Revista Literária em Tradução, n. 7, set. 2013, pp. 337–348. ISSN 2177-5141 Simone Lucciola, Rocco Lombardi, Campana, contributi di G. Cacho Millet, P. Pianigiani, G. Neri, Guida, 2014, ISBN 978-88-97980-17-9 Pablo Echaurren, Vita disegnata di Dino Campana, Editori del Grifo, Montepulciano 1994. Riferimenti Wikipedia – https://it.wikipedia.org/wiki/Dino_Campana

Juan Eduardo Cirlot

Juan Eduardo Cirlot Laporta (Barcelona, 9 de abril de 1916 - 11 de mayo de 1973) fue un poeta, crítico de arte, mitólogo, iconógrafo y músico español. Fue hijo de Juan Cirlot y María Laporta. Estudió bachillerato con los jesuitas de Barcelona y trabajó en una agencia de aduanas y en el Banco Hispanoamericano. En 1937 fue movilizado para luchar por la República; a comienzos de 1940 fue movilizado otra vez, pero por el bando franquista. Estuvo en Zaragoza hasta 1943; allí frecuentó el círculo intelectual y artístico de la ciudad y se relacionó con el pintor Alfonso Buñuel -hermano de Luis Buñuel. En el verano del 43 regresó a Barcelona para trabajar en el Banco Hispanoamericano y conoce al novelista Benítez de Castro, quien le introdujo en el periodismo como crítico de arte. Trabaja en la librería editorial Argos. Compone música y trata a los artistas del grupo Dau al Set. En 1949 colabora en la revista Dau al Set. En octubre viaja a París y conoce a André Breton en persona. Se edita Igor Stravinsky, su primer ensayo. En 1951 empieza a trabajar en la editorial Gustavo Gili, donde permanecerá hasta su muerte. Entre 1949 y 1954 conoce y trata al etnólogo y músicologo alemán Marius Schneider en Barcelona; Trabaja con José Gudiol Ricart. En 1954 aparece El ojo en la mitología. Su simbolismo. Entra a formar parte de la Academia del Faro de San Cristóbal. En el año 1958 empieza a escribir colaboraciones en Goya, Papeles de Son Armadans, etc. y aparece su obra más famosa e internacional, el Diccionario de símbolos tradicionales en la editorial Luis Miracle. Siguen unos años de intensa actividad como crítico y conferenciante. En 1962 se publica en inglés su diccionario con el título A Dictionary of Symbols con prólogo de Herbert Read. En 1966 vió la película El señor de la guerra de Franklin J. Schaffner. En 1971 enferma de cáncer de páncreas, es operado y el 11 de mayo de 1973 muere en su casa de la calle Herzegovina de Barcelona. Fue padre de la medievalista y filóloga Victoria Cirlot. Análisis Juan Eduardo Cirlot se adscribió al filo de los cuarenta a la escuela surrealista francesa y al dadaísmo, para asumir luego una tradición espiritualista de muy lontanos horizontes (la Cábala, el sufismo y los estudios orientales) de anhelo universal. De ahí proviene su interés por la simbología, que imbuirá toda su actividad literaria y su importante labor como crítico de arte. Hizo importantes estudios sobre simbología y hermenéutica medieval, reunió una importante colección de espadas y su copiosa y variada producción poética —más de cincuenta libros— se mantuvo alejado e independiente de las corrientes que dominaron la poesía de posguerra a causa de su oscuridad y hermetismo; últimamente, sin embargo, su figura no cesa de revalorizarse a través de continuas revisiones, reediciones, apariciones de obras inéditas y homenajes. Lo más conocido en su obra es la fase de su evolución poética centrada en la actriz Rosemary Forsyth, que encarna a Bronwyn en la película El señor de la guerra (1965) de Franklin J. Schaffner e inspiró la fase permutacional de su poesía. Cirlot cultivó también el aforismo en su libro Del no mundo (1969), donde puede rastrearse su pensamiento hasta las fuentes de Nietzsche y Lao Tse. En 1986 se publicó el inédito El mundo del objeto a la luz del surrealismo que, escrito en 1953, se adelanta a las corrientes conceptuales de las últimas décadas y que sigue siendo referencia esencial para profesores y estudiosos del universo del objeto artístico. En 1988 se publica 88 sueños, colección completa de los sueños transcritos por Cirlot publicada parcialmente en la revista catalana Dau al Set y que muestran a las claras la importancia que para su formación tuvo el sello del surrealismo. Como erudito es conocido por su Diccionario de símbolos, que sigue reeditándose con éxito. Obras Poemarios * Pájaros tristes y otros poemas a Pilar Bayona (1942) * Canto de la Vida muerta (1946) * Donde las lilas crecen (1946) * Cuarto canto de la vida muerta y otros fragmentos (1961) * Regina tenebrarum (1966) * Bronwyn (1967) * Cosmogonía (1969) * Orfeo (1970) * 44 sonetos de amor (1971) * Variaciones fonovisuales (1996) * En la llama. Poesía (1943-1959) (2005) Ensayos * Diccionario de los ismos (1949) * Ferias y atracciones (1950) * El arte de Gaudí (1950) * La pintura abstracta (1951) * El estilo del siglo XX (1952) * Introducción al surrealismo (1953) * El mundo del objeto a la luz del surrealismo (1953) * El Ojo en la Mitología: su simbolismo (1954) * El espíritu abstracto desde la prehistoria a la Edad Media (1965) * Diccionario de símbolos (1968) * Del no mundo : Aforismos (1969) * 88 sueños; Los sentimientos imaginarios y otros artículos (1988) * Confidencias literarias (1996) * Significación de la pintura de Tapies Referencias Wikipedia—http://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Eduardo_Cirlot

Countee Cullen

Countee Cullen (1903 – January 9, 1946) was an American poet who was a leading figure in the Harlem Renaissance. Early life Countee Cullen was possibly born on May 30, although due to conflicting accounts of his early life, a general application of the year of his birth as 1903 is reasonable. He was either born in New York, Baltimore, or Lexington, Kentucky, with his widow being convinced he was born in Lexington. Cullen was possibly abandoned by his mother, and reared by a woman named Mrs. Porter, who was probably his paternal grandmother. Porter brought young Countee to Harlem when he was nine. She died in 1918. No known reliable information exists of his childhood until 1918 when he was taken in, or adopted, by Reverend and Mrs Frederick A. Cullen of Harlem, New York City. The Reverend was the local minister, and founder, of the Salem Methodist Episcopal Church. DeWitt Clinton High School At some point, Cullen entered the DeWitt Clinton High School in Manhattan. He excelled academically at the school while emphasizing his skills at poetry and in oratorical contest. At DeWitt, he was elected into the honor society, editor of the weekly newspaper, and elected vice-president of his graduating class. In January 1922, he graduated with honors in Latin, Greek, Mathematics, and French. New York University and Harvard University After graduating high school, he entered New York University (NYU). In 1923, he won second prize in the Witter Bynner undergraduate poetry contest, which was sponsored by the Poetry Society of America, with a poem entitled The Ballad of the Brown Girl. At about this time, some of his poetry was promulgated in the national periodicals Harper's, Crisis, Opportunity, The Bookman, and Poetry. The ensuing year he again placed second in the contest and finally winning it in 1925. Cullen competed in a poetry contest sponsored by Opportunity. and came in second with To One Who Say Me Nay, while losing to Langston Hughes's The Weary Blues. Sometime thereafter, Cullen graduated from NYU as one of eleven students selected to Phi Beta Kappa. Cullen entered Harvard in 1925, to pursue a masters in English, about the same time his first collection of poems, Color, was published. Written in a careful, traditional style, the work celebrated black beauty and deplored the effects of racism. The book included "Heritage" and "Incident", probably his most famous poems. "Yet Do I Marvel", about racial identity and injustice, showed the influence of the literary expression of William Wordsworth and William Blake, but its subject was far from the world of their Romantic sonnets. The poet accepts that there is God, and "God is good, well-meaning, kind", but he finds a contradiction of his own plight in a racist society: he is black and a poet. Cullen's Color was a landmark of the Harlem Renaissance. He graduated with a masters degree in 1926. Professional career This 1920s artistic movement produced the first large body of work in the United States written by African Americans. However, Cullen considered poetry raceless, although his 'The Black Christ' took a racial theme, lynching of a black youth for a crime he did not commit. Countee Cullen was very secretive about his life. His real mother did not contact him until he became famous in the 1920s. The movement was centered in the cosmopolitan community of Harlem, in New York City. During the 1920s, a fresh generation of writers emerged, although a few were Harlem-born. Other leading figures included Alain Locke (The New Negro, 1925), James Weldon Johnson (Black Manhattan, 1930), Claude McKay (Home to Harlem, 1928), Hughes (The Weary Blues, 1926), Zora Neale Hurston (Jonah's Gourd Vine, 1934), Wallace Thurman (Harlem: A Melodrama of Negro Life, 1929), Jean Toomer (Cane, 1923) and Arna Bontemps (Black Thunder, 1935). The movement was accelerated by grants and scholarships and supported by such white writers as Carl Van Vechten. He worked as assistant editor for Opportunity magazine, where his column, "The Dark Tower", increased his literary reputation. Cullen's poetry collections The Ballad of the Brown Girl (1927) and Copper Sun (1927) explored similar themes as Color, but they were not so well received. Cullen's Guggenheim Fellowship of 1928 enabled him to study and write abroad. He met Nina Yolande Du Bois, daughter of W.E.B. DuBois, the leading black intellectual. At that time Yolande was involved romantically with a popular band leader. Between the years 1928 and 1934, Cullen traveled back and forth between France and the United States. Cullen married Yolande DuBois in April 1928. The marriage was the social event of the decade, but the marriage did not fare well, and he divorced in 1930. It is rumored that Cullen was a homosexual, and his relationship with Harold Jackman was a significant factor in the divorce. Jackman was a teacher whom Van Vechten had used as a model in his novel Nigger Heaven (1926). By 1929 Cullen had published four volumes of poetry. The title poem of The Black Christ and Other Poems (1929) was criticized for the use of Christian religious imagery - Cullen compared the lynching of a black man to the crucification of Jesus. As well as writing books himself, Cullen promoted the work of other black writers. But by 1930 Cullen's reputation as a poet waned. In 1932 appeared his only novel, One Way to Heaven, a social comedy of lower-class blacks and the bourgeoisie in New York City. From 1934 until the end of his life, he taught English, French, and creative writing at Frederick Douglass Junior High School in New York City. During this period, he also wrote two works for young readers, The Lost Zoo (1940), poems about the animals who perished in the Flood, and My Lives and How I Lost Them, an autobiography of his cat. In the last years of his life, Cullen wrote mostly for the theatre. He worked with Arna Bontemps to adapt his 1931 novel, God Sends Sunday into St. Louis Woman (1946, publ. 1971) for the musical stage. Its score was composed by Harold Arlen and Johnny Mercer, both white. The Broadway musical, set in poor black neighborhood in St. Louis, was criticized by black intellectuals for creating a negative image of black Americans. Cullen also translated the Greek tragedy Medea by Euripides, which was published in 1935 as The Medea and Some Poems with a collection of sonnets and short lyrics. In 1940, Cullen married Ida Mae Robertson, whom he had known for ten years. Poetry * "I Have a Rendezvous With Life" (1920s, poem) * Color Harper & brothers, 1925; Ayer, 1993, ISBN 9780881431551 [includes the poems "Incident," "Near White," "Heritage," and others], illustrations by Charles Cullen * Copper Sun, Harper & brothers, 1927 * The Ballad of the Brown Girl Harper & Brothers, 1927, illustrations by Charles Cullen * The Black Christ and Other Poems, Harper & brothers, 1929, illustrations by Charles Cullen * Tableau (1925) * One way to heaven, Harper & brothers, 1932 * Any Human to Another (1934) * The Medea and Some Other Poems (1935) * The lost zoo, Harper & brothers, 1940, Illustrations by Charles Sebree * My lives and how I lost them, Harper & Brothers Publishers, 1942 * On These I Stand: An Anthology of the Best Poems of Countee Cullen, Harper & Brothers Publishers, 1947 * My Soul's High Song: The Collected Writings of Countee Cullen (1991) * Countee Cullen: Collected Poems, Library of America, 2011, ISBN 9781598530834 Prose * One Way to Heaven (1931) * The Lost Zoo (1940) * My Lives and How I Lost Them (1942) Drama St. Louis Woman (1946) References Wikipedia - http://en.wikipedia.org/wiki/Countee_Cullen By Gerald Early Poet, anthologist, novelist, translator, children's writer, and playwright, Countee Cullen is something of a mysterious figure. He was born 30 March 1903, but it has been difficult for scholars to place exactly where he was born, with whom he spent the very earliest years of his childhood, and where he spent them. New York City and Baltimore have been given as birthplaces. Cullen himself, on his college transcript at New York University, lists Louisville, Kentucky, as his place of birth. A few years later, when he had achieved considerable literary fame during the era known as the New Negro or Harlem Renaissance, he was to assert that his birthplace was New York City, which he continued to claim for the rest of his life. Cullen’s second wife, Ida, and some of his closest friends, including Langston Hughes and Harold Jackman, said that Cullen was born in Louisville. As James Weldon Johnson wrote of Cullen in The Book of American Negro Poetry (rev. ed., 1931): "There is not much to say about these earlier years of Cullen--unless he himself should say it." And Cullen--revealing a temperament that was not exactly secretive but private, less a matter of modesty than a tendency toward being encoded and tactful--never in his life said anything more clarifying. Sometime before 1918, Cullen was adopted by the Reverend Frederick A. and Carolyn Belle (Mitchell) Cullen. It is impossible to state with certainty how old Cullen was when he was adopted or how long he knew the Cullens before he was adopted. Apparently he went by the name of Countee Porter until 1918. By 1921 he became Countee P. Cullen and eventually just Countee Cullen. According to Harold Jackman, Cullen's adoption was never "official." That is to say it was never consummated through proper state-agency channels. Indeed, it is difficult to know if Cullen was ever legally an orphan at any stage in his childhood. Frederick Cullen was a pioneer black activist minister. He established his Salem Methodist Episcopal Church in a storefront mission upon his arrival in New York City in 1902, and in 1924 moved the Church to the site of a former white church in Harlem where he could boast of a membership of more than twenty-five hundred. Countee Cullen himself stated in Caroling Dusk (1927) that he was "reared in the conservative atmosphere of a Methodist parsonage," and it is clear that his foster father was a particularly strong influence. The two men were very close, often traveling abroad together. But as Cullen evidences a decided unease in his poetry over his strong and conservative Christian training and the attraction of his pagan inclinations, his feelings about his father may have been somewhat ambivalent. On the one hand, Frederick Cullen was a puritanical Christian patriarch, and Cullen was never remotely that in his life. On the other hand, it has been suggested that Frederick Cullen was also something of an effeminate man. (He was dressed in girl's clothing by his poverty-stricken mother well beyond the acceptable boyhood age for such transvestism.) That Cullen was homosexual or of a decidedly ambiguous sexual nature may also be attributable to his foster father's contrary influence as both fire-breathing Christian and latent homosexual. Cullen was an outstanding student at DeWitt Clinton High School (1918-1921). He edited the school's newspaper, assisted in editing the literary magazine, Magpie, and began to write poetry that achieved notice. While in high school Cullen won his first contest, a citywide competition, with the poem "I Have a Rendezvous with Life," a nonracial poem inspired by Alan Seeger's "I Have a Rendezvous with Death." At New York University (1921-1925), he wrote most of the poems for his first three volumes: Color (1925), Copper Sun (1927), and The Ballad of the Brown Girl (1927). If any event signaled the coming of the Harlem Renaissance, it was the precocious success of this rather shy black boy who, more than any other black literary figure of his generation, was being touted and bred to become a major crossover literary figure. Here was a black man with considerable academic training who could, in effect, write "white" verse-ballads, sonnets, quatrains, and the like--much in the manner of Keats and the British Romantics, (albeit, on more than one occasion, tinged with racial concerns) with genuine skill and compelling power. He was certainly not the first Negro to attempt to write such verse but he was first to do so with such extensive education and with such a complete understanding of himself as a poet. Only two other black American poets before Cullen could be taken so seriously as self-consciously considered and proficient poets: Phillis Wheatley and Paul Laurence Dunbar. If the aim of the Harlem Renaissance was, in part, the reinvention of the native-born Negro as a being who can be assimilated while decidedly retaining something called "a racial self-consciousness," then Cullen fit the bill. If "I Have a Rendezvous with Life" was the opening salvo in the making of Culln's literary reputation, then the 1924 publication of "Shroud of Color" in H. L. Mencken's American Mercury confirmed the advent of the black boy wonder as one of the most exciting American poets on the scene. After graduating Phi Beta Kappa from NYU, Cullen earned a masters degree in English and French from Harvard (1925-1927). Between high school and his graduation from Harvard, Cullen was the most popular black poet and virtually the most popular black literary figure in America. One of Cullen's poems and his popular column in Opportunity inspired A’Leila Walker--heiress of Madame C. J. Walker's hair-care products fortune and owner of a salon where the black and white literati gathered in the late 1920s--to name her salon "The Dark Tower." Cullen won more major literary prizes than any other black writer of the 1920s: first prize in the Witter Bynner Poetry contest in 1925, Poetry magazine's John Reed Memorial Prize, the Amy Spingarn Award of the Crisis magazine, second prize in Opportunity magazine's first poetry contest, and second prize in the poetry contest of Palms. In addition, he was the second black to win a Guggenheim Fellowship. Cullen was also at the center of one of the major social events of the Harlem Renaissance: On 9 April 1928 he married Yolande Du Bois, only child of W E. B. Du Bois, in one of the most lavish weddings in black New York history. This wedding was to symbolize the union of the grand black intellectual patriarch and the new breed of younger Negroes who were responsible for much of the excitement of the Renaissance. It was an apt meshing of personalities as Cullen and Du Bois were both conservative by nature and ardent traditionalists. That the marriage turned out so disastrously and ended so quickly (they divorced in 1930) probably adversely affected Cullen, who remarried in 1940. In 1929, Cullen published The Black Christ and Other Poems to less than his accustomed glowing reviews. He was bitterly disappointed that The Black Christ, his longest and in many respects most complicated poem, was considered by most critics and reviewers to be his weakest and least distinguished. From the 1930s until his death, Cullen wrote a great deal less, partly hampered by his job as a French teacher at Frederick Douglass Junior High. (His most famous student was James Baldwin.) But he wrote noteworthy, even significant work in a number of genres. His novel One Way to Heaven, published in 1934, rates as one of the better black satires and is one of the three important fictional retrospectives of the Harlem Renaissance, the others being Wallace Thurman's Infants of the Spring and George S. Schuyler's Black No More. Cullen's The Medea is the first major translation of a classical work by a twentieth-century black American writer. Cullen's contributions to children's literature, The Lost Zoo and *Christopher Cat, are among the more clever and engaging books of children's verse, written at a time when there was not much published in this area by black writers. He also completed perhaps some of his best, certainly some of his more darkly complex, sonnets. He was also working on a musical with Arna Bontemps called St. Louis Woman (based on Bontemps's novel God Sends Sunday) at the time of his death from high blood pressure and uremic poisoning on 9 January 1946. For many years after his death, Cullen's reputation was eclipsed by that of other Harlem Renaissance writers, particularly Langston Hughes and Zora Neale Hurston, and his work had gone out of print. In the last few years, however, there has been a resurgence of interest in Cullen's life and work and his writings are being reissued. See: Blanche E. Ferguson, Countee Cullen and the Negor Renaissance, 1966. Margaret Perry, A Bio-Bibliography of Countee P. Cullen, 1903-1946, 1966. Arna Bontemps, ed., The Harlem Renaissance Remembered, 1972. Arthur P. Davis, From the Dark Tower: Afro-American Writers, 1900 to 1960, 1974. Alan R. Shucard, Countee Cullen, 1984. Gerald Early, ed., My Soul’s High Song: The Collected Writings of Countee Cullen, Voice of the Harlem Renaissance, 1991. From The Oxford Companion to African American Literature. Copyright © 1997 by Oxford University Press. Reference www.english.illinois.edu/maps/poets/a_f/cullen/life.htm By Clifton H. Johnson Cullen, Countee (30 May 1903?-9 Jan. 1946), poet and playwright, was the son of Elizabeth Thomas Lucas. The name of his father is not known. The place of his birth has been variously cited as Louisville, Kentucky, New York City, and Baltimore, Maryland. Although in later years Cullen claimed to have been born in New York City, it probably was Louisville, which he consistently named as his birthplace in his youth and which he wrote on his registration form for New York University. His mother died in Louisville in 1940. In 1916 Cullen was enrolled in Public School Number 27 in the Bronx, New York, under the name of Countee L. Porter, with no accent on the first "e." At that time he was living with Amanda Porter, who generally is assumed to have been his grandmother. Shortly after she died in October 1917, Countee went to live with the Reverend Frederick Asbury Cullen, pastor of Salem Methodist Episcopal Church in Harlem, and his wife, the former Carolyn Belle Mitchell. Countee was never formally adopted by the Cullens, but he later claimed them as his natural parents and in 1918 assumed the name Countée P. (Porter) Cullen. In 1925 he dropped the middle initial. Cullen was an outstanding student in every school he attended. He entered the respected, almost exclusively white, Dewitt Clinton High School for boys in Manhattan in 1918. He became a member of the Arista honor society, and in his senior year he received the Magpie Cup in recognition of his achievements. He served as vice president of the senior class and was associate editor of the 1921 Magpie, the school's literary magazine, and editor of the Clinton News. He won an oratorical contest sponsored by the film actor Douglas Fairbanks and served as treasurer of the Inter-High School Poetry Society and as chairperson of the Senior Publications Committee. His poetry appeared regularly in school publications and he received wider public recognition in 1921 when his poem, "I Have a Rendezvous with Life," won first prize in a citywide contest sponsored by the Empire Federation of Women's Clubs. At New York University, which Cullen attended on a New York State Regents scholarship, he was elected to Phi Beta Kappa in his junior year and received a bachelor's degree in 1925. His poems were published frequently in the school magazine, The Arch, of which he eventually became poetry editor. In 1926 he received a master's degree from Harvard University and won the Crisis magazine award in poetry. When Cullen's first collection of poetry, Color, was published in 1925 during his senior year at New York University, he had already achieved national fame. His poems had been published in Bookman, American Mercury, Harper's, Century, Nation, Poetry, Crisis, the Messenger, Palms, and Opportunity. He had won second prize in 1923 in the Witter Bynner Undergraduate Poetry Contest sponsored by the Poetry Society of America. He placed second in that contest again in 1924 but won first prize in 1925, when he also won the John Reed Memorial Prize awarded by Poetry magazine. Color received universal critical acclaim. Alain Locke wrote in Opportunity (Jan. 1926): "Ladies and Gentlemen! A genius! Posterity will laugh at us if we do not proclaim him now. COLOR transcends all of the limiting qualifications that might be brought forward if it were merely a work of talent." The volume contains epitaphs, only two of which could be considered racial; love poems; and poems on other traditional subjects. But the significant theme--as the title implies--was race, and it was the poems dealing with racial subjects that captured the attention of the critics. Cullen was praised for portraying the experience of African Americans in the vocabulary and poetic forms of the classical tradition but with a personal intimacy. His second volume of poetry, Copper Sun, published in 1927 also by Harper and Brothers (the publisher of all his books), won first prize in literature from the Harmon Foundation. There are fewer racial poems in this collection than in Color, however, they express an anger that was not so pronounced in the earlier volume. The majority of the poems in Copper Sun deal with life and love and other traditional themes of nineteenth-century poetry. Cullen edited the October 1926 special issue of Palms devoted to African-American poets, and he collected and edited Caroling Dusk in 1927, an anthology of poetry by African Americans. Cullen was by this time generally recognized by critics and the public as the leading literary figure of the Harlem Renaissance. Gerald Early in My Soul's High Song (1991), Cullen's collected writings, said, "He was, indeed, a boy wonder, a young handsome black Ariel ascending, a boyish, brown-skinned titan who, in the early and mid-twenties, embodied many of the hopes, aspirations, and maturing expressive possibilities of his people." Cullen said that he wanted to be known as a poet, not a "Negro poet." This did not affect his popularity, although some Harlem Renaissance writers, including Langston Hughes, interpreted this to mean that he wanted to deny his race, an interpretation endorsed by some later scholars. A reading of his poetry reveals this view to be unfounded. In fact his major poems, and most of those still being printed in anthologies, have racial themes. Cullen expounded his view in the Brooklyn Eagle (10 Feb. 1924): If I am going to be a poet at all, I am going to be POET and not NEGRO POET. This is what has hindered the development of artists among us. Their one note has been the concern with their race. That is all very well, none of us can get away from it. I cannot at times. You will see it in my verse. The consciousness of this is too poignant at times. I cannot escape it. But what I mean is this: I shall not write of negro subjects for the purpose of propaganda. That is not what a poet is concerned with. Of course, when the emotion rising out of the fact that I am a negro is strong, I express it. But that is another matter. From 1926 to 1928, Cullen was assistant editor to Charles S. Johnson of Opportunity (subtitled "A Journal of Negro Life") for which he also wrote a feature column, "The Dark Tower." On the one hand, in his reviews and commentaries, he called upon African-American writers to create a representative and respectable race literature, and on the other insisted that the African-American artist should not be bound by race or restricted to racial themes. The year 1928 was a watershed for Cullen. He received a Guggenheim Fellowship to study in Paris, the third volume of his poetry, The Ballad of a Brown Girl, was published, and, after a long courtship, he married Nina Yolande Du Bois. Her father, W. E. B. Du Bois, the exponent of the "Talented Tenth" concept, rejoiced at bringing the young genius into his family. The wedding, performed by Cullen's foster father, was the social event of the decade in Harlem. After a brief honeymoon in Philadelphia, Cullen left for Paris and was soon joined by his bride. The couple experienced difficulties from the beginning. Finally, after informing her father that Cullen had confessed that he was sexually attracted to men, Nina Yolande sued for divorce, which was obtained in Paris in 1930. Cullen continued to write and publish after 1928, but his works were no longer universally acclaimed. The Black Christ and Other Poems, completed under the Guggenheim Fellowship, was published in 1929 while he was abroad. His only novel, One Way to Heaven, was published in 1932, and The Medea and Some Poems in 1935. He wrote two books for juveniles, The Lost Zoo (1940) and My Lives and How I Lost Them (1942). His stage adaptation of One Way to Heaven was produced by several amateur and professional theater groups but remained one of his several unpublished plays. Critics gave these works mixed reviews at best. Cullen's reputation as a writer rests on his poetry. His novel is not an important work, and it received little attention from the critics. He rejected so-called jazz and free-style as inappropriate forms of poetic expression. He was a romantic lyric poet and a great admirer of John Keats and Edna St. Vincent Millay. While his arch traditionalism and lack of originality in style had been seen in Color as minor flaws, they came to be viewed as major deficiencies in his later works. Cullen's fall from grace with the critics had little effect on his popularity. He remained much in demand for lectures and readings by both white and black groups. In 1931 alone he read his poetry and lectured in various institutions in seventeen states and Canada. Some of his poems were set to music by Charles Marsh, Virgil Thomson, William Schuman, William Lawrence, Margaret Bonds, Clarence Cameron White, Emerson Whithorne, and Noel DaCosta. However, even though he continued to live with his foster father, royalties and lecture fees were insufficient income for subsistence. He searched for academic positions and was offered professorships at Sam Huston College (named for an Iowa farmer, not the Texas senator), Dillard University, Fisk University, Tougaloo College, and West Virginia State College. There is no clear explanation of why he did not accept any of the positions. In 1932 he became a substitute teacher in New York public schools and became a full-time teacher of English and French at Frederick Douglass Junior High School in 1934, a position he held until his death (caused by complications of high blood pressure) in New York City, and where he taught and inspired the future novelist and essayist James Baldwin. Cullen married Ida Mae Roberson in 1940, and they apparently enjoyed a happy married life. Cullen's chief creative interest during the last year of his life was in writing the script for St. Louis Woman, a musical based on Arna Bontemps's novel God Sends Sunday. With music by Harold Arlen and lyrics by Johnny Mercer, St. Louis Woman opened on Broadway on 30 March 1946. Although the production was opposed by Walter White of the National Association for the Advancement of Colored People and some other civil rights activists as an unfavorable representation of African Americans, it ran for four months and was revived several times by amateurs and one professional group between 1959 and 1980. On These I Stand, a collection of poems that Cullen had selected as his best, was published posthumously in 1947. The 135th Street Branch of the New York Public Library was named for Cullen in 1951, and a public school in New York City and one in Chicago also bear his name. For a few brief years Cullen was the most celebrated African-American writer in the nation and by many accounts is considered one of the major voices of the Harlem Renaissance. Source: http://www.anb.org/articles/16/16-00391.html; American National Biography Online Feb. 2000. Access Date: Wed Mar 21 11:27:39 2001 Copyright (c) 2000 American Council of Learned Societies. Published by Oxford University Press. All rights reserved. Reference www.english.illinois.edu/maps/poets/a_f/cullen/life.htm

Giovanna Chadid

Giovanna Chadid (Bogotá, 6 de Diciembre de 1985) Escritora y Poetisa Colombiana. Estudio Literatura y Filosofía. Ha publicado artículos sobre arte, literatura y política en medios como: www.superdemokraticos.com/verseuchende-politik/ Alemania – Revista Alejandría/México – Revista Enter/Buenos Aires - Revista Plant/Canadá Revista Independiente El Cartel/Bogotá – La conjura de los necios/suplemento literario revista Avatares/Pasto- Nariño. Ganadora de la beca Colcultura 2009 Universidad Nacional de Colombia (Nuevas Herramientas Para la Creación) Beca 2010 Casa de Poesía Silva (Creación literaria) Su primer libro es Guevonaditas Varias (Corpos Editora/Portugal 2011) traducciones al español/portugués http://www.worldartfriends.com /store/1221-giovanna-chadid-guevonaditas-varias.html Maneja la bitácora: www.literaturachadid.blogspot.com Actualmente se encuentran en proceso una novela que será publicada en 2013 * Con un léxico renovado y autentico, opta por una poesía dedicada al amor, la autocompasión, la crítica social, hasta el humor efervescente y provocador, resalta con ironía la cotidianidad y deja al margen de su obra a la sociedad burgués contemporánea, sin pensar en hacer amigos o enemigos, No le importa. La intensidad de su vida está llena de contrastes que pasan de un abierto ateísmo a un intimismo espiritual y de un espíritu crítico de la sociedad, expresado en su obra poética y en sus ensayos. Sus relatos contemporáneos y de interés colectivo, son tratados con desenfado, humor e ironía, mediante un lenguaje popular, sus escritos divierten a muchos, escandalizan a algunos, pero ante todo, no dejan a nadie indiferente. "La prosa de Giovanna es un delirio de exuberancia, maestría, una gamberrada deliciosa, se ríe de todo, y al mismo tiempo, es muy fiel y respetuosa a una tradición importante (no sólo filosófica, sino también literaria) que ha leído con atención y perspicacia. Es fresca, es inteligentísima, es veloz y sorprendente. Es pura subversión, puro humor lacerante, y también es tierna" Gabriel Ospina * En su poesía, en su escritura hay una cruza, en un sentido casi genético, de memorias literarias bastante extraordinarias, siempre en la condensación mínima, en la cesura, la elipsis, la interrupción conjuradora de los tiempos por venir, que no son más que la experiencia de esas memorias. Justo ahí su poesía se lee como la respuesta, la voz de aquel a quien se dirige el poema. Voces, con ella y con ellas, por ellas y a través de ellas, vamos, desde siempre y hasta siempre. Y alguna vez, quizás sólo una vez, cada vez, una vez única, quizás inmemorial, ajeno a las horas, en un aquí y un ahora del cual sólo usted podría dar testimonio; ¿qué?, una resina que no cicatriza, un ojo rayado que no ha perdido su lucidez (recordando palabras de Paul Celan) pero que capta las imágenes, algo, más bien “ningún” se ofrece al pensamiento: Ninguna voz, sólo su voz única: Su poesía. Por eso es que ella siempre tendrá lugar en la tierra: la tierra del corazón. Jonathan Alexander España Eraso Revista Cultural Avatares. * Es una poeta colombiana que imprime en sus versos una fuerte personalidad crítica, quizá algo enrevesada para el tiempo en que vivimos, influyente en corrientes filosóficas dispares (existencialismo y simbolismo, principalmente) que se nutren de la lírica asonante y categórica que utiliza. El ensayo poético, como método para llegar al fin, representa el quid pro quo de una joven poeta, ganadora de una beca de creación poética de la Casa de Poesía Silva en 2009, autora de antologías como Degustando palabras (2008) o de novelas, como una juvenil que piensa de publicar durante este 2011, nos dan ávida cuenta de que en literatura, lejos de saberse todo, todavía queda mucho por ver y descubrir". Reseña: ©Literatura del mañana

José Manuel Caballero Bonald

José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 11 de noviembre de 1926) es un escritor y poeta español. La cuidadosa utilización del lenguaje, un léxico muy cuidado y el barroquismo caracterizan su obra. Vida De padres cubanos estudió Filosofía y Letras en Sevilla entre 1949 y 1952 y naútica y astronomía en Cádiz. En estos mismos años comenzó a relacionarse con los cordobeses de la revista Cántico, como Pablo García Baena. Su carrera continuó en Iberoamérica, donde fue profesor universitario en Bogotá y colaboró con Camilo José Cela y con el proyecto del Instituto de Lexicografía de la Real Academia Española. Además tuvo un idilio de siete años con la primera mujer de éste, Rosario Conde. Doctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz en 2004. En abril de 2009 publica La noche no tiene paredes, un poemario compuesto por 103 poemas donde hace una reivindicación de la incertidumbre, porque, en sus propias palabras, «el que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido que hay a un imbécil.» En 1986 se inauguró un instituto con su nombre, y en 1998 se contituyó la fundación que lleva su nombre, Fundación Caballero Bonald. En una reciente entrevista comunicó que, tras la publicación de "Entreguerras", su libro formado por un solo poema de casi 3.000 versos, "ya no voy a escribir nada". También ha reivindicado la necesidad de dudar con una frase contundente: "El que no tiene dudas, el que está seguro de todo, es lo más parecido que hay a un imbécil". Y ha reconocido que escribir poesía lo ayuda a mantenerse joven. "El permanecer en la brecha te rejuvenece. El que no se queda callado, el que iguala el pensamiento con la vida, tiene ya mucho ganado para rejuvenecer" dijo al cumplir 80 años de edad. El 29 de noviembre de 2012 es galardonado con el Premio Cervantes. Bibliografía * Sede de la Fundación Caballero Bonald. Poesía * Las adivinaciones (1952) * Memorias de poco tiempo (1954) * Anteo (1956) * Las horas muertas (1959) * Pliegos de cordel (1963) * Descrédito del héroe (1977) * Laberinto de Fortuna (1984) * Diario de Argónida (1997) * Manual de infractores (2005) * La noche no tiene paredes (2009) * Entreguerras (2012), autobiografía en verso10 Antologías poéticas * El papel del coro (1961) * Vivir para contarlo (1969). Poesía completa * Selección natural (1983) * Doble vida (1989) * Poesía amatoria (1999) * Somos el tiempo que nos queda (2004 y 2007). Poesía completa * Años y libros (2004) * Paz con aceite (2005) * Summa vitae (2007) * Casa junto al mar (2008) * Estrategia del débil (2010) * Ruido de muchas aguas (2011) Novela * Dos días de septiembre (1962) * Ágata ojo de gato (1974), que versa sobre las amenazas al Coto de Doñana11 * Toda la noche oyeron pasar pájaros (1981) * En la casa del padre (1988) * Campo de Agramante (1992) Memorias * Tiempo de guerras perdidas (1995) * La costumbre de vivir (2001) * La novela de la memoria (2010). Edición en un solo volumen de Tiempo de guerras *perdidas y La costumbre de vivir Ensayos y artículos * El cante andaluz (1953) * El baile andaluz (1957) * Cádiz, Jerez y los puertos (1963) * El vino (1967) * Narrativa cubana de la revolución (1968) * Luces y sombras del flamenco (1975) * Cuixart (1977) * Brevario del vino (1980) * Luis de Góngora: poesía (1982) * Los personajes de Fajardo (1986) * De la sierra al mar de Cádiz (1988) * Andalucía (1989) * Botero: la corrida (1990) * España: fiestas y ritos (1992) * Sevilla en tiempos de Cervantes (1992) * Copias del natural (1999) * Mar adentro (2002) * José de Espronceda (2002) * Miguel de Cervantes. Poesía (2005) * La ruta de la campiña (2005). Junto a Vicente Rojo Almarán * La luz de Cádiz en la pintura de Cortés (2005). Junto a Antonio Agudo y Francisco Calvo Serraller * Encuentros con la poesía (2006) * Copias rescatadas del natural (2006) * Relecturas. Prosas reunidas (1956-2005) (3 vols., 2006) * Un Madrid literario (2009) * Oficio de lector (en imprenta) Premios * Premio de Poesía Platero (1950) * Accésit del Premio Adonáis (1952) * Premio Boscán (1959) * Premio de la Crítica (1963, 1974 y 1977) * Premio Fundación Pablo Iglesias (1978) * Premio Ateneo de Sevilla (1981) * Premio Plaza & Janés (1988) * Premio Andalucía de las Letras (1990) * Miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (1993-1994) * Declarado Hijo Predilecto de Andalucía (1997) * Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid (2000) * Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2004) * Premio Nacional de las Letras Españolas (2005) * Premio Internacional Terenci Moix (2005) * Premio Nacional de Poesía (España) (2006) * Premio Internacional de Poesía Federico Garcia Lorca (2009) * En 2010, Premio ABC Cultural & Ámbito Cultural, de manos de sus directores Fernando Rodríguez Lafuente y Ramón Pernas. * Premio Cervantes (2012) * Autor del año 2013 por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía12 Referencia Wikipedia—http://es.wikipedia.org/wiki/José_Manuel_Caballero_Bonald

Carlos Manuel de Céspedes

Carlos Manuel Perfecto del Carmen de Céspedes y López del Castillo (18 de abril de 1819 – 27 de febrero de 1874) nació en Bayamo, antigua provincia de Oriente, actual Granma. Fue el líder de los independentistas cubanos en sus inicios. Se levantó en armas contra el gobierno español el 10 de octubre de 1868, concediéndoles la libertad a sus esclavos e invitándoles a unirse a la lucha anticolonialista. Fue Mayor general del Ejército Libertador y Primer Presidente de la República de Cuba en Armas Destituido como presidente en 1873 se instaló en San Lorenzo, la Sierra Maestra donde, en 1874, cae en desigual combate contra las tropas españolas. Vida Nacido el 18 de abril de 1819 en Bayamo. Hijo de Jesús María Céspedes y Luque, también nacido en Oriente y de Francisca de Borja López del Castillo y Ramírez de Aguilar, nacida en Puerto Príncipe (actual Camagüey). Tuvo como hermanos a Pedro, Francisco, Javier y Francisca de Borja (Borjita) y se menciona a Ladislao o Manuel Hilario como el posible hermano perdido en el tiempo. Se crio en el campo y durante su niñez recibió clases de Gramática y Latín con los frailes del Convento de Nuestro Seráfico Padre en Bayamo, que lo acogieron como discípulo. Posteriormente, en el Convento de Santo Domingo, llevó cursos de Lógica y Ética. Pasó de allí a La Habana, donde es aceptado como alumno del Real y Conciliar Colegio Seminario de San Carlos y San Ambrosio. Posteriormente en la Real y Pontificia Universidad de La Habana obtiene el grado de Bachiller en Derecho Civil, el 22 de marzo de 1838. 1839 a 1848 Carlos Manuel contrae nupcias en 1839 con su doble prima hermana, María del Carmen Céspedes y del Castillo. Tiene con ella tres hijos de nombre María del Carmen, Carlos Manuel y Oscar. Todos ellos de apellidos Céspedes y Céspedes. El 3 de enero de 1840, nace su primer hijo varón. En ese mismo año, parte rumbo a Europa y obtiene su licenciatura en Derecho en la Universidad de Barcelona y posteriormente el Doctorado. En 1843 participa en la Insurrección del Gral. Juan Prim, por lo que sale de allí como exiliado político rumbo a Francia. Recorrió después Inglaterra, Suiza, Turquía, Grecia, Alemania e Italia antes de regresar a Cuba en 1844, por lo que dominaba y se expresaba correctamente en varios idiomas, como el inglés, francés y el italiano. Conocía y manejaba desde pequeño el latín y el griego. En 1844 abre en Bayamo un bufete y escribe poemas y un folleto en el que hace la defensa de Cuba. Secretamente inicia su planes independentistas. Hizo la traducción al español de algunos cantos de la Eneida que nunca publicó y escribe también la comedia "Las dos Dianas". En 1845 Francisco Vicente Aguilera era prominente propietario de 3 ingenios mecanizados, en la zona de Manzanillo . El ingenio de Pedro Figueredo y el Ingenio de La Demajagua de Carlos Manuel de Céspedes, en Manzanillo, también lo estaban. El problema de los esclavos negros era mucho mayor en Occidente, en las cercanías de La Habana, donde se abusaba en exceso de ellos, mientras que en la zona de oriente se empezaba a sustituir, en parte, la fuerza humana que aportaban los esclavos, por la fuerza obtenida a través del vapor y las transmisiones mecánicas. En 1847 nace su segundo hijo, a quién dio el nombre de Oscar. Su hija María del Carmen murió muy pequeña. La Bayamesa (la primera canción amorosa cubana que recoge la historia) fue interpretada por primera vez, según se dice, el 27 de marzo de 1848. La letra fue compuesta por José Fornaris, la música es de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Castillo Moreno. La Bayamesa fue tomada por los patriotas cubanos, los cuales le cambiaron la letra e hicieron de ella una canción combativa en contra de la opresión. 1851 a 1867 En 1851 participa activamente en la Sociedad Filarmónica de Bayamo, la cual fundó y en ella fungió como Secretario en aquella época. En 1852 participó en la rebelión de las Pozas e ingresa a la cárcel al ser detenido por su actitud política contraria a España. Tuvo de compañeros de celda a su tío Lucas del Castillo y al poeta Don José Fornaris y Céspedes. En otras dos ocasiones vuelve a pisar la prisión, donde continua componiendo poemas y haciendo traducciones. Esto sucede durante el primer y segundo período del Capitán General de Cuba, Gral. Gutiérrez de la Concha. Este abogado y terrateniente bayamés amaba la música, la poesía; practicaba esgrima, equitación, ajedrez, y como conspiraba en la sociedad de ecreo y en la logia masónica de su ciudad natal es desterrado dos veces. Desde 1856, destaca como abogado y hombre de negocios en la ciudad de Manzanillo, lugar al cual se traslada su residencia. En 1866 la producción literaria de Céspedes fue abundante y variada. El 7 de diciembre, en Guáimaro, escribe el poema titulado "La Conchita", del cual se posee una copia del manuscrito. En 1867, por la suma de 81.000 dólares compra el Ingenio de La Demajagua en Manzanillo. En agosto se reúnen en la recién fundada logia masónica de Bayamo, denominada Estrella Tropical No. 19, Francisco Vicente Aguilera y Francisco Maceo Osorio. Aguilera es nombrado Venerable Maestro, pero en realidad preside un comité insurreccional. La siguiente reunión fue en la Casa de Pedro (Perucho) Figueredo. Allí mismo, Figueredo se sentó al piano y compuso la música del Himno Nacional. Se integra el Comité de Bayamo y ausculta Holguín, Santiago, Camagüey y Las Villas. Céspedes encabeza la conspiración en Manzanillo. 1868 En enero de 1868 muere de tisis la primera esposa de Céspedes, María del Carmen. Céspedes funda en abril la Logia de "Good Faith" en Manzanillo y se convierte en Gran Maestro. El 3 de agosto se acuerda la primera reunión intermunicipal, por los comités de Camagüey, Holguín, Tunas, Jiguaní, Manzanillo y Bayamo, representadas por Salvador Cisneros Betancourt, Belisario Álvarez, Vicente García González, Francisco María Rubalcava, Félix Figueredo, Donato Mármol, Carlos Manuel de Céspedes, Jaime Santiesteban, Isaías Masó, Vicente Aguilera y Maceo Osorio. Céspedes e Isaías Masó representaban a Manzanillo y Vicente Aguilera a Bayamo. Por esta época se sospecha el inicio de una relación amorosa entre Carlos Manuel y Candelaria Acosta Fontaigne, joven mestiza que era hija de su Mayoral en La Demajagua, Juan Acosta. Candelaria, a quien Carlos Manuel llamaba “Cambula”, se hizo célebre por haber confeccionado la bandera enarbolada el mismo día de la insurrección. De esta unión nacieron dos hijos reconocidos por Carlos Manuel, Carmita y más tarde Carlos Manuel. El Comité de Bayamo fija el 24 de diciembre como fecha de inicio de la rebelión. Céspedes, impaciente, adelanta la fecha al 14 de octubre, pero la conspiración es descubierta por el Capitán General Valmaseda. El 7 de octubre se recibe telegrama cifrado en Bayamo, ordenando detener a Céspedes. El telegrafista Nicolás de la Rosa, previene a Céspedes a través de un sobrino de éste llamado Ismael Céspedes, hijo de su hermano Francisco Javier. El 8 de octubre, Céspedes convoca a los patriotas. Empiezan a reunirse en el Ingenio de "La Demajagua" de su propiedad. La Demajagua se encontraba al este de Manzanillo. En el ingenio redacta y discute el manifiesto que habría de dar a conocer. El mismo es conocido por ser el Plan de la Lucha y por contener los objetivos de la misma. El 10 de octubre, en su ingenio azucarero La Demajagua, se alzó en armas, y al grito de ¡Viva Cuba Libre!, llamado Grito de Yara, proclamó la independencia de Cuba y dio la libertad a sus esclavos. Encabeza la Insurrección al mando de 147 hombres y poco a poco va creciendo el número de partidarios que lo siguen, llegando a tener cerca de 17,000 hombres. El 18 de octubre, junto con Aguilera y Marcano toman la Ciudad de Bayamo. Perucho Figueredo reparte volantes con la letra del Himno Nacional Cubano y para el 20 de octubre se interpreta en Bayamo, por primera vez en la historia. El 20 de octubre toma Bayamo y crea un gobierno que ayuda a los pobres. Carlos Manuel Céspedes es llevado en ese día y bajo palio a la Iglesia parroquial, donde se le asigna el título de Capitán General de la Cuba Libre y dirige un emocionado discurso, declarando la libertad de todos los esclavos insurrectos. Pronto enfrenta a la oposición de Camagüey, que no le perdona haber adelantado el levantamiento y haberse adjudicado el cargo de Capitán General. Este grupo encabezado por Salvador Cisneros Betancourt, decidió mientras tanto retrasar su apoyo a la insurrección, lo cuál permitió a los españoles preparar con más comodidad la recuperación de Bayamo. Céspedes y sus generales Donato Mármol y Modesto Díaz, planearon la defensa de Bayamo con el objetivo de impedir que los españoles cruzaran el Río Cauto, pero Mármol impetuoso da la orden a sus tropas de cruzar el río y sorprender a Valmaseda, el enemigo trata de recuperar la villa pero falla, los bayameses la queman antes que entregarla, y dando un rodeo los españoles recuperan Bayamo. 1869 Bayamo es el símbolo de la rebeldía Cubana y sus habitantes antes de permitir su rendición a las tropas de Valmaseda, incendian todas sus casas y convierten la ciudad en gigantesca antorcha el 12 de enero de 1869. Por azares del destino, la casa que fue de la familia Céspedes y en la cual nació el Libertador, permaneció en pie y es un Museo actualmente. Dulce, el nuevo Capitán General español, crea el Consejo Administrativo de Bienes Embargados y confisca todas las propiedades de los insurrectos. Ante las diferencias de los jefes rebeldes, fundamentalmente los de Camagüey, el 10 de abril de 1869, en el pueblo de Guáimaro, se proclama la Constitución del mismo nombre que es redactada por Ignacio Agramonte y Antonio Zambrana. Aprobada por todos nace allí la República de Cuba en Armas y las discrepancias políticas entre los líderes de Camagüey, Bayamo y Manzanillo quedan zanjadas. En la Asamblea de Guáimaro, Céspedes es elegido como el Primer Presidente de la República de Cuba en Armas y sigue combatiendo. La esclavitud queda abolida. Salvador Cisneros Betancourt preside la Cámara de Representantes y Manuel de Quesada y Loynaz es nombrado Jefe del Ejército. La Cámara tiene facultades para destituir al Presidente y al Jefe Militar. Céspedes ambicionaba la Independencia total y absoluta de Cuba, mientras que Cisneros Betancourt se inclinaba por la anexión norteamericana. El gobierno en armas, establece su asentamiento en Guáimaro, pero no tardan los españoles en desalojarlo de dicho lugar. El 4 de noviembre, Carlos Manuel de Céspedes contrae segundas nupcias con Doña Ana de Quesada y Loynaz, hermana de Manuel de Quesada y Loynaz. 1870 El gobierno en armas, errante, se traslada a Berrocal, Sabanilla y Magaramba. La Cámara de Representantes objeta las actitudes de Manuel de Quesada y lo destituye. Céspedes pretende que le acepten la renuncia en vez de destituirlo, pero le es negada, entonces decide enviarlo a Nueva York en misión oficial. Es hecho prisionero su hijo Oscar por las tropas españolas. El general Caballero de Rodas le envía el mensaje a Céspedes que dejaría en libertad a su hijo si renunciaba a continuar la lucha por la Independencia. Céspedes responde: "Dígale al general Caballero de Rodas que Oscar no es mi único hijo: soy el padre de todos los cubanos que han muerto por la Revolución. " El 3 de junio Oscar, era fusilado. Por esa razón los cubanos llaman a hoy a Céspedes: Padre de la Patria. Estando en Magaramba, el poeta Juan Clemente Zenea, que viajaba con salvoconducto español, engaña a Céspedes y éste lo recibe en la creencia de que es un emisario rebelde, ganándose su confianza al paso de los días. El 13 de diciembre, acompañada por Zenea, Ana de Quesada inicia su viaje rumbo a Nueva York, pero es detenida junto con Zenea, por los españoles. Tras múltiples peripecias y vejaciones, finalmente Ana de Quesada es dejada libre. Llega a Nueva York y vive con su madre y sus hermanas Caridad y Conchita. Tiempo después Ana descubre que está embarazada. 1871 En febrero Céspedes se lamenta de que Manuel de Quesada no haya regresado a Cuba encabezando una expedición y se lo comenta a su esposa por carta. En julio desembarca Rafael de Quesada, hermano de Ana, con una pequeña expedición y Céspedes recibe las primeras cartas de Ana desde Nueva York. Ana le comenta en sus cartas de las divisiones e intrigas entre los grupos cubanos representados por Aldama y Manuel de Quesada, exiliados en Nueva York y para ello Céspedes envía a Nueva York al Gral. Vicente Aguilera y a su compadre Ramón Céspedes y Barrero, como negociadores. Céspedes recibe carta de Manuel de Quesada sincerándose y el primero comenta con Ana que la mejor forma de hacerlo, sería que arribara a Cuba con una gran expedición. El conflicto que tuvo Manuel Quesada y Loynaz con Céspedes fue que el primero deseaba manejarse como Jefe Militar, pero sin obedecer órdenes del Gobierno en Armas que estaba formado por la Cámara de Representantes y el Presidente. Céspedes le envía a Ana una carta escrita por medio de Cambula, amante del primero antes de casarse y le pide que sea generosa y comprenda que la única relación que los une es la "hijita" que tuvo con ella y que él ama. Céspedes se entera por carta que Ana quedó embarazada antes de partir y en agosto tiene jimaguas (gemelos) que llevan el nombre de Carlos Manuel y Gloria Dolores, ambos de apellidos Céspedes y de Quesada. Carlos Manuel de Céspedes le anuncia a Ana la captura de toda la familia de su hermano Pedro Céspedes por los españoles y que la familia de su hermano Javier logró escapar pero perdiéndolo todo. También dice que la familia Milanés fue robada y asaltada. Céspedes le pide a su esposa Ana que permanezca viviendo al lado de su madre en Nueva York, que no trate regresar a Cuba, pues no es lugar para una mujer decente, en esos momentos de la terrible guerra que vivían. En agosto comenta a su esposa por carta: "Carlitos, Javier, Pedro y la demás familia andan por Oriente, el primero está en Manzanillo". Se refiere a sus dos hermanos Pedro y Javier y a su hijo Carlos Manuel Céspedes y Céspedes, de su anterior matrimonio. Por parte de la familia Quesada, José Ignacio, hermano de su esposa Ana, siempre fue su más fiel y más leal acompañante. Con Manuel Quesada no llevaba buena relación, pero con Rafael Quesada la relación fue mejor, pues encabezó varias expediciones. Otras dos hermanas de Ana de Quesada, Caridad y Concepción, estaban junto con su madre en Nueva York. En Cuba permanecía todavía la hermana de Carlos Manuel, Francisca de Borja. En octubre comenta su visita a la casa de Cambula, para ver a su "hijita", quizá por última vez, pues le habían recomendado que Cambula por su seguridad debía marchar al extranjero. 1872 Al llegar Manuel Betancourt y Betancourt con una pequeña expedición, el campamento se llena de regocijo y Máximo Gómez, Calixto García y la multitud gritaban: "¡A Occidente! Vamos a Occidente!". "¡Que sea yo, Sr. Presidente! ¡Yo, para mí!; le suplicaba el Gral. Máximo Gómez a Céspedes. 1873 Las acciones militares del Mayor Gral. Ignacio Agramonte y Loynaz en Buey, Curaná, Lázaro y Cocal del Olimpo, abriéndose paso para burlar la línea defensiva Júcaro a Morón y llevar la rebelión armada a través de Las Villas hasta el extremo occidental de la Isla, suponía una gran victoria y el reconocimiento mundial de una República en armas, unificada por un mismo ideal. No quiso el destino que fuera Agramonte quien realizara esta hazaña, pues una bala enemiga, el 11 de mayo en el potrero de Jimaguayú lo derriba y pierde la vida. En el mes de julio le escribe una larga carta en son de queja a su “hermanita” Caridad (hermana de Ana) que vive en Nueva York. El 6 de julio, una expedición comandada por Rafael de Quesada desembarca en la Isla, pero al romperse los botes no pudo desembarcar más que una parte del cargamento. Por la desunión entre los cubanos, Céspedes es depuesto. En relación con su deposición de la Presidencia de la República, la cual tuvo lugar el 28 de octubre de 1873, ocupando su lugar Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía, dice: "En cuanto a mi deposición he hecho lo que debía hacer. Me he inmolado ante el altar de mi Patria en el templo de la ley. Por mí no se derramará sangre en Cuba. Mi conciencia está muy tranquila y espera el fallo de la Historia. Y pongamos aquí punto final a la política." En el mes de diciembre, escribía lo siguiente: "Ayer me dejaron en libertad y me quedo en Cambute. Dicen que me darán pasaporte y así puedes hacer lo que creas más acertado sobre este particular, conforme a lo que arriba te digo; pero avisándome antes con especificación, lo mismo que a Mariano" 1874 El salvoconducto jamás llegó y se ve obligado a internarse en un sitio intrincado en plena Sierra Maestra a un lugar denominado San Lorenzo, en donde permanece acompañado solamente por su hijo mayor Carlos Manuel, y donde enseña a leer y escribir a los niños. El 27 de febrero Carlos Manuel de Céspedes es sorprendido en San Lorenzo, por una columna de soldados españoles del batallón de San Quintín, posiblemente conducidos hasta allí por la denuncia de algún informante. çAbandonado a su suerte por la Cámara de Representantes y sin escolta alguna, su hijo estaba fuera del campamento en ese momento, prácticamente ciego, intenta defenderse, pues no permite que sus enemigos lo capturen vivo, y ya herido de muerte, se despeña por un barranco. Manifiesto del Diez de Octubre Elaboró el Manifiesto del 10 de Octubre que daba a conocer los objetivos y las causas por las que los antiguos criollos, ahora convertidos en cubanos, se disponían a defender de forma violenta el territorio en que vivían y que ya comienzan a llamar Patria y nación. En este documento se plantea entre otros aspectos: «... Nadie ignora que España gobierna a la Isla de Cuba con un brazo de hierro ensangrentado... que teniéndola privada de toda libertad política, civil y religiosa, sus desgraciados hijos se ven expulsados de su suelo a remotos climas o ejecutados sin formación de proceso por comisiones militares en plena paz... la tiene privada del derecho de reunión como no sea bajo la presidencia de un jefe militar, no puede pedir remedio a sus males sin que se la trate como rebelde y no se le concede otro recurso que callar y obedecer...» Principales combates Dirige las tropas cubanas cuando el 11 de octubre se produce el combate de Yara, primer combate y primera derrota de lo que sería el futuro Ejército Libertador. Su actuación al conocer que sólo quedaban doce hombres es suficiente para reservarle un lugar en la historia de nuestra Patria: «Doce hombres bastan para alcanzar la independencia de Cuba...» Participa y dirige junto a otros patriotas la toma de Bayamo, el 20 de octubre de ese mismo año y se le ve junto a Pedro Figueredo en el acto donde por primera vez se entona nuestro Himno Nacional. Destitución Representante a la Asamblea de Guáimaro por la antigua provincia de Oriente defendió, en contra del criterio de Ignacio Agramonte y otros, la necesidad de un gobierno dirigido por los militares sin el peso de civiles que impidieran el desarrollo rápido de acciones militares. Por su labor en esta asamblea en torno a la búsqueda de la unidad, fue nombrado Presidente de la República en Armas. Su mandato se extiende desde 1869 hasta el 27 de octubre de 1873 en que la Cámara de Representantes lo destituye. El acto jurídico ocurre en el poblado de Bijagual de Jiguaní, según narra Eusebio Leal Spengler: «en presencia de un fuerte contingente de tropas mambisas y de altos mandos militares de la Revolución». Durante meses se le ve vagando junto a la impedimenta, pues el Gobierno le niega la autorización para abandonar el séquito del gobierno y marchar al extranjero. Su objetivo: continuar ayudando a la revolución. Finalmente al permitirle abandonar la sede del gobierno, solo, privado de la escolta que por el alto cargo desempeñado le correspondía, se retira a San Lorenzo, lugar intrincado donde funciona una especie de hospital mambí. El 27 de febrero de 1874 cae combatiendo contra una tropa española que lo descubre y trata de apresarlo. Su destitución, junto a la muerte de Ignacio Agramonte un año antes, abonó el camino para que florecieran la indisciplina, el caudillismo y el regionalismo que tanto le costarían al pueblo cubano en esa guerra. Características ‘Pequeño de estatura era Céspedes, aunque robusto y fuerte. Cuidadoso en el vestir, amigo del baile, de montar a caballo, de hacer esgrima, de jugar al ajedrez. Y era poeta, o mejor dicho, hacía versos, y era con las damas galante como un caballero de la Edad Media -que fue, según la Historia, la edad de la galantería suprema. Pequeño de estatura era también Napoleón, amo un día de Europa; y Bolívar, fundador de cinco naciones en América. Los hombres no son grandes por la estatura, sino por sus hechos. El mundo de los hombres no es como los mercados donde lo más que se admira de los frutos es el tamaño. El valer real del hombre no está en ser gordo o flaco, bajo o alto, rubio o moreno: el valer real del hombre está en la rectitud de la conciencia, en el genio, en el talento, en el saber, en la bondad del corazón, en no amar la vida al extremo de caer, por conservarla, en el deshonor: en saber morir a tiempo, sin miedo a la muerte... Grande fue Céspedes, a pesar de sus piernas cortas. Grande por el sentimiento, por la inteligencia, por la cultura; grande por el heroísmo y por el martirio. ‘La humanidad es fea a veces. Pero un hombre grande lo reconcilia a uno con la Humanidad. Como a padre debemos todos venerar a Céspedes. Céspedes; padre nuestro que estás en la Inmortalidad, al lado de Bolívar y San Martín, Hidalgo y José Martí.’ Céspedes y el Ajedrez Carlos Manuel de Céspedes tuvo una fuerte relación con el Ajedrez en su vida, más allá de la simple práctica del deporte. Estos son algunos de los hechos más relevantes: * Tradujo del francés "Las leyes del Juego de Ajedrez", libro escrito por el maestro Luis Charles de Labourdonnais y las publicó en el periódico "El Redactor", de Santiago de Cuba, a partir del 4 de octubre de 1855. * Céspedes jugó al Ajedrez hasta en el día de su fallecimiento. El Padre de la Patria jugaba ajedrez frecuentemente, con su ayudante Fernando Figueredo Socarrás. Las piezas y el tablero solía llevarlas, a través de la manigua oriental, en un burro de carga llamado Masón. Pero cada vez que sonaban disparos el animal corría espantado, aunque siempre regresaba al campamento mambí, al renacer la calma. La última vez que esto sucedió fue capturado por las fuerzas españolas, las cuales, posteriormente, devolvieron a Céspedes los objetos que transportaba el burro Masón, pero retuvieron las piezas y el tablero, alegando que el ajedrez podría servir a los mambises para planear tácticas de guerra. Referencias Wikipedia - http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Manuel_de_Céspedes_del_Castillo

Alí Chumacero

Alí Chumacero Lora (Acaponeta, Nayarit, 9 de julio de 1918 – México, D. F., 22 de octubre de 20101 ) fue un poeta y editor mexicano. Trayectoria Alí Chumacero residió desde 1937 en la Ciudad de México. Perteneció al grupo de escritores que fundó la revista Tierra Nueva y dirigió la publicación entre 1940 y 1942. Fue redactor de la revista El Hijo Pródigo y de México en la cultura, suplemento del ya extinto periódico Novedades, así como director de Letras de México. Fue becario de El Colegio de México en 1952 y del Centro Mexicano de Escritores entre 1952 y 1953. Desde 1964 fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.2 Fue miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana. Como autor, editor, redactor y corrector fue una de las figuras claves en la historia del Fondo de Cultura Económica, casa editorial para la cual laboró por más de medio siglo de trabajo intermitente. Fue famoso por haber corregido para el FCE, entre cientos de obras, el Pedro Páramo de Juan Rulfo.4 Alí Chumacero negó en repetidas ocasiones haber mejorado drásticamente la obra con su corrección,5 pero el rumor de que lo hizo persiste. Por su trayectoria como poeta recibió muchos premios, entre los que destacan el Premio Xavier Villaurrutia (1984),6 el Premio Internacional Alfonso Reyes (1986), el Premio Nacional de Lingüística y Literatura (1987),7 el Premio Estatal de Literatura Amado Nervo (1993) y la Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República (1996). El 24 de junio de 2008 recibió un homenaje, con motivo de su 90 cumpleaños, en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México. Víctima de neumonía, falleció a los 92 años el viernes 22 de octubre de 2010.9 Obras Poeta austero pero de gran intensidad lírica, Alí Chumacero sólo publicó tres colecciones de poesía, un disco donde los recita, y un compendio de ensayos críticos: 1940 - Páramo de sueños 1948 - Imágenes desterradas 1956 - Palabras en reposo 1987 - Los momentos críticos (ensayos) 1997 - En la orilla del silencio y otros poemas en la voz del autor (CD) Entre sus poemas se destaca Poema de amorosa raíz, cuya estrofa final reza: Cuando aún no había flores en las sendas porque las sendas no eran ni las flores estaban; cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas, ya éramos tú y yo. Páramo de sueños. Referencias wikipedia – http://es.wikipedia.org/wiki/Alí_Chumacero

Pierre Corneille

Pierre Corneille, aussi appelé « le Grand Corneille » ou « Corneille l'aîné », né le 6 juin 1606 à Rouen et mort le 1er octobre 1684 à Paris (paroisse Saint-Roch), est un dramaturge et poète français du xviie siècle. Issu d’une famille de la bourgeoisie de robe, Pierre Corneille, après des études de droit, occupa des offices d’avocat à Rouen tout en se tournant vers la littérature, comme bon nombre de diplômés en droit de son temps. Il écrivit d’abord des comédies comme Mélite, La Place royale, L’Illusion comique, et des tragi-comédies Clitandre (vers 1630) et en 1637, Le Cid, qui fut un triomphe, malgré les critiques de ses rivaux et des théoriciens. Il avait aussi donné dès 1634-35 une tragédie mythologique (Médée), mais ce n’est qu’en 1640 qu’il se lança dans la voie de la tragédie historique—il fut le dernier des poètes dramatiques de sa génération à le faire—, donnant ainsi ce que la postérité considéra comme ses chefs-d’œuvre: Horace, Cinna, Polyeucte, Rodogune, Héraclius et Nicomède. Déçu par l’accueil rencontré par Pertharite (1652, pendant les troubles de la Fronde), au moment où le début de sa traduction de L’Imitation de Jésus-Christ connaissait un extraordinaire succès de librairie, il décida de renoncer à l’écriture théâtrale et acheva progressivement la traduction de L’Imitation. Plusieurs de ses confrères, constatant à leur tour que la Fronde avait occasionné un rejet de la tragédie historique et politique, renoncèrent de même à écrire des tragédies ou se concentrèrent sur le genre de la comédie. Tenté dès 1656 de revenir au théâtre par le biais d’une tragédie à grand spectacle que lui avait commandée un noble normand (La Conquête de la Toison d’or, créée à Paris six ans plus tard fut l’un des plus grands succès du siècle), occupé les années suivantes à corriger tout son théâtre pour en publier une nouvelle édition accompagnée de discours critiques et théoriques, il céda facilement en 1658 à l’invitation du surintendant Nicolas Fouquet et revint au théâtre au début de 1659 en proposant une réécriture du sujet-phare de la tragédie, Œdipe. Cette pièce fut très bien accueillie et Corneille enchaîna ensuite les succès durant quelques années, mais la faveur grandissante des tragédies où dominait l’expression du sentiment amoureux (de Quinault, de son propre frère Thomas, et enfin de Jean Racine) relégua ses créations au second plan. Il cessa d’écrire après le succès mitigé de Suréna en 1674. La tradition biographique des XVIIIe et XIXe siècles a imaginé un Corneille confronté à des difficultés matérielles durant ses dernières années, mais tous les travaux de la deuxième moitié du XXe siècle révèlent qu’il n’en a rien été et que Corneille a achevé sa vie dans une confortable aisance. Son œuvre, 32 pièces au total, est variée: à côté de comédies proches de l’esthétique baroque, pleines d’invention théâtrale comme L’Illusion comique, Pierre Corneille a su donner une puissance émotionnelle et réflexive toute nouvelle à la tragédie moderne, apparue en France au milieu du XVIIe siècle. Aux prises avec la mise en place des règles classiques, il a marqué de son empreinte le genre par les hautes figures qu’il a créées: des âmes fortes confrontées à des choix moraux fondamentaux (le fameux «dilemme cornélien») comme Rodrigue qui doit choisir entre amour et honneur familial, Auguste qui préfère la clémence à la vengeance ou Polyeucte placé entre l’amour humain et l’amour de Dieu. Si les figures des jeunes hommes pleins de fougue (Rodrigue, le jeune Horace) s’associent à des figures de pères nobles (Don Diègue ou le vieil Horace), les figures masculines ne doivent pas faire oublier les personnages féminins vibrant de sentiments comme Chimène dans Le Cid, Camille dans Horace ou Cléopâtre, reine de Syrie, dans Rodogune. L’œuvre de Pierre Corneille est aussi marquée par la puissance d’un alexandrin rythmé qui donne de célèbres morceaux de bravoure (monologue de Don Diègue dans Le Cid, imprécations de Camille dans Horace) et la force de maximes à certaines paroles («À vaincre sans péril, on triomphe sans gloire», Le Cid, II, 2– «Laisse faire le temps, ta vaillance et ton roi», dernier vers du Cid– «Je suis maître de moi comme de l’univers», Cinna, V, 3– «Dieu ne veut point d’un cœur où le monde domine» Polyeucte, I, 1). Le théâtre de Pierre Corneille fait ainsi écho aux tournures du Grand Siècle dont il reflète aussi les valeurs comme l’honneur et les grandes interrogations, sur le pouvoir par exemple (contexte de la mort de Richelieu et de Louis XIII), la question de la guerre civile dans La Mort de Pompée (1643), ou la lutte pour le trône dans Nicomède (1651, dans le contexte de la Fronde). Biographie Une famille de récente bourgeoisie Le berceau de la famille Corneille est situé à Conches-en-Ouche où les Corneille sont agriculteurs et marchands tanneurs. Le plus lointain ancêtre retrouvé est Robert Corneille, arrière-grand-père du dramaturge, qui possède un atelier de tannerie établi en 1541. Son fils aîné, Pierre se marie en 1570 avec Barbe Houel, nièce d’un greffier criminel du Parlement de Rouen; il devient commis greffier de son oncle par alliance. Il achète ensuite de modestes charges d’officier («maître particulier des eaux et forêts de la vicomté de Rouen» et conseiller référendaire à la Chancellerie), ce qui lui permet d’obtenir une licence en droit, de devenir avocat en 1575 et d’acheter en 1584 deux maisons rue de la Pie, où naîtra le futur dramaturge. La famille Corneille accède ainsi à la petite bourgeoisie de robe. L’aîné de ses enfants, lui aussi nommé Pierre, devient en 1599 «Maître enquêteur des Eaux et Forêts du bailliage de Rouen». En 1602, il épouse Marthe Le Pesant, fille d’avocat, sœur d’un notaire. En 1619, il vend sa charge pour vivre de ses rentes. Pierre, avocat du roi, et Marthe Corneille ont huit enfants, dont deux morts prématurément; le futur dramaturge est l’aîné des six frères et sœurs restants, le plus jeune ayant vingt-trois ans de moins que lui. Une formation de juriste Il fait de brillantes études secondaires au collège de Bourbon (aujourd’hui lycée Corneille) dirigé par les jésuites. Il remporte plusieurs prix et se découvre une passion pour l’éloquence des stoïciens latins et pour la pratique théâtrale que les jésuites ont introduite dans leur collèges dans une perspective pédagogique. Puis, comme tous les aînés Corneille, il fait des études de droit. Il prête serment comme avocat le 18 juin 1624 au Parlement de Rouen. En 1628 son père lui achète pour 11 600 livres deux offices d’avocat du roi, au siège des Eaux et Forêts et à l’amirauté de France à la Table de marbre de Rouen. Il prend ses fonctions le 16 février 1629. Timide et peu éloquent, il renonce à plaider. Tout en continuant son métier d’avocat, qui lui apporte les ressources financières nécessaires pour nourrir sa famille de six enfants, il se tourne alors vers l’écriture et le théâtre dont ses personnages lui permettent de retrouver la vocation d’orateur qui lui faisait défaut comme plaideur. Des débuts comme auteur de comédies (1629-1636) En 1625, il connut un échec sentimental avec Catherine Hue, qui préfèra épouser un plus beau parti, Thomas du Pont, conseiller-maître à la cour des comptes de Normandie. Ces premières amours le conduisirent à écrire ses premiers vers, à la suite de quoi il passa naturellement à ce qu’on appelait à l’époque «la poésie dramatique», phénomène fréquent à cette époque chez les jeunes diplômés en droit qui tâtaient de la poésie. Tandis que les autres jeunes poètes de sa génération n’écrivaient que des tragi-comédies et des pastorales (la tragédie et la comédie connaissaient une certaine désaffection depuis quelques années), il eut l’idée de transposer dans un cadre «comique» (l’action se passe dans une ville et les jeunes héros sont des citadins) un modèle d’intrigue issu de la pastorale. Ainsi apparut Mélite, qu’il qualifia dans la première édition de «pièce comique» et non pas de comédie, forme nouvelle de «comédie sentimentale» fondée sur les déchirements du cœur et une conception nouvelle du dialogue de théâtre qu’il qualifiera lui-même trente ans plus tard de «conversation des honnêtes gens», loin des formes comiques alors connues qu’étaient la farce et la comédie bouffonne à l’italienne. Le jeune avocat-poète proposa sa pièce à l’une des nombreuses «troupes de campagne» qui venaient régulièrement jouer quelques semaines à Rouen, mais il sut choisir l’une des deux meilleures, la troupe du prince d’Orange, dirigée par Montdory et Le Noir, qui la donna avec succès à Paris quelques semaines après son passage à Rouen (1629). La troupe la joua avec succès sur la scène de l’hôtel de Bourgogne juste avant que l’autre troupe importante, celle des Comédiens du Roi, dirigée par Bellerose, ne loue cette salle pour une durée indéterminée, offrant enfin à Paris sa première troupe installée de façon permanente. Il semble que Montdory ait voulu profiter du succès de Mélite pour s’implanter à son tour à Paris et c’est ainsi que la «troupe du prince d’Orange», après avoir joué dans divers jeux de paume, finit par s’installer à demeure dans l’un d’entre eux, le jeu de paume du Marais en 1634 et devint dès lors la troupe du théâtre du Marais. Tel est le sens des mots de Corneille, trente ans plus tard: «Le succès [de Mélite] en fut surprenant. Il établit une nouvelle troupe de Comédiens à Paris, malgré le mérite de celle qui était en possession de s’y voir l’unique». Après la parenthèse de Clitandre, tragi-comédie échevelée qui résulta sans doute d’une commande de Montdory (la mode était alors à ce type de théâtre romanesque), Corneille revint à la veine comique qu’il avait lui-même ouverte en donnant successivement pour la même troupe La Veuve, La Galerie du Palais, La Suivante et La Place Royale, dont le dénouement (cette pièce est l’une des seules comédies du XVIIe siècle, avec Le Misanthrope de Molière trente ans plus tard, qui ne se termine pas par le mariage des jeunes amoureux) semble marquer un adieu à cette veine comique. Ce que confirme L’Illusion comique, la comédie qu’il écrira deux ans plus tard—après l’expérience de la tragédie Médée (sur cette tragédie voir plus bas)—, génial pot-pourri dans lequel s’emboîtent un commencement de pastorale (avec sa grotte et son magicien), une comédie à l’italienne (avec son capitan fanfaron Matamore), une tragi-comédie et pour finir une tragédie (créée sans doute en 1636, elle fut publiée en 1639). En 1633, sur l’invitation de l’archevêque de Rouen François Harlay de Champvallon, il écrit une pièce de vers latins, Excusatio, en l’honneur de Louis XIII, de la reine et de Richelieu alors en cure près de Rouen à Forges-les-Eaux. Il devient dès lors l’un des protégés du cardinal, féru de théâtre, qui lui verse, comme à plusieurs autres dramaturges, une pension de 1 500 livres. Mais cette faveur a une contrepartie: Richelieu, qui n’a pas le temps d’écrire pour le théâtre, rêve d’un groupe d’auteurs qui écriraient des pièces à partir de ses idées de sujet. C’est ainsi qu’en 1635, Richelieu réunit une société dite «des Cinq Auteurs» et constituée de François Le Métel de Boisrobert, Claude de L’Estoile, Jean Rotrou et Guillaume Colletet. Ainsi vit le jour une première pièce, La Comédie des Tuileries, dont le canevas avait été rédigé par Jean Chapelain, le grand critique et théoricien dramatique de la période, sur une idée de Richelieu; les cinq auteurs pour leur part s’étaient partagés la versification d’un acte chacun (et les avis divergent encore aujourd’hui pour savoir quel est l’acte qu’a versifié Corneille. La légende veut que, peu satisfait par cette expérience, Corneille se soit vite retiré du groupe en prétextant ses devoirs familiaux et professionnels à Rouen. Mais s’il est vrai qu’en 1638 la préface de L’Aveugle de Smyrne (joué au Palais-Cardinal l’année précédente) donne à croire que l’un des cinq auteurs se serait abstenu, aucun document d’époque ne permet de penser qu’il se soit agi de Corneille et que les relations entre Corneille et Richelieu en auraient été refroidies. Au cours de l’année 1634, sans doute incité par le succès de la Sophonisbe de Jean Mairet et de Hercule mourant de Jean Rotrou qui marquent le retour de la tragédie régulière sur les scènes parisiennes après un effacement de plusieurs années, il écrit sa première tragédie, Médée, qui semble avoir été très bien accueillie, contrairement à une légende apparue au XVIIIe siècle (comme toujours): Corneille critiquera sa grande irrégularité vingt ans plus tard dans l’«Examen» de la pièce, tout en rappelant que c’était l’usage à ce moment-là, sans laisser entendre que la pièce n’avait pas eu de succès; en outre, le fait qu’il ne l’ait publiée qu’en 1639 pour en laisser l’exclusivité à la troupe du Marais qui l’avait créée quatre ans plus tôt, donne à penser que la pièce fut fréquemment reprise au théâtre, jusqu’à ce que l’apparition des nouvelles tragédies cornéliennes à partir de 1640 ne la démode. La consécration comme auteur de tragédies (1637-1651) Le Cid et la querelle du Cid (1637-1640) Créé en janvier 1637 sur la scène du théâtre du Marais, Le Cid a été ressenti par les spectateurs contemporains comme une véritable révolution et produisit un choc de même nature que trente ans plus tard Andromaque de Jean Racine (1667), et dans le genre comique L’École des femmes de Molière (1662-1663). Cette révolution provoqua un véritable scandale chez les rivaux de Corneille et chez certains lettrés, ce qui déclencha la querelle du Cid et déboucha sur la condamnation de la pièce par la toute récente Académie française dans un texte intitulé Les Sentiments de l’Académie sur la tragi-comédie du Cid qui parut en décembre 1637. Corneille, ébranlé, se plongea dans les ouvrages de théorie dramatique (d’Aristote à ses commentateurs italiens de la Renaissance) et n’écrivit plus pour le théâtre jusqu’à la fin de 1639, époque vers laquelle il se lança dans sa première tragédie romaine Horace. Si Le Cid a bouleversé le paysage dramatique de l’époque, c’est qu’il s’agissait certes d’une tragi-comédie (le genre à la mode en ces années-là)—et l’on retrouve dans le cadre d’un obstacle venu séparer deux amoureux qui se marient à la fin, des duels, des batailles, un enjeu politique superficiel—mais d’une tragi-comédie d’un type nouveau: action physique rejetée dans les coulisses et traduite par les mots, personnages historiques, affrontement passionnel inouï jusqu’alors et surtout une conception nouvelle de l’obstacle tragi-comique. Alors que le principe de la tragi-comédie reposait sur une séparation des amoureux par un obstacle susceptible de se résoudre à la fin pour permettre leur mariage, Corneille choisit d’adapter Las Mocedades del Cid de Guilhem de Castro qui racontait l’histoire d’un héros légendaire espagnol qui avait épousé la fille de l’homme qu’il avait tué: c’est-à-dire un sujet fondé sur un obstacle qu’il est impossible de résoudre à la fin. En effet, Rodrigue et Chimène se marient à la fin (c’est pourquoi la pièce est bien une tragi-comédie), mais le père de Chimène est bel et bien mort. C’est la présence de ce mort à l’arrière-plan qui crée les si beaux affrontements passionnels entre Chimène et Rodrigue, qui ravirent le public de l’époque; mais c’est aussi ce qui fut la source du scandale déclenché chez les lettrés. Car en racontant ainsi l’histoire d’une fille qui épouse le meurtrier de son père, Corneille avait enfreint la principale des règles de la dramaturgie classique en cours d’élaboration, la vraisemblance: sur le plan de l’intrigue, il était jugé invraisemblable qu’une fille épouse le meurtrier de son père (le fait peut être vrai, mais il est contraire au comportement attendu d’un être humain, donc invraisemblable), et sur le plan du caractère du personnage de Chimène, il était jugé invraisemblable qu’une fille présentée comme vertueuse ose avouer au meurtrier de son père qu’elle continue à l’aimer. Condamné par les «doctes» et par leur organe institutionnel qu’était l’Académie, Le Cid n’en continua pas moins sa carrière triomphale sur la scène du Marais et bientôt sur toutes les scènes de France par l’intermédiaire des nombreuses «troupes de campagne» qui sillonnaient le pays et même une partie de l’Europe. Ce succès public confirma Corneille dans l’idée que les meilleurs sujets de théâtre sont ceux qui transportent le public par le spectacle d’événements inouïs. C’est pourquoi, loin de faire amende honorable, et de corriger le dénouement du Cid (on lui avait proposé de faire découvrir à Chimène que son père mort n’était pas son vrai père, ou bien que son père laissé pour mort sur le lieu du combat paraissait pouvoir être sauvé), il choisit un nouveau sujet qui supposait le même type d’événement extraordinaire: Horace raconte en effet comment un héros qui revient triomphant d’un combat dans lequel il a sauvé sa patrie est conduit à tuer sa propre sœur. Un sujet qui sera jugé tout aussi inacceptable par les doctes (même s’il arrive qu’un homme puisse tuer sa sœur, c’est un acte invraisemblable au regard du comportement attendu des êtres humains). D’Horace à La Mort de Pompée: les chefs-d’œuvre «romains» de Corneille (1639-1643) Au début de janvier 1639, Jean Chapelain, homme fort de l’Académie française et principal rédacteur des Sentiments de l’Académie qui avaient condamné Le Cid, écrivait à un de ses amis: «Corneille est ici depuis trois jours, et d’abord m’est venu faire un éclaircissement sur le livre de l’Académie pour ou plutôt contre Le Cid, m’accusant et non sans raison d’en être le principal auteur. Il ne fait plus rien, et Scudéry a du moins gagné cela, en le querellant, qu’il l’a rebuté du métier et lui a tari sa veine. Je l’ai autant que j’ai pu réchauffé et encouragé à se venger et de Scudéry et de sa protectrice [l’Académie] en faisant quelque nouveau Cid qui attire encore les suffrages de tout le monde et qui montre que l’art n’est pas ce qui fait la beauté; mais il n’y a pas moyen de l’y résoudre: et il ne parle plus que de règles et que de choses qu’il eût pu répondre aux académiciens, s’il n’eût point craint de choquer les puissances, mettant au reste Aristote entre les auteurs apocryphes, lorsqu’il ne s’accommode pas à ses imaginations.» Au début de 1639, Corneille était donc encore plongé dans une intense réflexion théorique, et il n’avait pas encore trouvé un nouveau sujet de pièce. Sa réflexion dut être encore retardée par les conséquences de la mort de son père, survenue le 12 février de la même année, qui le laissa à 33 ans chef de famille (avec sa mère) et tuteur de deux enfants mineurs, une sœur de 16 ans (Marthe, future mère de Fontenelle) et un frère de 14 ans (Thomas, futur auteur dramatique). C’est donc au cours du second semestre de 1639 qu’il trouva son sujet et se lança dans la rédaction. On sait par une autre lettre de Chapelain que le 9 mars 1640 Horace a déjà été joué en privé devant le cardinal de Richelieu (ainsi qu’un comité de «doctes» qui ont suggéré des remaniements, refusés par Corneille) et qu’on attend sa création sur la scène du théâtre du Marais. Horace, première tragédie historique et romaine de Corneille, ouvre ainsi la deuxième partie de sa carrière, et sera suivi de trois autres tragédies romaines Cinna (hiver 1641-1642), Polyeucte (hiver 1642-1643), La Mort de Pompée (hiver 1643-1644). Sujet puisé dans l’histoire antique, stricte régularité de l’action, du temps et du lieu, Corneille a en partie répondu aux vœux des doctes, tout en conservant le principe des sujets à la limite de la vraisemblance, la violence des passions et la construction de héros qui forcent l’admiration. En même temps il a rejoint et sublimé la thématique développée dès la décennie précédente dans les tragédies historiques de ses confrères: confrontation de l’héroïsme et de l’État doublant la confrontation de l’héroïsme et de l’amour, inscrite dans un devenir historique et dans une réflexion sur la portée des actes individuels. S’il a désormais tourné le dos à la tragi-comédie (il rebaptisera bientôt Le Cid «tragédie»), il a l’idée de transposer sa caractéristique principale (le dénouement nuptial) dans le genre tragique, à l’occasion de Cinna, créant ainsi la formule de la tragédie à fin heureuse, appelée à une belle carrière. Le succès de cette veine fut tel qu’il hissa définitivement Corneille au-dessus de tous ses rivaux et qu’il commença à être considéré par les Français comme le plus grand dramaturge moderne, Guez de Balzac n’hésitant pas à le qualifier de Sophocle dans une lettre qu’il lui adressa au début de 1643, au lendemain de la publication de Cinna. Mariage (1641) En 1641, il épouse grâce à l’intervention de Richelieu une jeune aristocrate, Marie de Lampérière, fille de Matthieu de Lampérière, lieutenant-général des Andelys. De ce mariage naîtront huit[réf. souhaitée] enfants: deux filles et six[réf. souhaitée] garçons, dont deux morts prématurément. Son jeune frère Thomas épousera plus tard la seconde fille du lieutenant-général, Marguerite. Cette intervention de Richelieu en sa faveur, cinq ans après que le même Richelieu avait exigé de l’Académie française qu’elle donne son avis sur la conformité du Cid aux règles dramatiques, explique les sentiments mitigés de Corneille au lendemain de la mort du cardinal-ministre, exprimés dans un quatrain resté célèbre (1643): Début du règne de Louis XIV et période de la Fronde (1643-1651) Avec Rodogune (hiver 1644-45), Corneille abandonna la tragédie romaine pour explorer les confins du monde méditerranéen antique, ce qui lui offrit l’occasion de dramatiser les jeux politiques liés à la succession dynastique, s’orientant vers ce qu’il qualifia lui-même dans ses textes théoriques de «tragédie implexe», fondée sur la complexité de l’intrigue. Il approfondit cette dramaturgie «implexe» et cette thématique dynastique deux ans plus tard avec Héraclius, qui, reposant sur une double substitution d’enfants, est sans doute la première tragédie moderne de l’identité (la première tragédie antique de l’identité étant Œdipe), Corneille ayant établi une liaison étroite entre la quête de l’identité du héros et les questions de légitimité politique et d’amour princier. Cette problématique, qui s’esquisse même dans la grande et triomphale tragédie à machines Andromède (prévues pour le carnaval 1648, mais montée seulement en janvier 1650 à cause des troubles de la Fronde), se retrouve dans Don Sanche d’Aragon (comédie héroïque, 1649) et dans Pertharite (1652). Pour autant, Corneille ne renonce pas tout à fait à la comédie, profitant de la mode de la comédie à l’espagnole sur les deux théâtres parisiens pour lancer Le Menteur (premier trimestre 1644), dont le succès fut tel qu’il l’incita à lui donner une suite, qui fut un échec (La Suite du Menteur, premier trimestre 1645) et le détourna définitivement de la comédie. On a longtemps pensé que de 1643 à 1652, c’est-à-dire de la mort de Richelieu (décembre 1642) puis de Louis XIII (mai 1643) à la fin de la Fronde, Corneille avait cherché à prendre en compte la crise que traversait la France: en fait, les tragédies de complot, de succession dynastique et de guerre civile sont apparues dès le XVIe siècle avec la naissance de la tragédie moderne; mais tandis que toutes les œuvres de ses confrères étaient oubliées, Corneille en portant ce type de pièce à la perfection a donné l’impression de l’avoir inventé et d’avoir été le seul à «dialoguer» avec la réalité historique et politique de son temps. Malgré son peu de goût pour le mécénat, Mazarin fit mine de reprendre sur ce plan la politique de Richelieu et offrit à Corneille une pension de 1 000 livres. Cela n’empêcha pas le poète de subir deux échecs à l’Académie française; la raison invoquée étant que, habitant en province, il ne pourrait assister aux réunions. Mais il fut finalement élu le 22 janvier 1647 au fauteuil 14, qui sera occupé par son frère Thomas après sa mort. Compte tenu de sa fidélité à l’autorité royale durant la Fronde, Mazarin lui offrit un emploi officiel inattendu: il destitua le procureur général des états de Normandie (un fidèle du duc de Longueville qui avait tenté de soulever la Normandie) et nomma Corneille à sa place le 12 février 1650. Du coup, pour assumer ses nouvelles fonctions, Corneille dut vendre ses deux charges d’avocat à la Table de Marbre du Palais (18 mars 1650), mais un an plus tard, à la faveur de la rentrée en grâce des princes et de l’exil en Allemagne de Mazarin, l’ancien titulaire fut rétabli dans sa charge de procureur, et Corneille fut remercié. Il se retrouva sans fonctions officielles et sans sa pension, puisque Mazarin était exilé. On voit que le succès de la tragédie Nicomède en janvier 1651 que nombre de contemporains ont lu comme un éloge à peine voilé du Grand Condé, meneur de la Fronde alors emprisonné, n’a été pour rien dans les soubresauts de la carrière officielle de Corneille: c’est au moment même où Nicomède triomphait que Condé est sorti de prison et que Mazarin s’est exilé, et c’est justement la victoire (provisoire) du héros qui a fait perdre à Corneille sa belle position de procureur général. Il fut en somme l’une des nombreuses victimes de cette immense partie de dupes que constitua la Fronde. Les années 1650 Abandon de l’écriture dramatique (1652-1658) En novembre 1651 sont achevés d’imprimer presque en même temps sa tragédie de Nicomède et un volume regroupant les vingt premiers chapitres de sa traduction de l’Imitation de Jésus Christ qui va se révéler un extraordinaire succès de librairie avec 2 300 éditions et près de 2.4 millions d’exemplaires en circulation à la fin du XVIIIe siècle, ce qui en fait à cette époque le livre le plus souvent imprimé après la Bible. Et c’est probablement le mois suivant qu’est créé Pertharite (décembre 1651 ou janvier 1652), une puissante tragédie qui chute brutalement sans qu’on en connaisse la raison exacte; l’absence à peu près totale de créations de nouvelles tragédies dans les deux théâtres parisiens au cours des quatre années suivantes incite à penser que les spectateurs, lassés par les complexes enjeux politiques de la Fronde, se sont détournés de la tragédie du fait de son cadre historique et de sa thématique politique (l’action de Pertharite se déroule en pleine guerre civile). En somme, Pertharite serait la première tragédie qui aurait fait les frais de cette lassitude du public, sans que le talent créateur de Corneille soit en cause. Il en profite cependant pour annoncer sa retraite du théâtre—il peut se le permettre puisqu’il est au comble d’une gloire qui court d’un bout à l’autre de l’Europe—et pour se consacrer entièrement à la très pieuse et très lucrative entreprise de traduction de l’Imitation de Jésus-Christ. La fin du livre I et le début du livre II paraissent à la fin d’octobre 1652; en juin 1653, les deux premiers livres complets paraissent, augmentés de gravures au commencement de chaque chapitre. Suit le livre III en 1654 et le livre IV (et dernier) en 1656 qui donnera l’occasion d’une édition, cette fois complète, de l’ensemble, avec une dédicace au pape Alexandre VII. Durant l’été de 1654, pour des raisons que nous ignorons, Corneille et sa femme firent un séjour aux eaux de Bourbon (la plus courue des stations thermales au XVIIe siècle); on ne sait si le séjour avait été recommandé pour lui ou pour sa femme, mais l’on observe que quelques mois plus tard, en 1655, celle-ci accouche de Madeleine, leur sixième enfant et troisième fille; suivra en 1656 Thomas, leur dernier enfant. L’aboutissement du chantier de l’Imitation de Jésus-Christ a manifestement réveillé chez Corneille l’envie d’écrire à nouveau pour le théâtre. D’autant qu’à ses côtés son jeune frère Thomas après avoir enchaîné les succès avec une longue série de comédies, vient de se lancer dans l’écriture d’une tragédie romanesque (Timocrate) qui, créée au théâtre du Marais en décembre de cette même année 1656, se révélera l’un des plus grands succès du siècle. On sait ainsi, par le témoignage d’une connaissance rouennaise de Pierre Corneille, qu’en juillet 1656 il est déjà occupé à écrire «la tragédie de La Toison d’or». Commandée par le marquis de Sourdéac, un original passionné de machineries théâtrales (et qui fera construire treize ans plus tard la première salle d’opéra de Paris rue Guénégaud), cette pièce à grand spectacle ne sera créée que cinq ans plus tard au théâtre du Marais, où elle connaîtra un extraordinaire succès. On comprend pourquoi, après avoir achevé cette pièce et en attendant sa création, il a pu se lancer d’abord dans une grande entreprise de révision de toutes ses pièces de théâtre (l’édition, accompagnée d’examens critiques de chaque pièce et de trois «Discours» théoriques sur le théâtre en tête de chacun des trois volumes paraîtra en 1660) et ensuite dans l’écriture d’une nouvelle tragédie: il accepte avec enthousiasme à l’automne de 1658 la proposition du grand mécène de cette période, le surintendant Fouquet, de faire sa grande rentrée au théâtre en reprenant le sujet le plus célèbre de la tradition tragique, l’histoire d’Œdipe. La tragédie d’Œdipe fut ainsi créée sur la scène du théâtre de l’hôtel de Bourgogne le 24 janvier 1659: le succès fut tel que Corneille se trouva relancé pour quinze ans. Le rendez-vous manqué de Corneille et de Molière (1658-1659)? À la mi-mai 1658 Thomas Corneille écrit à un de leurs amis parisiens, le galant abbé de Pure (auteur d’un vaste roman intitulé La Précieuse): «Nous attendons ici les deux beautés que vous croyez pouvoir disputer cet hiver d’éclat avec la sienne [la beauté de Mlle Baron, actrice parisienne]. Au moins ai-je remarqué en Mlle Béjart grande envie de jouer à Paris, et je ne doute point qu’au sortir d’ici, cette troupe n’y aille passer le reste de l’année. Je voudrais qu’elle voulût faire alliance avec le Marais, cela en pourrait changer la destinée. Je ne sais si le temps pourra faire ce miracle.» L’abbé de Pure sait donc déjà que Molière et sa troupe ont annoncé leur intention de tenter de prendre pied à Paris durant l’hiver 1658-1659, et Thomas Corneille le lui confirme après en avoir parlé avec Madeleine Béjart, arrivée à Rouen avant le reste de la troupe («les deux beautés», Catherine de Brie et Marquise Du Parc étaient restées en arrière parce que Marquise venait d’accoucher à Lyon). Beaucoup d’historiens du théâtre et de biographes de Molière se sont interrogés sur ce séjour de Molière à Rouen et certains ont même imaginé qu’il était venu rencontrer Corneille. Le rédacteur de la vie de Molière qui a paru dans la grande édition posthume des Œuvres de Molière en 1682 donnait pourtant une raison plus prosaïque, qui est corroborée par les termes de la lettre de Thomas Corneille à l’abbé de Pure: «En 1658, ses amis lui conseillèrent de s’approcher de Paris, en faisant venir sa Troupe dans une Ville voisine: c’était le moyen de profiter du crédit que son mérite lui avait acquis auprès de plusieurs personnes de considération, qui s’intéressant à sa gloire, lui avaient promis de l’introduire à la Cour. Il avait passé le carnaval à Grenoble, d’où il partit après Pâques, et vint s’établir à Rouen. Il y séjourna pendant l’Été, et après quelques voyages qu’il fit à Paris secrètement, il eut l’avantage de faire agréer ses services et ceux de ses camarades à MONSIEUR, Frère Unique de Sa Majesté, qui lui ayant accordé sa protection, et le titre de sa Troupe, le présenta en cette qualité au Roi et à la Reine Mère.» Autrement dit, pour pouvoir prendre pied à Paris, il fallait à Molière et à sa troupe un protecteur le plus haut placé possible, ainsi qu’un théâtre: s’installer dans une ville assez proche de Paris pour pouvoir y faire de nombreux allers-retours pour avancer dans les négociations et rencontrer les «personnes de considération» qui appuyaient ces démarches était donc un choix stratégique. Ce choix de se rapprocher de Paris en séjournant à Rouen était d’autant plus logique que Rouen était alors constamment visitée par des troupes de comédiens qui y faisaient des séjours de plusieurs semaines, et pas seulement des troupes de campagne comme celle de Molière; en 1674, Samuel Chappuzeau rapporte dans son ouvrage intitulé Le Théâtre françois que même la troupe du théâtre du Marais y faisait de fréquents séjours: «Cette Troupe allait quelquefois passer l’Été à Rouen, étant bien aise de donner cette satisfaction à une des premières Villes du Royaume. De retour à Paris de cette petite course dans le voisinage, à la première affiche le Monde y courait, et elle se voyait visitée comme de coutume.» Et l’on sait par ailleurs que Molière et les Béjart avaient déjà séjourné quelques semaines à Rouen avec leur première troupe («L’Illustre théâtre») pendant qu’on aménageait leur théâtre à Paris (automne de 1643), quelques mois avant la troupe du Marais dont la salle brûla en janvier 1644 et qui vint jouer à Rouen pendant qu’on reconstruisait le bâtiment. En dehors de cette lettre de Thomas Corneille, les seules relations avérées entre les frères Corneille et la troupe de Molière tiennent à quelques poésies galantes adressées par les deux frères à la belle Marquise (Mademoiselle Du Parc), épouse de l’acteur Du Parc, dit «Gros-René»; en particulier les célèbres stances «À Marquise», l’une des plus jolies poésies de Pierre Corneille. Depuis le XVIIIe siècle, de nombreux amateurs de romanesque en ont déduit que le pauvre Corneille vieillissant aurait été un amoureux transi de la belle comédienne. Mais le fait que les deux frères se soient ainsi livrés à une aimable joute poétique, le fait que Pierre ait repris le thème de la belle indifférente à la beauté passagère face au vieux poète dont les vers assurent l’immortalité (c’était déjà le thème du «Quand vous serez bien vieille…» de Ronsard, un siècle plus tôt) et enfin le fait que Pierre ait écrit d’autres poèmes de même tonalité à d’autres femmes tout aussi inaccessibles que Marquise durant la même période, tout cela montre que les frères Corneille se sont laissés griser à cette période de leur vie par une vie mondaine rouennaise plus intense que par le passé et calquée sur la vie mondaine parisienne: deux ans plus tard, toutes leurs petites poésies galantes (18 en tout) paraîtront à Paris dans la cinquième livraison du «recueil Sercy» aux côtés des poèmes de même acabit composés par les poètes et les beaux esprits parisiens. En dehors de cette occasion de jeu mondain, Pierre Corneille semble avoir été peu sensible à la présence de la troupe de Molière dans sa ville: ce n’était qu’une troupe de campagne de plus, parmi toutes celles qui occupaient régulièrement l’un des deux jeux de paume dans lesquels la municipalité autorisait les représentations théâtrales. On en a la preuve dans une lettre qu’il écrit lui-même le 9 juillet 1658 à l’abbé de Pure: «Mon frère vous salue, et travaille avec assez de chagrin. Il ne donnera qu’une pièce cette année. Pour moi, la paresse me semble un métier bien doux, et les petits efforts que je fais pour m’en réveiller s’arrêtent à la correction de mes ouvrages. C’en sera fait dans deux mois, si quelque nouveau dessein ne l’interrompt. J’en voudrais avoir un. Je suis de tout cœur votre très humble et très obligé serviteur Corneille.» Ainsi la troupe de Molière joue à Rouen depuis plusieurs semaines et cela n’a donné aucune envie pressante à Corneille de se lancer de nouveau dans l’écriture théâtrale: il lui faudra attendre trois mois plus tard d’être présenté à Fouquet à l’occasion d’un voyage à Paris pour se laisser tenter par l’un des sujets de tragédie proposés par le surintendant. Ce sera Œdipe. Mais sur ce point encore on observe que les liens entre Corneille et Molière étaient si peu étroits que, loin de proposer sa nouvelle pièce à la troupe de Molière qui venait à peine de s’installer à Paris (elle commença à jouer devant le public au début de novembre 1658) et qui aurait pu profiter de cette formidable publicité constituée par le retour de Corneille au théâtre, c’est à la plus célèbre troupe parisienne, celle de l’Hôtel de Bourgogne, que le grand poète s’est empressé de confier sa tragédie. Depuis qu’au XIXe siècle la publication du Registre de La Grange (un extrait des registres de compte effectué par le comédien La Grange, bras droit de Molière puis l’un des hommes forts des débuts de la Comédie-Française) a fait découvrir le répertoire de la troupe de Molière depuis Pâques 1659, on a pu constater qu’elle avait joué deux fois plus de tragédies de Corneille que de tragédies de Tristan l’Hermite, de Rotrou, de Magnon etc. et que de comédies de Scarron, de Boisrobert et de Thomas Corneille, comme si malgré tout des liens privilégiés s’étaient établis entre les deux hommes. En fait, l’examen du Mémoire de Mahelot—un aide-mémoire destiné aux décorateurs de l’Hôtel de Bourgogne qui recense les pièces au répertoire de ce théâtre—montre les mêmes proportions: pour tous les théâtres à cette époque, lorsqu’il fallait vivre de reprises entre deux créations de pièces nouvelles, c’est le plus souvent vers Corneille qu’on se tournait (en attendant que Racine le rejoigne). Et depuis longtemps tous les historiens du théâtre ont remarqué que trois ans plus tard, dans sa préface des Fâcheux (publié en février 1662), Molière devait ironiser sur la posture de «grand auteur» adoptée par Corneille lorsqu’il publia les trois volumes de son Théâtre (1660) accompagnés de Discours et d’Examens. Le rendez-vous entre les deux hommes avait donc bel et bien été manqué: s’ils s’étaient évidemment rencontrés à cette occasion, cela n’avait pas eu de conséquence sur leurs carrières respectives; il allait falloir attendre la montée en puissance de l’ambitieux et brillant Jean Racine et sa brouille avec Molière (survenue en décembre 1665 après la création de Alexandre le Grand) pour que s’opère un rapprochement entre Corneille et Molière qui débouchera sur la création d’Attila. Les années 1659-1674 Une nouvelle manière d’écrire des tragédies? Tandis que La Conquête de la Toison d’or mise en chantier dès 1656 et créée en 1661 reprend le même type de sujet mythologique et la même dramaturgie «à machines» que Andromède, c’est véritablement avec Œdipe que Corneille a entamé la dernière partie de sa carrière. On parle volontiers de période de la vieillesse, du fait d’une sorte de corrélation entre l’âge de Corneille, la mise sur la scène de héros vieillissants (Sertorius, 1662, ou Pulchérie, 1672) ou apparemment dépourvus de vertus héroïques actives (Othon, 1664), et l’issue de la dernière tragédie, l’une de ses plus belles, où le héros s’abandonne à la mort (Suréna, 1674). Pourtant les six ans de «retraite» n’ont pas marqué de rupture dans sa conception théâtrale, comme le révèle tout ce qui rapproche Héraclius et Œdipe, deux tragédies de l’identité, et comme le confirment les Examens de ses pièces et les Discours théoriques qu’il publie dans la grande édition de son Théâtre de 1660. Ce qui paraît nouveau, c’est que l’accession au pouvoir du héros ne passe plus par la reconnaissance de son identité ou simplement de son héroïsme, mais par une combinaison de mariages; en fait, l’expression de tragédies matrimoniales qu’on applique à ces œuvres ne doit pas masquer que la nature même de la tragédie cornélienne n’a pas changé et que Corneille a simplement substitué à une dramaturgie de l’affirmation de l’héroïsme une dramaturgie de l’effacement volontaire de l’héroïsme: conscience de sa vieillesse dans Sertorius, nécessité de dissimuler ses qualités en présence d’une cour corrompue dans Othon ou d’un tyran violent et raffiné (Attila, 1667), ravalement au plus profond de soi de l’héroïsme et des sentiments pour garder sa liberté face à un pouvoir jaloux dans Suréna, dans tous les cas l’héroïsme réside dans la contrainte sur soi, ce qui explique qu’il débouche si facilement sur la mort (en particulier dans Sertorius et Suréna). Corneille reconnaît également, ainsi qu’il l’écrit à Charles de Saint-Evremond en 1666, avoir «avancé touchant la part que l’amour doit avoir dans les belles tragédies.» De fait, il a toujours pensé que l’amour était une passion trop chargée de foiblesse pour être la dominante», précisant: «J’aime qu’elle y serve d’ornement, et non pas de corps.» De là, vient «[s]on foible» pour Sophonisbe, qui lui semble illustrer parfaitement ses principes, contraires à ceux de «nos doucereux et nos enjoués.» Paris, Molière et Racine En octobre 1662, les deux familles de Pierre et de Thomas Corneille quittent la maison natale de la rue de la Pie à Rouen pour s’installer à Paris à l’invitation du duc Henri II de Guise. Protecteur du théâtre du Marais, le duc était depuis longtemps un admirateur des frères Corneille et c’est à lui que Thomas avait dédié sa tragédie de Timocrate lorsqu’elle fut publiée cinq ans plus tôt. Les deux familles sont logées gracieusement dans l’hôtel du duc au cœur du Marais et elles y resteront au moins deux ans, c’est-à-dire au moins jusqu’à la mort du duc en juin 1664. Les raisons de ce déménagement sont aisées à comprendre: dès les années 1640, Corneille avait été pressé de venir s’installer à Paris, et son refus avait été la raison de ses échecs à l’Académie française: il avait alors charge de famille et il était même encore tuteur de son jeune frère Thomas. En 1662, tout a changé: il n’a plus que trois jeunes enfants au foyer et Thomas de son côté (qui a épousé la jeune sœur de la femme de Corneille) est devenu depuis le milieu des années 1650 l’auteur de théâtre à la mode, volant de succès en succès. Depuis le retour de Corneille au théâtre et l’excellent accueil d’Œdipe, lui aussi a renoué avec le succès, confirmé par la création de Sertorius au Marais en février 1662: venir vivre à Paris, c’est venir cueillir les fleurs de sa gloire. Les deux frères tentent alors d’exercer une sorte de magistère sur le théâtre, encourageant l’engagement d’une comédienne par ci, fomentant une cabale contre L’École des femmes de Molière par là, un Molière qui, il est vrai, poursuivait le grand homme de ses sarcasmes depuis la préface des Fâcheux et qui s’était moqué du titre de noblesse de Thomas (Thomas Corneille de L’Île) dans la première scène de L’École des femmes… Mais la faveur croissante de Molière, qui triomphe aussi bien à la Ville (sur son théâtre du Palais-Royal) qu’à la Cour où à partir de 1664 il semble être devenu aussi indispensable au roi Louis XIV que le musicien Lully, les très grands succès de certains de ses jeunes confrères (son propre frère Thomas et Philippe Quinault), et l’apparition d’un nouvel auteur qui obtient un triomphe dès sa deuxième tragédie (Racine, Alexandre le Grand, décembre 1665) mais se brouille avec la troupe de Molière au profit de la troupe rivale de l’hôtel de Bourgogne, tout cela change la donne. Tandis que l’hôtel de Bourgogne a de moins en moins besoin du «grand Corneille» dont la dernière pièce Agésilas n’a pas été un succès (février 1666), Molière et sa troupe, toujours en quête d’auteurs de tragédies pour diversifier la programmation du Palais-Royal, offrent à Corneille la forte somme de 2 000 livres d’avance pour sa nouvelle tragédie, Attila, qui est créée au Palais-Royal le 4 mars 1667. Mais la pièce ne connaît qu’un succès honorable alors que, huit mois plus tard, Andromaque de Racine sera un triomphe et marquera l’émergence d’une nouvelle conception de la tragédie. Déjà engagé dans une nouvelle traduction d’une œuvre de piété, l’Office de la Vierge, énorme travail qui paraîtra à la fin de 1669, Corneille prend son temps pour proposer une nouvelle pièce de théâtre. Il a l’idée de reprendre l’histoire de la séparation de Titus et de Bérénice pour en faire une «comédie héroïque» et semble avoir sondé les différents théâtres afin de vendre sa pièce au plus offrant: la troupe du Palais-Royal l’emporte en proposant une nouvelle fois 2 000 livres d’avance, tandis que l’hôtel de Bourgogne propose à son auteur favori, Racine, qui enchaîne les succès (Les Plaideurs en 1668, Britannicus en 1669) de composer une tragédie sur le même sujet. Ainsi les deux pièces seront créées à une semaine d’intervalle sur les deux théâtres concurrents (c’est pourquoi une légende apparue au XVIIIe siècle prétendra que la princesse Henriette d’Angleterre avait lancé un concours entre les deux auteurs): la Bérénice de Racine le 21 novembre 1670 à l’hôtel de Bourgogne, la Bérénice de Corneille (qui sera ensuite publiée sous le titre Tite et Bérénice) au Palais-Royal le 28 novembre. Si la tragédie de Racine se signala immédiatement comme un très grand succès, la comédie héroïque de Corneille poursuivit plusieurs mois durant une très honnête carrière, la troupe de Molière ayant décidé de la représenter en alternance avec Le Bourgeois gentilhomme. Les excellentes relations professionnelles de Corneille et de Molière à ce moment-là expliquent qu’au mois de décembre de la même année, pressé par le temps pour achever la composition de la grande «tragédie-ballet» à machines de Psyché, qui devait absolument être créée avant la fin du carnaval 1671 dans la grande salle des machines des Tuileries, Molière ait fait appel à Corneille pour achever la versification des quatre cinquièmes de la pièce. Précisons bien qu’il ne s’est pas agi pour Corneille de collaborer à la composition de la pièce comme on l’écrit le plus souvent depuis le XIXe siècle: l’avertissement de l’édition originale est très clair: Molière a dressé le plan et le détail de la pièce (c’est-à-dire qu’il l’a entièrement rédigée en prose, comme c’était l’usage) et il a en outre versifié la totalité du premier acte et les premières scènes de l’acte II et de l’acte III. Collaboration fructueuse, puisqu’on ne distingue pas les vers de Molière et les vers de Corneille, tant l’un et l’autre se sont surpassés pour produire une expression poétique particulièrement gracieuse, mais qui explique que Corneille n’ait jamais fait figurer les parties de Psyché qu’il avait versifiées dans les éditions de ses propres œuvres. Pourtant la collaboration n’eut pas de suite. Il semble que Corneille ait conçu le rôle principal de sa tragédie suivante, Pulchérie, pour Armande Béjart («Mlle Molière»), mais cette fois l’affaire ne fut pas conclue, et c’est le théâtre du Marais, désormais plutôt spécialisé dans les grands spectacles à machines que dans les tragédies, qui créa la pièce en novembre 1672. Un an et demi plus tard (Molière était mort entretemps), c’est le théâtre de l’hôtel de Bourgogne qui créa son ultime tragédie, Suréna, qui rencontra un demi-succès en succédant (décembre 1674) sur la même scène à Iphigénie de Racine qui venait de triompher durant plusieurs semaines. Les dernières années (1674-1684) Au lendemain de Suréna, sa dernière tragédie (publiée en 1675), Corneille n’annonça pas qu’il mettait fin à son activité de dramaturge et rien n’indique qu’il avait l’intention d’y mettre fin; d’autant que, autour de lui, plusieurs auteurs de tragédies (en particulier Claude Boyer et son propre frère Thomas Corneille qui se consacre désormais aux comédies et aux grands spectacles à machines) ont renoncé eux aussi pendant quelques années, en attendant manifestement que passe l’engouement du public pour les tragédies de Racine d’un côté, pour les opéras de Philippe Quinault et Lully de l’autre. Quatre ans plus tard, au lendemain de l’annonce par Racine de son retrait du théâtre, Thomas Corneille et Boyer recommencèrent à écrire des tragédies, et c’est alors qu’il apparut que le grand Corneille avait définitivement renoncé. Depuis 1663, Pierre Corneille était inscrit sur la liste des gratifications royales aux gens de lettres pour la somme de 2 000 livres (une somme très importante que Racine, d’augmentation en augmentation, mit quinze ans à atteindre). Mais l’ample liste des premières années se réduisit progressivement (Thomas Corneille disparut ainsi de la liste dès 1667) et les gratifications se mirent dès la fin des années 1660 à être versées irrégulièrement: le budget était pris sur les «Bâtiments du Roi», alors que le Louvre, Saint-Germain et Versailles étaient en travaux, et il fallait payer les ouvriers des chantiers. Le début des guerres européennes n’arrangea rien et à partir de 1673, seul un petit nombre d’écrivains, liés à la Cour de Louis XIV ou dépendant de Colbert, continuèrent à recevoir leur gratification. Corneille, éloigné de la Cour et sans lien avec Colbert, découvrit en juin 1675 (date du versement des gratifications de 1674) qu’il avait été oublié. Il réagit aussi bien directement (lettre à Colbert en 1678) qu’indirectement en composant régulièrement des Épîtres au Roi sur divers sujets (ses pièces qu’on faisait jouer à la Cour en 1676, les victoires du Roi en 1677, la Paix de Nimègue en 1678, le mariage du Grand Dauphin en 1680), et probablement aussi en faisant jouer ses appuis (la légende a imaginé au XVIIIe siècle une intervention directe de Boileau auprès de Louis XIV). Et il finit par avoir gain de cause: sa gratification de 2 000 livres lui est de nouveau versée à partir de 1682. Selon une légende tenace, apparue au XVIIIe siècle, Corneille aurait connu des difficultés financières dans les dernières années de sa vie et serait mort, si ce n’est dans la misère, du moins pauvre. Tous les travaux des chercheurs du XXe siècle qui se sont penchés sur les textes du XVIIe siècle et les actes authentiques concernant Corneille et sa famille prouvent le contraire. Son fils aîné qui poursuivait sa carrière d’officier du Roi passe pour avoir lourdement grevé le budget de son père (et, pour faire bonne mesure, les légendes ajoutent le second fils qui, en réalité, avait été tué à la guerre en 1674). En fait, son fils aîné, Pierre, qui avait effectivement coûté beaucoup d’argent à son père dans les années 1670, avait épousé en 1679 la veuve d’un fournisseur des armées, qui lui avait apporté une dot de 30 000 livres, une somme absolument considérable; or le contrat de mariage spécifie que Pierre apportait de son côté une espérance de succession évaluée à 20 000 livres! Bien plus, Thomas, le dernier fils de Corneille, se voit pourvu en 1680 d’un bénéfice ecclésiastique très confortable (une abbaye dotée d’un revenu annuel de 3 000 livres). Quant à la vente de la maison natale de la rue de la Pie à Rouen (4 novembre 1683), loin d’être le signe de quelque difficulté financière, elle représente en fait un arrangement financier en vue de sa succession: sur les 4 300 livres de la vente, 3 000 livres sont immédiatement affectées au rachat de la pension qu’il versait depuis 1668 aux dominicaines de Rouen pour sa fille Marguerite (pension qui, justement, avait été gagée sur cet immeuble); de la sorte, à sa mort, ses héritiers se sont trouvés dégagés du versement de cette pension et Marguerite a pu finir ses jours comme prieure de sa communauté religieuse en 1718. Enfin, on ignore les raisons pour lesquelles Corneille a quitté en 1682 l’appartement de la rue de Cléry où il résidait depuis 1674 pour s’installer dans une maison au 6 rue d’Argenteuil que, pour la première fois de sa vie, il ne partage plus avec son frère, qui s’installe tout près, rue Clos-Georgeot, dans le même périmètre de la paroisse Saint-Roch. «Le mérite de la rue d’Argenteuil», écrit A. Le Gall, «tient dans sa proximité avec le Louvre où siège l’Académie. Or l’Académie est un des lieux auxquels Corneille reste le plus longtemps fidèle.» C’est là qu’il meurt le 1er octobre 1684. Depuis longtemps malade, il n’avait plus paru aux séances de l’Académie française depuis le 21 août 1683. Quelques semaines plus tard, son frère Thomas fut élu à son fauteuil, et c’est Racine qui, le 2 janvier 1685, prononça le discours de réception qui fut consacré pour l’essentiel à un vibrant éloge de Pierre Corneille. L’œuvre étendue et riche de Corneille a donné naissance à l’adjectif «cornélien» qui dans l’expression «un dilemme cornélien» signifie une opposition irréductible entre deux points de vue, par exemple une option affective ou amoureuse contre une option morale ou religieuse. Œuvres Théâtre * Mélite (1629, première œuvre, comédie) * Clitandre ou l’Innocence persécutée (1631) * La Veuve (1632) * La Galerie du Palais (1633) * La Suivante (1634) * La Place royale (1634) * Médée (1635) * L’Illusion comique (1636) * Le Cid (1637) * Horace (1640) * Cinna ou la Clémence d’Auguste (1641) * Polyeucte (1642) * Le Menteur (1644) * La Mort de Pompée (1643) * Rodogune (1644) * La Suite du Menteur (1645) * Théodore (1646) * Héraclius (1647) * Don Sanche d’Aragon (1649) * Andromède (1650) * Nicomède (1651) * Pertharite (1651) * Œdipe (1659) * La Toison d’or (1660) * Sertorius (1662) * Sophonisbe (1663) * Othon (1664) * Agésilas (1666) * Attila (1667) * Tite et Bérénice (1670) * Psyché (1671) (N.B.: simple mise en vers des trois quarts de la pièce composée par Molière en prose; Corneille ne l’a jamais fait figurer dans ses propres œuvres) * Pulchérie (1672) * Suréna (1674) Autres * VariaAu lecteur (1644) * Au lecteur (1648) * Au lecteur (1663) * Discours du poème dramatique (1660) * Discours de la tragédie * Discours des trois unités * Lettre apologétique * Discours à l’Académie * Épitaphe de Dom Jean GouluTraductionsL’Imitation de Jésus-Christ * Louanges de la Sainte Vierge (1665) * Psaumes du Bréviaire romain * L’Office de la Sainte Vierge * Vêpres des dimanches et complies * Hymnes du Bréviaire romain * Hymnes de Saint Victor * Hymnes de Sainte Geneviève Iconographie et hommages divers Dessins et tableaux * Un portrait de Pierre Corneille par le peintre François Sicre est exposé au musée Carnavalet. Billet de banque * Un billet de 100 francs français à son effigie sur les deux faces, œuvre de Jean Lefeuvre, gravé par Poilliot & Piel, est mis en circulation en 1964. Il est remplacé en 1979 par le billet à l’effigie du peintre Eugène Delacroix et retiré en 1986. * Billet de 100 F à l’effigie de Pierre Corneille * * Philatélie * En hommage au tricentenaire de la tragédie Le Cid, La Poste française émet un timbre-poste en 1937. Sculptures et médailles * 1834 – une médaille à l’effigie de Pierre Corneille a été exécutée par le graveur Alexis-Joseph Depaulis, à l’occasion de l’inauguration de la statue de l’écrivain à Rouen. Un exemplaire en est conservé au musée Carnavalet (ND 210). * 1834 – statue de Pierre Corneille à Rouen par David d’Angers fonte à la cire perdue par Honoré Gonon. Placée à l’extrémité de l’île près du pont, elle y resta jusqu’à la Seconde Guerre mondiale et se trouve aujourd’hui depuis 1957 devant le théâtre des Arts. * 1873 – médaille en bronze à son effigie pour le bicentenaire de sa mort. Signé Borrel 1873. * 1937 – statue en bronze de Duaparc, professeur à l’école des beaux-arts de Rouen. Elle se trouve dans la cour du Lycée Corneille. * 1840 – Pierre Corneille, statue de marbre blanc de Jean-Pierre Cortot, dans le hall de l’hôtel de ville de Rouen. * il existe au musée Jeanne d’Arc dans une petite pièce consacrée à Corneille un mannequin de cire le représentant. * 1857 – Statue de Pierre Corneille, aile Turgot, palais du Louvre par le sculpteur Philippe Joseph Henri Lemaire. * Les Statues de Corneille à Rouen. * s.d. – sculpture moderne en pierre de Corneille en Cid par Gérard Leroy. Les références Wikipedia – https://fr.wikipedia.org/wiki/Pierre_Corneille

Thomas Campbell

Thomas Campbell (27 July 1777– 15 June 1844) was a Scottish poet chiefly remembered for his sentimental poetry dealing especially with human affairs. A co-founder of the Literary Association of the Friends of Poland, he was also one of the initiators of a plan to found what became University College London. In 1799, he wrote “The Pleasures of Hope”, a traditional 18th century didactic poem in heroic couplets. He also produced several stirring patriotic war songs—"Ye Mariners of England", “The Soldier’s Dream”, “Hohenlinden” and in 1801, “The Battle of Mad and Strange Turkish Princes”. Early life Born on High Street, Glasgow in 1777, he was the youngest of the eleven children of Alexander Campbell (1710–1801), son of the 6th and last Laird of Kirnan, Argyll, descended from the MacIver-Campbells. His mother, Margaret (b.1736), was the daughter of Robert Campbell of Craignish and Mary, daughter of Robert Simpson, “a celebrated Royal Armourer”. In about 1737, his father went to Falmouth, Virginia as a merchant in business with his wife’s brother Daniel Campbell, becoming a Tobacco Lord trading between there and Glasgow. They enjoyed a long period of prosperity until he lost his property and their old and respectable firm collapsed in consequence of the American Revolutionary War. Having personally lost nearly £20,000, Campbell’s father was nearly ruined. Several of Thomas’ brothers remained in Virginia, one of whom married a daughter of Patrick Henry. Both his parents were intellectually inclined, his father being a close friend of Thomas Reid (for whom Campbell was named) while his mother was known for her refined taste and love of literature and music. Thomas Campbell was educated at the High School of Glasgow and the University of Glasgow, where he won prizes for classics and verse-writing. He spent the holidays as a tutor in the western Highlands and his poems Glenara and the Ballad of Lord Ullin’s Daughter were written during this time while visiting the Isle of Mull. In 1797, Campbell travelled to Edinburgh to attend lectures on law. He continued to support himself as a tutor and through his writing, aided by Robert Anderson, the editor of the British Poets. Among his contemporaries in Edinburgh were Sir Walter Scott, Lord Henry Brougham, Lord Francis Jeffrey, Thomas Brown, John Leyden and James Grahame. These early days in Edinburgh influenced such works as The Wounded Hussar, The Dirge of Wallace and the Epistle to Three Ladies. Career In 1799, six months after the publication of the Lyrical Ballads of Wordsworth and Coleridge, “The Pleasures of Hope” was published. It is a rhetorical and didactic poem in the taste of his time, and owed much to the fact that it dealt with topics near to men’s hearts, with the French Revolution, the partition of Poland and with negro slavery. Its success was instantaneous, but Campbell was deficient in energy and perseverance and did not follow it up. He went abroad in June 1800 without any very definite aim, visited Gottlieb Friedrich Klopstock at Hamburg, and made his way to Regensburg, which was taken by the French three days after his arrival. He found refuge in a Scottish monastery. Some of his best lyrics, “Hohenlinden”, “Ye Mariners of England” and “The Soldier’s Dream”, belong to his German tour. He spent the winter in Altona, where he met an Irish exile, Anthony McCann, whose history suggested The Exile of Erin. He had at that time the intention of writing an epic on Edinburgh to be entitled “The Queen of the North”. On the outbreak of war between Denmark and England he hurried home, the “Battle of the Baltic” being drafted soon after. At Edinburgh he was introduced to the first Lord Minto, who took him in the next year to London as occasional secretary. In June 1803 appeared a new edition of the “Pleasures of Hope”, to which some lyrics were added. In 1803 Campbell married his second cousin, Matilda Sinclair, and settled in London. He was well received in Whig society, especially at Holland House. His prospects, however, were slight when in 1805 he received a government pension of £200. In that year the Campbells removed to Sydenham. Campbell was at this time regularly employed on the Star newspaper, for which he translated the foreign news. In 1809 he published a narrative poem in the Spenserian stanza, Gertrude of Wyoming—referring to the Wyoming Valley of Pennsylvania and the Wyoming Valley Massacre—with which were printed some of his best lyrics. He was slow and fastidious in composition, and the poem suffered from overelaboration. Francis Jeffrey wrote to the author: “Your timidity or fastidiousness, or some other knavish quality, will not let you give your conceptions glowing, and bold, and powerful, as they present themselves; but you must chasten, and refine, and soften them, forsooth, till half their nature and grandeur is chiselled away from them. Believe me, the world will never know how truly you are a great and original poet till you venture to cast before it some of the rough pearls of your fancy.” In 1812 he delivered a series of lectures on poetry in London at the Royal Institution; and he was urged by Sir Walter Scott to become a candidate for the chair of literature at Edinburgh University. In 1814 he went to Paris, making there the acquaintance of the elder Schlegel, of Baron Cuvier and others. His pecuniary anxieties were relieved in 1815 by a legacy of £4000. He continued to occupy himself with his Specimens of the British Poets, the design of which had been projected years before. The work was published in 1819. It contains on the whole an admirable selection with short lives of the poets, and prefixed to it an essay on poetry containing much valuable criticism. In 1820 he accepted the editorship of the New Monthly Magazine, and in the same year made another tour in Germany. Four years later appeared his “Theodric”, a not very successful poem of domestic life. Later life He took an active share in the foundation of University College London (originally known as London University), visiting Berlin to inquire into the German system of education, and making recommendations which were adopted by Lord Brougham. He was elected Lord Rector of Glasgow University (1826–1829) in competition against Sir Walter Scott. Campbell retired from the editorship of the New Monthly Magazine in 1830, and a year later made an unsuccessful venture with The Metropolitan Magazine. He had championed the cause of the Poles in “The Pleasures of Hope”, and the news of the capture of Warsaw by the Russians in 1831 affected him as if it had been the deepest of personal calamities. “Poland preys on my heart night and day,” he wrote in one of his letters, and his sympathy found a practical expression in the foundation in London of the Literary Association of the Friends of Poland. In 1834 he travelled to Paris and Algiers, where he wrote his Letters from the South (printed 1837). The small production of Campbell may be partly explained by his domestic calamities. His wife died in 1828. Of his two sons, one died in infancy and the other became insane. His own health suffered, and he gradually withdrew from public life. He died at Boulogne on 15 June 1844 and was buried on 3 July 1844 Westminster Abbey at Poet’s Corner. Campbell’s other works include a Life of Mrs Siddons (1842), and a narrative poem, “The Pilgrim of Glencoe” (1842). See The Life and Letters of Thomas Campbell (3 vols., 1849), edited by William Beattie, M.D.; Literary Reminiscences and Memoirs of Thomas Campbell (1860), by Cyrus Redding; The Complete Poetical Works Of Thomas Campbell (1860); The Poetical Works of Thomas Campbell (1875), in the Aldine Edition of the British Poets, edited by the Rev. V. Alfred Hill, with a sketch of the poet’s life by William Allingham; and the Oxford Edition of the Complete Works of Thomas Campbell (1908), edited by J. Logie Robertson. See also Thomas Campbell by J. Cuthbert Hadden, (Edinburgh: Oliphant, Anderson and Ferrier, 1899, Famous Scots Series), and a selection by Lewis Campbell (1904) for the Golden Treasury Series. References Wikipedia—https://en.wikipedia.org/wiki/Thomas_Campbell_(poet)

Isabella Valancy Crawford

Isabella Valancy Crawford (25 December 1846– 12 February 1887) was an Irish-born Canadian writer and poet. She was one of the first Canadians to make a living as a freelance writer. “Crawford is increasingly being viewed as Canada’s first major poet.” She is the author of “Malcolm’s Katie,” a poem that has achieved “a central place in the canon of nineteenth-century Canadian poetry.” Life Isabella Valancy Crawford was the last surviving daughter of Dr. Stephen Crawford. She was born in Dublin, Ireland on Christmas Day, 1846. The family emigrated to Canada when she was ten years of age. Much of Isabella Crawford’s early life is unknown. By her own account she was born in Dublin, Ireland, the sixth daughter of Dr. Stephen Dennis Crawford and Sydney Scott; but “No record has been found of that marriage or of the birthdates and birthplaces of at least six children, of whom Isabella wrote that she was the sixth.” The family was in Canada by 1857; in that year, Dr. Crawford applied for a license to practice medicine in Paisley, Canada West. “In a few years, disease had taken nine of the twelve children, and a small medical practice had reduced the family to semi-poverty.” Dr. Crawford served as Treasurer of Paisley Township, but "a scandal of a missing $500 in misappropriated Township funds and the subsequent suicide of one of his bondsmen" caused the family to leave Paisley in 1861. By chance Dr. Crawford met Richard Strickland of Lakefield. Strickland invited the Crawfords to live at his home, out of charity, and because Lakefield did not have a doctor. There the family became acquainted with Strickland’s sisters, writers Susanna Moodie and Catherine Parr Traill. Isabella Crawford reportedly began writing at that time. She was also thought to be a close companion of Mrs. Traill’s daughter, Katharine (Katie). In 1869 the family moved to Peterborough, and Crawford began to write and publish poems and stories. Her first published poem, “A Vesper Star”, appeared in The Toronto Mail on Christmas Eve, 1873. "When Dr. Crawford died, on 3 July 1875, the three women"– Isabella, her mother, and her sister Emma, all who were left in the household– “became dependent on Isabella’s literary earnings.” After Emma died of tuberculosis, "Isabella and her mother moved in 1876 to Toronto, which was the centre of the publishing world in Canada.” “Although Isabella had been writing while still living in Lakefield... and had published poems in Toronto newspapers and stories in American magazines while living in Peterborough, when she moved to Toronto she turned her attention in earnest to the business of writing.” “During this productive period she contributed numerous serialized novels and novellas to New York and Toronto publications,” “including the Mail, the Globe, the National, and the Evening Telegram. She also contributed ”a quantity of 'occasional’ verse to the Toronto papers... and articles for the Fireside Monthly. In 1886 she became the first local writer to have a novel, A little Bacchante, serialized in the Evening Globe. In her lifetime Crawford published only one book, Old Spookses’ Pass, Malcolm’s Katie and Other Poems in 1884. It was privately printed and sold poorly. Crawford paid for the printing of 1,000 copies, and presumably sent out many review copies; “there were notices in such London journals as the Spectator, the Graphic, the Leisure Hour, and the Saturday Review. These articles pointed to ‘versatility of talent,’ and to such qualities as ‘humour, vivacity, and range of power,’ which were impressive and promising despite her extravagance of incident and ‘untrained magniloquence.’” However, only 50 books sold. “Crawford was understandably disappointed and felt she had been neglected by 'the High Priests of Canadian Periodical Literature’” (Arcturus 84).” Crawford died on 12 February 1887 in Toronto. She was buried in Peterborough’s Little Lake Cemetery near the Otonabee River. She had died in poverty and for years her body lay in an unmarked grave. A fundraising campaign was begun in 1899, and on 2 November 1900, a six-foot Celtic Cross was raised above her grave, inscribed: "Isabella Valancy Crawford / Poet / By the Gift of God.” Writing Crawford was a prolific writer. “For the most part Crawford’s prose followed the fashion of the feuilleton of the day.” Her magazine writing “displays a skilful and energetic use of literary conventions made popular by Dickens, such as twins and doubles, mysterious childhood disappearances, stony-hearted fathers, sacrificial daughters, wills and lost inheritances, recognition scenes, and, to quote one of her titles, 'A kingly restitution’.” As a whole, though, it “was romantic-Gothic ‘formula fiction.’” It is her poetry that has endured. Just two years after her death, W.D. Lighthall included generous selections from her book in his groundbreaking 1889 anthology, Songs of the Great Dominion, bringing it to a wider audience. “In the 20th century critics have given the work increasing respect and appreciation." "Crawford’s Collected Poems were edited (Toronto 1905) by J.W. Garvin, with an introduction by Ethelwyn Wetherald," a popular Canadian poet. Wetherald called Crawford “purely a genius, not a craftswoman, and a genius who has patience enough to be an artist.” In his 1916 anthology, Canadian Poets, Garvin stated that Crawford was “one of the greatest of women poets.” Poet Katherine Hale, Garvin’s wife, published a volume on Isabella Valancy Crawford in the 1920s Makers of Canada series. All of this helped Crawford’s poetry become more widely known. . A "serious critical assessment began in the mid-1940s with A.J.M. Smith, Northrop Frye, and E.K. Brown, who called her ‘the only Canadian woman poet of real importance in the last century.’" "Recognition of Isabella Valancy Crawford’s extraordinary mythopoeic power, and her structural use of images, came... in James Reaney’s lecture 'Isabella Valancy Crawford’ in Our living tradition (series 3, 1959)." Then a “renewed interest in Crawford resulted in the publication of forgotten manuscripts and critical articles” in the 1970s. "A reprint of the collected poems in 1972, with an introduction by poet James Reaney, made Crawford’s work generally available; six of her short stories, edited by Penny Petrone, appeared in 1975; and in 1977 the Borealis Press published a book of fairy stories and a long unfinished poem, ‘Hugh and Ion.’.” Crawford wrote a wide variety of poems, ranging from the Walter Scott-like doggerel (pun intended) of “Love Me, Love My Dog”, to the eerie mysticism of “The Camp of Souls” to the eroticism of The Lily Bed. But it is mainly Crawford’s "long narrative poems [that] have received particular attention." “Old Spookses’ Pass” is a dialect poem, set in the Rocky Mountains, concerning a dream vision of a midnight cattle stampede towards a black abyss that is stilled by a whirling lariat; “The helot” makes use of the Spartans’ practice of intoxicating their helots to teach their own children not to drink, as the starting-point for a highly incantatory and hypnotic poem that ends in Bacchic possession and death; and “Gisli the Chieftain” fuses mythic elements, such as the Russian spring goddess Lada and the Icelandic Brynhild, into a narrative of love, betrayal, murder, and reconciliation. These poems follow a pattern of depicting the world as a battleground of opposites– light and dark, good and evil– reconciled by sacrificial love.” Malcolm’s Katie The bulk of critical attention has gone to “Malcolm’s Katie.” That poem is a long narrative in blank verse, dealing mainly with the love and trials of young Max and Katie in the 19th-century Canadian bush, but containing a second running narrative recounting the war between the North and South Winds (Winter and Summer personified as First Nations warriors), and also a collection of love songs in different stanza forms. Many of those lauding the poem have seen their own interests reflected in it. For instance, socialist Livesay gave a reading that made the poem sound like a manifesto of Utopian socialism: Crawford presents a new myth of great significance to Canadian literature: the Canadian frontier as creating ‘the conditions for a new Eden,’ not a golden age or a millennium, but ‘a harmonious community, here and now.’ Crawford’s social consciousness and concern for humanity’s future committed her, far ahead of her time and milieu, to write passionate pleas for brotherhood, pacifism, and the preservation of a green world. Her deeply felt belief in a just society wherein men and women would have equal status in a world free from war, class hatred, and racial prejudice dominates all her finest poetry.” Others have similarly seen their concerns reflected in the poem. “Malcolm’s Katie has been given a nationalistic reading by Robin Mathews, a feminist reading by Clara Thomas, a biographical reading by Dorothy Farmiloe and a Marxian reading by Kenneth Hughes, as well as various literary-historical readings by Dorothy Livesay, Elizabeth Waterston, John Ower, Robert Alan Burns and others.” Not just interpretations on the poem’s meaning, but evaluations of its worth, have varied widely. Its detractors have included poet Louis Dudek, who called Crawford “'a failed poet’ of 'hollow convention... counterfeit feeling... and fake idealism’”; and Roy Daniells, who in The Literary History of Canada (1965) called “Malcolm’s Katie” “a preposterously romantic love story on a Tennysonian model in which a wildly creaking plot finally delivers true love safe and triumphant.” Some of the poem’s supporters concede the Tennyson influence but point out that there is much more to it: “While appearing on the surface melodramatic and stereotyped, Crawford’s love story is compelling and powerful; what seems at first a conventional conflict between rival suitors for the hand of the heroine becomes a serious, even profound, account of philosophical, social and ideological confrontations.” “In ‘Malcolm’s Katie’ Crawford adapted to the setting of pioneer Canada the domestic idyll as she learned it from Tennyson. Striking and new, however, is Crawford’s location of Max and Katie’s conventional love story within a context of Native legends—Indian Summer and the battle of the North and South Winds.” This myth telling (however accurate it was as a portrayal of First Nations beliefs) is what many of its supporters see as giving the poem its power. For instance, writing about “Malcolm’s Katie, critic Northrop Frye pronounced Crawford ”the most remarkable mythopoeic imagination in Canadian poetry": the “framework’ of Isabella Crawford is that of an intelligent and industrious female songbird of the kind who filled so many anthologies in the last century. Yet the ”South Wind" passage from Malcolm’s Katie is only the most famous example of the most remarkable mythopoeic imagination in Canadian poetry. She puts her myth in an Indian form, which reminds us of the resemblance between white and Indian legendary heroes in the New World, between Paul Bunyan and Davy Crockett on the one hand and Glooscap on the other. The white myths are not necessarily imitated from the Indian ones, but they may have sprung from an unconscious feeling that the primitive myth expressed the imaginative impact of the country as more artificial literature could never do.” Frye believed, and thought Crawford’s “poetic sense” told her, “that the most obvious development in the romantic landscape is toward the mythological”; and he saw Crawford’s attempt at an indigenous Canadian myth as the intellectual equivalent of the simultaneous pioneer exploration and settlement: “In the long mythopoeic passage from Isabella Crawford’s Malcolm’s Katie, beginning ‘The South Wind laid his moccasins aside,’ we see how the poet is, first, taming the landscape imaginatively, as settlement tames it physically, by animating the lifeless scene with humanized figures, and, second, integrating the literary tradition of the country by deliberately re-establishing the broken cultural link with Indian civilization.” Hugh and Ion Dorothy Livesay, researching Crawford’s life for the Dictionary of Canadian Biography in 1977, discovered the manuscript of an uncompleted narrative poem in the Crawford fonds at Kingston, Ontario’s Queen’s University. Called Hugh and Ion, it deals with "Hugh and Ion, two friends who have fled the noxious city—probably contemporary Toronto—for purification in the primal wilderness [and] carry on a sustained dialogue, Hugh arguing for hope, light, and redemption and Ion pointing out despair, darkness, and intractable human perversity." Perhaps due to Crawford’s Toronto experiences, this last poem marked a significant change in her views, showing the city as “a demonic, urban world of isolation and blindness which has wilfully cut itself off from the regenerative power of the wildernese. The confident innocence and romantic idealism, which account for much of the inner fire of Malcolm’s Katie, have simply ceased to be operative.... Nowhere else in nineteenth-century Canadian literature, with the exception of Lampman’s ”the End of Things", is there another example of the creative imagination being brought to bear, in so Blakean a manner, on the nascent social evils of the ‘infant city.’” Recognition Isabella Valancy Crawford was designated a Person of National Historic Significance in 1947. A small garden park in downtown Toronto, at Front and John Streets (near the CN Tower), has been named Isabella Valancy Crawford Park.

José Iglesias de la Casa

Josef o José Iglesias de la Casa (Salamanca, 31 de octubre de 1748 - Carbajosa de la Sagrada, Salamanca, 26 de agosto de 1791), sacerdote y poeta español, que no debe confundirse con su hermano del mismo nombre, el escribano coetáneo y autor de Noticias de Salamanca desde la era cristiana hasta 1600, entre ellas el episcopologio, manuscrito inédito. De noble linaje, estudió humanidades en la Universidad de Salamanca y recibió de sus compañeros el mote poético de Arcadio. También cultivó la música y la pintura; es muy probable que hasta sus treinta y cinco años en que se ordenó de sacerdote, viviera de su trabajo como artífice de platero, profesión de su padre. En 1784 se ordenó sacerdote en Madrid. Como premio a su vena poética el ilustrado obispo salmantino Felipe Bertrán, también protector de Pedro Estala, le otorgó los curatos de Ladronigo, Carabias, Carbajosa y Santa Marta. En su madurez se dedicó más al género bucólico, de acuerdo con su estado eclesiástico. Escribió también poemas didácticos como La niñez laureada (Salamanca, 1785), sobre el examen del niño Picornell, presunto beneficiario del método pedagógico innovador de su padre, el luego revolucionario Juan Bautista Picornell, o La Teología (Salamanca, 1790). También hizo paráfrasis de los Salmos de David, églogas, apólogos, anacreónticas y letrillas al estilo barroco de Quevedo y Góngora, que fueron muy populares y siempre atrevidas. Según Juan Pablo Forner, que sabía de lo que hablaba, era Iglesias: Un socarrón de primer orden y hombre que diría una pulla en verso al mismísimo Apolo en sus doradísimas barbas. Compuso también una elegía, El llanto de Zaragoza. Destacó, pues, como poeta satírico en sus letrillas, epigramas y sátiras, que demuestran lo mejor de su genio, mientras que resultan algo falsas y postizas sus églogas y desmayados sus poemas didácticos. Se le ha agrupado en la llamada Escuela Poética Salmantina, con otros ingenios de la misma como el citado Forner, Juan Meléndez Valdés, José Somoza, fray Diego Tadeo González y Francisco Sánchez Barbero; es, pues, un restaurador del lenguaje castizo y equilibrado de la lírica del siglo XVI y XVII; en sus obras hay huellas de las letrillas de Luis de Góngora y Francisco de Quevedo, así como de los epigramas latinos de Marcial (algunos de los cuales traduce) y andaluces de Baltasar del Alcázar. En las églogas se nota la impronta de Bernardo de Balbuena, y, por otra parte, en la poesía ligera, de Anacreonte y Esteban Manuel de Villegas. En sus Odas es perceptible el magisterio de Horacio y de fray Luis de León. Compuso varias Églogas; sus Idilios imitan los de Gessner y Young; también 17 anacreóntica; 35 letrillas forman La esposa aldeana. También dedicó al obispo Felipe Bertrán su Al Ilmo. Sr. d. Felipe Beltrán, dignísimo obispo de Salamanca, en su empleo de Inquisidor General de España, canción pindárica (1775) Publicó un libro de treinta romances titulado La lira de Medellín, en que domina el tema de los maridos consentidores, "cartujos" o cornudos, y otro de parodias que llamó trovas de algunas de las más famosas composiciones de nuestro Parnaso. Sus Poesías fueron publicadas póstumas en 1795. La edición de 1798 fue colocada en el Index por la Inquisición. Esta acción fue rechazada por sus más cálidos amigos, como Francisco de Tójar o Tóxar, que publicó un folleto titulado Memoria en defensa de las poesías póstumas de don José Iglesias de la Casa, Presbítero; dirigida al Santo Tribunal de Valladolid, por Don Francisco de Tóxar (Salamanca, 1803). Entre las ediciones más conocidas de sus trabajos están las de Barcelona (1820 y 1837), París (1821) y Madrid (1841). Se encuentran fácilmente en la Biblioteca de Autores Españoles, vol. LXI, que contiene cerca de 38 letrillas. Raymond Foulché-Delbosc encontró todavía algunos poemas inéditos que editó en 1895 en su Revue Hispanique. Notas Obras * El piscator historial de Salamanca para el año de 1773 (1774): calculo astronomico y prognostico diario de quartos de luna segun el Meridiano Matritense: computo eclesiastico u kalendario de los Santos y festividades... ; con un curioso diario-historico en verso lyrico, de los sucesos mas notables que han acaecido en el mundo... Madrid: Andrés Ortega, 1773 y 1774. * El Piscator historial de Salamanca para el año de 1777: calculo astronomico, y pronostico diario de quartos de luna segun el meridiano Matritense : computo eclesiastico, y kalendario de los santos, y festividades: con la III parte del diario-historico en verso lyrico, de los sucesos mas notables, que han acaecido en el mundo en todos los dias del año..., Salamanca: Oficina de la Santa Cruz, por Domingo Casero, [1776]. * El Piscator Historial de Salamanca para el año de 1778: calculo astronomico y pronostico diario de quartos de luna segun el meridiano matritense : computo eclesiastivo y kalendario de los santos, y festividades : con la IV parte del diario-historico en verso lyrico, de los sucesos mas notables, que ha acaecido en el mundo en todos los dias del año adornado de variedad de noticias, antiguas, y modernas, politicas, y sagradas, Salamanca: Imprenta de la Santa Cruz, por Domingo Casero, [¿1778?] * El Piscator Historial de Salamanca para el año de 1779: calculo astronomico, y pronostico diario de quartos de luna, segun el meridiano matritense: computo eclesiastico, y kalendario de los santos, y festividades: con una descripcion historico-geografica de Castilla la Vieja, noticia de sus ciudades, y poblaciones, su fundacion, sitio, vecindad, y cosas notables; Salamanca: Imprenta de la Santa Cruz por Domingo Casero, [¿1779?] * El Piscator Historial de Salamanca para el año de 1780: calculo astronomico, y pronostico diario de quartos de luna, segun el meridiano matritense: computo eclesiastico, y kalendario de los santos, y festividades : con una descripcion historico-geografica del reyno de Leon, noticia de sus ciudades, y poblaciones, su fundación, sitio, vecindad, y cosas notables Salamanca: Imprenta de la Santa Cruz, por Domingo Casero, [¿1780?] * El Piscator Historial de Salamanca para el año de 1781: calculo astronomico, y pronostico diario de quartos de luna, segun el meridiano matritense : computo eclesiastico, y kalendario de los santos, y festividades: con una descripcion historico-geografica del reyno de Castilla la Nueva, noticia de sus ciudades, y poblaciones, su fundacion, sitio vecindad, y cosas notables Salamanca: Imprenta de la Santa Cruz, [¿1781?] * El Piscator Historial de Salamanca para el año de 1782 : calculo astronomico, y pronostico diario de quartos de luna, segun el meridiano matritense : computo eclesiastico, y kalendario de los santos, y festividades : con una descripcion historico-geografica de la provincia de Estremadura, noticia de sus ciudades, y poblaciones, su fundacion, sitio, vecindad, y cosas notables, Salamanca: Oficina de la Santa Cruz, por Domingo Casero [¿1782?] * La Niñez laureada, poema en loor de D. Juan Picornell y Obispo, de edad de tres años, seis meses, y veinte y quatre dias, examinado publicamente por los doctores, y maestros de la Universidad de Salamanca, en una de sus aulas, el dia tres de abril de 1785, Salamanca, Domingo Casero, 1785. * La Teología Salamanca, Impr. de F. de Toxar, 1790. * Poesías jocosas y serias (Salamanca, 1793) * Al Ilmo. Sr. d. Felipe Beltrán, dignísimo obispo de Salamanca, en su empleo de Inquisidor General de España, canción pindárica Valencia: Benito Monfort, 1775. * La esposa aldeana * La lira de Medellín. * Llanto de Zaragoza. Elegias al incendio de el Coliseo de esta Ciudad en 12 de Noviembre de 1778. Salamanca: Domingo Casero, s. a. * Oficio devoto para alabar al Criador en los siete dias de la semana, Salamanca: Francisco de Tóxar, 1802. * Poesias de Josef Iglesias de la Casa. 2, Nueva edic. complecta, Madrid, 1821. * Poesías póstumas... Salamanca, F. de Toxar, 1793 * Poesías póstumas de… don Josef Iglesias de la Casa, presbítero. Tomo Primero, que contiene las poesías serias considerablemente aumentadas en esta segunda edición Salamanca: Francisco de Tóxar, 1798. * Poesías póstumas de don Josef Iglesias de la Casa, presbítero. Tomo segundo, que contiene las poesías jocosas considerablemente aumentadas en esta segunda edición. Salamanca: Francisco de Tóxar, 1798. * Poesías póstumas. I. Contiene las pastoriles y líricas. Barcelona: Imprenta de Sierra y Martí, 1820. * Poesías póstumas. II. Contiene todas las jocosas, Barcelona: Imprenta de Sierra y Martí, 1820. * Poesías póstumas, Madrid: Cruz González, 1835, 2 tomos en 4 vols. Poesías póstumas: adicionadas con la vida del autor, Barcelona: Oliva, 1837, 3 vols. Referencias Wikipedia-http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Iglesias_de_la_Casa

Hilarión Cabrisas

Hilarion Cabrisas nació en Matanzas en 1883 y murió en La Habana en 1939. Cursó sus primeros estudios en Barcelona, graduándose de bachiller en el Instituto de Matanzas. Durante algún tiempo trabajó con la compañía dramática de Enrique Borrás. De vuelta a Matanzas, participa en las tertulias que con el nombre de Areópago bohemio se celebraban en los bajos del Palacio Provincial. Se inicia en el periodismo en La Nueva Aurora, de Matanzas, y pasa después a La Correspondencia, de Cienfuegos. En 1917 se traslada a La Habana. Trabaja en El Día como jefe de redacción y también colabora en Diario de la Marina, Heraldo de Cuba, El Fígaro. Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras, del Círculo de Bellas Artes (de cuya Sección de Literatura era presidente al morir), de la Asociación de Escritores Americanos y de la Asociación de la Prensa, de la que fue secretario. En el Concurso Bracale (1918) fue premiado su libreto para ópera Doreya, el cual, con música de Eduardo Sánchez de Fuentes, fue estrenado en el Teatro Nacional de La Habana el 7 de febrero del mismo año. Premios y Distinciones En el Concurso Bracale (1918) fue premiado su libreto para ópera Doreya Bibliografía activa * Esperanza, (poema), 1911. * Doreya, 1919. * Breviario de mi vida inútil, (versos), 1932. * El sentido del dolor en el arte, (discurso), 1937. * La caja de Pandora, (poesía), 1939. * Sed de infinito, (poesía), 1939. /La sombra de Eros, (poesía), 1939. Referencias Cuba Literaria - www.cubaliteraria.com/autor.php?idautor=1543

Miguel de Cervantes y Saavedra

...“Yo, que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo”... Miguel de Cervantes Saavedra (¿Alcalá de Henares?, 29 de septiembre de 1547 – Madrid, 22 de abril1 de 1616) fue un soldado, novelista, poeta y dramaturgo español. Es considerado una de las máximas figuras de la literatura española y universalmente conocido por haber escrito Don Quijote de la Mancha, que muchos críticos han descrito como la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal. Se le ha dado el sobrenombre de «Príncipe de los Ingenios». Infancia y juventud El lugar de nacimiento de Miguel de Cervantes no está establecido con absoluta certeza, considerándose como más probable que naciera en Alcalá de Henares, dado que allí fue bautizado, según su acta de bautismo, y que de allí manifestó ser natural en la llamada Información de Argel (1580).3 El día exacto de su nacimiento es desconocido, aunque es probable que naciera el 29 de septiembre, fecha en que se celebra la fiesta del arcángel San Miguel, dada la tradición de recibir el nombre del santoral. Miguel de Cervantes fue bautizado en Alcalá de Henares (España) el 9 de octubre de 1547, en la parroquia de Santa María la Mayor.4 El acta del bautizo reza: Domingo, nueve días del mes de octubre, año del Señor de mill e quinientos e quarenta e siete años, fue baptizado Miguel, hijo de Rodrigo Cervantes e su mujer doña Leonor. Baptizóle el reverendo señor Bartolomé Serrano, cura de Nuestra Señora. Testigos, Baltasar Vázquez, Sacristán, e yo, que le bapticé e firme de mi nombre. Bachiller Serrano. Sus abuelos paternos fueron el licenciado en leyes Juan de Cervantes y doña Leonor de Torreblanca, hija de Juan Luis de Torreblanca, un médico cordobés; su padre se llamaba Rodrigo de Cervantes (1509-1585) y nació en Alcalá de Henares porque su padre tenía entonces trabajo allí; fue cirujano, oficio más parecido al actual practicante que a nuestra idea de médico, y padecía desde niño una extrema sordera, por lo que sus hijos solían acompañarlo a menudo para actuar como intérpretes; Krzysztof Sliwa aporta un documento por el que sabemos que Miguel de Cervantes hizo al menos una vez de intérprete de su padre; don Rodrigo no pudo seguir estudios continuados a causa de su sordera y el carácter inquieto, movedizo e itinerante de su familia, que llegó a moverse entre Córdoba, Sevilla, Toledo, Cuenca, Alcalá de Henares, Guadalajara y Valladolid, que sepamos; sin embargo aprendió cirugía de su abuelo materno cordobés y el padrastro, también médico, que lo sucedió, sin contar con un título oficial. Según Américo Castro, Daniel Eisenberg y otros cervantistas, Cervantes posee ascendencia conversa por ambas líneas familiares. Por el contrario, Jean Canavaggio afirma que no está probado, y lo compara con los documentos que apoyan esta ascendencia sin lugar a dudas para Mateo Alemán; en todo caso, la familia Cervantes estaba muy bien considerada en Córdoba y detentaba allí y en sus cercanías cargos importantes. Rodrigo casó con Leonor de Cortinas, de la cual apenas se sabe nada, excepto que era natural de Arganda del Rey.6 Sus hermanos fueron Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546), que llegó a ser priora de un convento carmelita; Rodrigo (1550), también soldado, que le acompañó en el cautiverio argelino; Magdalena (1554) y Juan, sólo conocido porque su padre lo menciona en el testamento. Hacia 1551, Rodrigo de Cervantes se trasladó con su familia a Valladolid. Por deudas, estuvo preso varios meses y sus bienes fueron embargados. En 1556 se dirigió a Córdoba para recoger la herencia de Juan de Cervantes, abuelo del escritor, y huir de los acreedores. No existen datos precisos sobre los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que, sin duda, no llegaron a ser universitarios. Parece ser que pudo haber estudiado en Valladolid, Córdoba o Sevilla. También es posible que estudiara en la Compañía de Jesús, ya que en la novela El coloquio de los perros elabora una descripción de un colegio de jesuitas que parece una alusión a su vida estudiantil. En 1566 se establece en Madrid. Asiste al Estudio de la Villa, regentado por el catedrático de gramática Juan López de Hoyos, quien en 1569 publicó un libro sobre la enfermedad y muerte de la reina doña Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. López de Hoyos incluye en ese libro dos poesías de Cervantes, nuestro caro y amado discípulo. Esas son sus primeras manifestaciones literarias. En estos años Cervantes se aficionó al teatro viendo las representaciones de Lope de Rueda y, según declara en la segunda parte del Quijote, al parecer por boca del personaje principal, «se le iban los ojos tras la farándula». Viaje a Italia y la batalla de Lepanto Se ha conservado una providencia de Felipe II que data de 1569, donde manda prender a Miguel de Cervantes, acusado de herir en un duelo a un tal Antonio Sigura, maestro de obras. Si se tratara realmente de Cervantes, ése podría ser el motivo que le hizo pasar a Italia. Llegó a Roma en diciembre del mismo año. Allí leyó los poemas caballerescos de Ludovico Ariosto y los Diálogos de amor del judío sefardita León Hebreo (Yehuda Abrabanel), de inspiración neoplatónica, que influirán sobre su idea del amor. Cervantes se imbuye del estilo y del arte italianos, y guardará siempre un gratísimo recuerdo de aquellos estados, que aparece, por ejemplo, en El licenciado Vidriera, una de sus Novelas ejemplares, y se deja sentir en diversas alusiones de sus otras obras. Entra al servicio de Giulio Acquaviva, que será cardenal en 1570, y a quien, probablemente, conoció en Madrid. Le siguió por Palermo, Milán, Florencia, Venecia, Parma y Ferrara. Pronto lo dejará para ocupar la plaza de soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina, del tercio de Miguel de Moncada. Embarcó en la galera Marquesa. El 7 de octubre de 1571 participó en la batalla de Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros", formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria, «hijo del rayo de la guerra Carlos V, de felice memoria», y hermanastro del rey, y donde participaba uno de los más famosos marinos de la época, el marqués de Santa Cruz, que residía en La Mancha, en Viso del Marqués. En una información legal elaborada ocho años más tarde se dice: Cuando se reconosció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su paga... De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano. De ahí procede el apodo de el manco de Lepanto. La mano izquierda no le fue cortada, sino que se le anquilosó al perder el movimiento de la misma cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio. Aquellas heridas no debieron ser demasiado graves, pues, tras seis meses de permanencia en un hospital de Messina, Cervantes reanudó su vida militar, en 1572. Tomó parte en las expediciones navales de Navarino (1572), Corfú, Bizerta y Túnez (1573). En todas ellas bajo el mando del capitán Manuel Ponce de León y en el tercio de Lope de Figueroa, que aparece en El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca. Después, recorrería las principales ciudades de Sicilia, Cerdeña, Génova y la Lombardía. Permaneció finalmente dos años en Nápoles, hasta 1575. Cervantes siempre se mostró muy orgulloso de haber luchado en la batalla de Lepanto, que para él fue, como escribió en el prólogo de la segunda parte del Quijote, la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Cautiverio en Argel Durante su regreso desde Nápoles a España, a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por Arnaut Mamí hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo, el 26 de septiembre de 1575. Fueron capturados a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós, en la actualidad llamada Costa Brava, y llevados a Argel. Cervantes es adjudicado como esclavo al renegado griego Dali Mamí. El hecho de habérsele encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de Austria y del Duque de Sessa, hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona muy importante, y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron quinientos escudos de oro por su libertad. En los cinco años de aprisionamiento, Cervantes, un hombre con un fuerte espíritu y motivación, trató de escapar en cuatro ocasiones. Para evitar represalias en sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable de todo ante sus enemigos. Prefirió la tortura a la delación. Gracias a la información oficial y al libro de fray Diego de Haedo Topografía e historia general de Argel (1612), tenemos posesión de noticias importantes sobre el cautiverio. Tales notas se complementan con sus comedias Los tratos de Argel; Los baños de Argel y el relato de la historia del Cautivo, que se incluye en la primera parte del Quijote, entre los capítulos 39 y 41. Sin embargo, desde hace tiempo se sabe que la obra publicada por Haedo no era suya, algo que él mismo ya reconoce. Según Emilio Sola, su autor fue Antonio de Sosa, benedictino compañero de cautiverio de Cervantes y dialoguista de la misma obra. Daniel Eisenberg ha propuesto que la obra no es de Sosa, quien no era escritor, sino del gran escritor cautivo en Argel, con cuyos escritos la obra de Haedo muestra muy extensas semejanzas. A ser cierto, la obra de Haedo deja de ser confirmación independiente de la conducta cervantina en Argel, sino uno más de los escritos del mismo Cervantes que ensalzan su heroísmo.7 El primer intento de fuga fracasó, porque el moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros a Orán, los abandonó en la primera jornada. Los presos tuvieron que regresar a Argel, donde fueron encadenados y vigilados más que antes. Mientras tanto, la madre de Cervantes había conseguido reunir cierta cantidad de ducados, con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos. En 1577 se concertaron los tratos, pero la cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo llevaba un plan elaborado por su hermano para liberarlo a él y a sus catorce o quince compañeros más. Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva oculta, en espera de una galera española que vendría a recogerlos. La galera, efectivamente, llegó e intentó acercarse por dos veces a la playa; pero, finalmente, fue apresada. Los cristianos escondidos en la cueva también fueron descubiertos, debido a la delación de un cómplice traidor, apodado El Dorador. Cervantes se declaró como único responsable de organizar la evasión e inducir a sus compañeros. El bey (gobernador turco) de Argel, Azán Bajá, lo encerró en su «baño» o presidio, cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses. El tercer intento, lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta Orán. Envió allí un moro fiel con cartas para Martín de Córdoba, general de aquella plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el mensajero fue preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era el propio Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a recibir dos mil palos, sentencia que no se realizó porque muchos fueron los que intercedieron por él. El último intento de escapar se produjo gracias a una importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían ser liberados, el ex dominico doctor Juan Blanco de Paz, reveló todo el plan a Azán Bajá. Como recompensa el traidor recibió un escudo y una jarra de manteca. Azán Bajá trasladó a Cervantes a una prisión más segura, en su mismo palacio. Después, decidió llevarlo a Constantinopla, donde la fuga resultaría una empresa casi imposible de realizar. De nuevo, Cervantes asumió toda responsabilidad. En mayo de 1580, llegaron a Argel los padres Trinitarios (esa orden se ocupaba en tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos) fray Antonio de la Bella y fray Juan Gil. Fray Antonio partió con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. El fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El 24 de octubre regresó, al fin, a España con otros cautivos también rescatados. Llegó a Denia, desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre regresa con su familia a Madrid. Regreso a España En mayo de 1581 Cervantes se trasladó a Portugal, donde se hallaba entonces la corte de Felipe II, con el propósito de encontrar algo con lo que rehacer su vida y pagar las deudas que había obtenido su familia para rescatarle de Argel. Le encomendaron una comisión secreta en Orán, puesto que él tenía muchos conocimientos de la cultura y costumbres del norte de África. Por ese trabajo recibió 50 escudos. Regresó a Lisboa y a finales de año volvió a Madrid. En febrero de 1582, solicita un puesto de trabajo vacante en las Indias; sin conseguirlo. En estos años, el escritor tiene relaciones amorosas con Ana Villafranca (o Franca) de Rojas, la mujer de Alonso Rodríguez, un tabernero. De la relación nació una hija que se llamó Isabel de Saavedra, que él reconoció. El 12 de diciembre de 1584, contrae matrimonio con Catalina de Salazar y Palacios en el pueblo toledano de Esquivias. Catalina era una joven que no llegaba a los veinte años y que aportó una pequeña dote. Se supone que el matrimonio no sólo fue estéril, sino un fracaso. A los dos años de casados, Cervantes comienza sus extensos viajes por Andalucía. Es muy probable que entre los años 1581 y 1583 Cervantes escribiera La Galatea, su primera obra literaria en volumen y trascendencia. Se publicó en Alcalá de Henares en 1585. Hasta entonces sólo había publicado algunas composiciones en libros ajenos, en romanceros y cancioneros, que reunían producciones de diversos poetas. La Galatea apareció dividida en seis libros, aunque sólo escribió la «primera parte». Cervantes prometió continuar la obra; sin embargo, jamás llegó a imprimirse. En el prólogo la obra es calificada como «égloga» y se insiste en la afición que Cervantes ha tenido siempre a la poesía. Se trata de una novela pastoril, género que había establecido en España la Diana de Jorge de Montemayor. Aún se pueden observar las lecturas que realizó cuando fue soldado en Italia. El matrimonio con su esposa no resultó. Se separó de la misma a los dos años, sin haber llegado a tener hijos. Cervantes nunca habla de su esposa en sus muchos textos autobiográficos, a pesar de ser él quien estrenó en la literatura española el tema del divorcio, entonces imposible en un país católico, con el entremés El juez de los divorcios. Se supone que el matrimonio fue infeliz, aunque en ese entremés sostiene que «más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor». Últimos años En 1587, viaja a Andalucía como comisario de provisiones de la Armada Invencible. Durante los años como comisario, recorre una y otra vez el camino que va desde Madrid a Andalucía, pasando por Toledo y La Mancha (actual Ciudad Real). Ese es el itinerario de Rinconete y Cortadillo. Se establece en Sevilla, primero como proveedor de las galeras reales, y posteriormente, a partir de 1594,como recaudador de impuestos atrasados (tercias y alcabalas), empleos ambos que le acarrearán numerosos problemas y disputas puesto que era el encargado de ir casa por casa recaudando impuestos, que en su mayoría iban destinados para cubrir las guerras en las que estaba inmiscuida España. Es encarcelado en 1597 en la Cárcel Real de Sevilla, tras la quiebra del banco donde depositaba la recaudación. Supuestamente Cervantes se había apropiado de dinero público y sería descubierto tras ser encontradas varias irregularidades en las cuentas que llevaba. En la cárcel «engendra» Don Quijote de la Mancha, según el prólogo a esta obra. No se sabe si con ese término quiso decir que comenzó a escribirlo mientras estaba preso o, simplemente, que se le ocurrió la idea allí. El otro encarcelamiento documentado de Cervantes fue muy breve, en Castro del Río (Córdoba) en 1592. No consta que haya estado nunca en la cueva de Medrano, en Argamasilla de Alba. Desde 1604 se instala en Valladolid (por aquel entonces —desde 1601— Corte Real de Felipe III), y en 1605 publica la primera parte de la que será su principal obra: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ello marcó el comienzo del realismo como estética literaria y creó el género literario de la novela moderna, la novela polifónica, de amplísimo influjo posterior, mediante el cultivo de lo que llamó «una escritura desatada» en la que el artista podía mostrarse «épico, lírico, trágico, cómico» en el crisol genuino de la parodia de todos los géneros. La segunda parte no aparece hasta 1615: El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. Ambas obras le ganan un puesto en la historia de la literatura universal y convierten a su autor, junto con Dante Alighieri, William Shakespeare, Michel de Montaigne y Goethe en un autor canónico de la literatura occidental. Un año antes, aparece publicada una apócrifa continuación de Alonso Fernández de Avellaneda. Una novela escrita, al parecer, por un discípulo y amigo de Lope de Vega de origen aragonés o por un grupo de amigos de Lope. Entre las dos partes del Quijote, aparecen en 1613 las Novelas ejemplares, un conjunto de doce narraciones breves, compuestas algunas de ellas muchos años antes. Su fuente es propia y original. En ellas explora distintas fórmulas narrativas como la sátira lucianesca (El coloquio de los perros), la novela picaresca (Rinconete y Cortadillo), la miscelánea (El licenciado vidriera), la novela bizantina (La española inglesa, El amante liberal) o, incluso, la novela policíaca (La fuerza de la sangre). De algunas de ellas, como por ejemplo El celoso extremeño, se conserva una segunda redacción testimoniada por el manuscrito llamado de Porras de la Cámara, descubierto en el siglo XIX. Sólo esta colección de novelas habría podido en sí misma haberle creado un puesto muy destacado en la historia de la literatura castellana. La crítica literaria fue una constante en su obra. Aparece en la Galatea, en el Quijote y a ella le consagró el Viaje del Parnaso (1614), extenso poema en tercetos encadenados. En 1615, publica Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados, pero su drama más popular hoy, La Numancia, además de El trato de Argel, quedó inédito hasta el siglo XVIII. Un año después de su muerte, aparece la novela Los trabajos de Persiles y Sigismunda, cuya dedicatoria a Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII Conde de Lemos, su mecenas durante años, y a quien están también dedicadas la segunda parte del Quijote y las Novelas ejemplares, y que firmó apenas dos días antes de morir, resulta una de las páginas más conmovedoras de la literatura española: Señor; aquellas coplas antiguas que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: «Puesto ya el pie en el estribo», quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi con las mismas palabras las puedo comenzar diciendo: Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo. Ayer me dieron la extremaunción, y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies de V. E., que podría ser fuese tanto el contento de ver a V. E. bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero, si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los cielos y, por lo menos, sepa V. E. este mi deseo y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle, que quiso pasar aún más allá de la muerte mostrando su intención. Con todo esto, como en profecía, me alegro de la llegada de V. E.; regocíjome de verle señalar con el dedo y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas dilatadas en la fama de las bondades de V. E. Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de las Semanas del Jardín y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía (que ya no sería sino milagro), me diere el cielo vida, las verá, y, con ellas, el fin de la Galatea, de quien sé está aficionado V. E., y con estas obras continuado mi deseo; guarde Dios a V. E. como puede, Miguel de Cervantes. El Persiles es una novela bizantina que, según el autor, pretendía competir con el modelo clásico griego de Heliodoro; tuvo éxito, pues conoció algunas ediciones más en su época; pero fue olvidada y oscurecida por el triunfo indiscutible de su Don Quijote. Cervantes utiliza un grupo de personajes como hilo conductor de la obra, en vez de dos. Anticipa, además, el llamado realismo mágico dando entrada a algunos elementos fantásticos. En cierto modo, cristianiza el modelo original utilizando el tópico del homo viator, alcanzándose el clímax al final de la obra con la anagnórisis de los dos enamorados principales, llamados hasta entonces Periandro y Auristela, en la ciudad santa de Roma: Nuestras almas, como tú bien sabes y como aquí me han enseñado, siempre están en continuo movimiento y no pueden parar sino en Dios, como en su centro. En esta vida los deseos son infinitos y unos se encadenan de otros y se eslabonan y van formando una cadena que tal vez llega al cielo y tal se sume en el infierno. En realidad, el Persiles es una novela de estructura e intenciones muy complejas que aguarda todavía una interpretación satisfactoria. La influencia de Cervantes en la literatura universal ha sido tal, que la misma lengua española suele ser llamada la lengua de Cervantes. Alcances artísticos Cervantes es sumamente original. Parodiando un género que empezaba a periclitar, como el de los libros de caballerías, creó otro género sumamente vivaz, la novela polifónica, donde se superponen las cosmovisiones y los puntos de vista hasta confundirse en complejidad con la misma realidad, recurriendo incluso a juegos metaficcionales. En la época la épica podía escribirse también en prosa, y con el precedente en el teatro del poco respeto a los modelos clásicos de Lope de Vega, le cupo a él en suma fraguar la fórmula del realismo en la narrativa tal y como había sido preanunciada en España por toda una tradición literaria desde el Cantar del Mío Cid, ofreciéndosela a Europa, donde Cervantes tuvo más discípulos que en España. La novela realista entera del siglo XIX está marcada por este magisterio. Por otra parte, otra gran obra maestra de Cervantes, las Novelas ejemplares, demuestra la amplitud de miras de su espíritu y su deseo de experimentar con las estructuras narrativas. En esta colección de novelas el autor experimenta con la novela bizantina (La española inglesa), la novela policíaca o criminal (La fuerza de la sangre, El celoso extremeño), el diálogo lucianesco (El coloquio de los perros), la miscelánea de sentencias y donaires (El licenciado Vidriera), la novela picaresca (Rinconete y Cortadillo), la narración constituida sobre una anagnórisis (La gitanilla), etc. Obra de Cervantes Novelas Miguel de Cervantes cultivó, pero a su original modo, los géneros narrativos habituales en la segunda mitad del siglo XVI: la novela bizantina, la novela pastoril, la novela picaresca, la novela morisca, la sátira lucianesca, la miscelánea. Renovó un género, la novella, que se entendía entonces a la italiana como relato breve, exento de retórica y de mayor trascendencia. * La Galatea (1585) * El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) * Novelas ejemplares (1613) * El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615) * Los trabajos de Persiles y Sigismunda (1617) La Galatea La Galatea fue la primera novela de Cervantes, en 1585. Forma parte del subgénero pastoril (una «égloga en prosa» como define el autor), triunfante en el Renacimiento. Su primera publicación apareció cuando tenía 38 años con el título de Primera parte de La Galatea. Como en otras novelas del género (similar al de La Diana de Jorge de Montemayor), los personajes son pastores idealizados que relatan sus cuitas y expresan sus sentimientos en una naturaleza idílica (locus amoenus). La Galatea se divide en seis libros en los cuales se desarrollan una historia principal y cuatro secundarias que comienzan en el amanecer y finalizan al anochecer, como en las églogas tradicionales, pero de la misma manera que en los poemas bucólicos de Virgilio cada pastor es en realidad una máscara que representa a un personaje verdadero. Don Quijote de la Mancha Es la novela cumbre de la literatura en lengua española. Su primera parte apareció en 1605 y obtuvo una gran acogida pública. Pronto se tradujo a las principales lenguas europeas y es una de las obras con más traducciones del mundo. En un principio, la pretensión de Cervantes fue combatir el auge que habían alcanzado los libros de caballerías, satirizándolos con la historia de un hidalgo manchego que perdió la cordura por leerlos, creyéndose caballero andante. Para Cervantes, el estilo de las novelas de caballerías era pésimo, y las historias que contaba eran disparatadas. A pesar de ello, a medida que iba avanzando el propósito inicial fue superado, y llegó a construir una obra que reflejaba la sociedad de su tiempo y el comportamiento humano. Es probable que Cervantes se inspirara en el Entremés de los romances, en el que un labrador pierde el juicio por su afición a los héroes del Romancero viejo. Novelas ejemplares Entre 1590 y 1612 Cervantes escribió una serie de novelas cortas (pues el término novela se usaba en la época en el mismo sentido que su étimo, el italiano novella, esto es, lo que hoy llamamos novela corta o relato largo) que después acabaría reuniendo en 1613 en la colección de las Novelas ejemplares, dada la gran acogida que obtuvo con la primera parte del Quijote. En un principio recibieron el nombre de Novelas ejemplares de honestísimo entretenimiento. Dado que existen dos versiones de Rinconete y Cortadillo y de El celoso extremeño, se piensa que Cervantes introdujo en estas novelas algunas variaciones con propósitos morales, sociales y estéticos (de ahí el nombre de «ejemplares»). La versión más primitiva se encuentra en el llamado manuscrito de Porras de la Cámara, una colección miscelánea de diversas obras literarias entre las cuales se encuentra una novela habitualmente atribuida también a Cervantes, La tía fingida. Por otra parte, algunas novelas cortas se hallan también insertas en el Quijote, como «El curioso impertinente» o una «Historia del cautivo» que cuenta con elementos autobiográficos. Además, se alude a otra novela ya compuesta, Rinconete y Cortadillo. * La gitanilla * El amante liberal * Rinconete y Cortadillo * La española inglesa * El licenciado Vidriera * La fuerza de la sangre * El celoso extremeño * La ilustre fregona * Las dos doncellas * La señora Cornelia * El casamiento engañoso * El coloquio de los perros La gitanilla es la más larga de las novelas ejemplares, y puede tener elementos autobiográficos en una historia amorosa que tuvo un pariente lejano de Cervantes. Como muchas otras de estas tramas, se centra en el artificio de la agnición o reconocimiento de una persona al final de la obra. Se trata de una muchacha de origen noble raptada por unos gitanos y educada por ellos, y un noble que se enamora y decide llevar vida gitanil tras ella, hasta que al fin se descubre todo y la historia termina felizmente, posibilitándose el matrimonio de la pareja. El amante liberal es una novela morisca donde también aparece el tema del rapto, con la historia de un joven siciliano llamado Ricardo que es raptado al igual que a la bellísima Leonisa que es vendida a dos moros por un judío para regalársela al gran turco, entramada con líos amorosos, y aventuras. En Rinconete y Cortadillo dos muchachos «se desgarran» (se fugan de la casa familiar) y emprenden una vida picaresca con ayuda de la baraja y del hurto, hasta que van a parar a Sevilla, donde mientras trabajan de esportilleros son captados por una asociación mafiosa de malhechores, una especie de sindicato del crimen sevillano gobernado como una cofradía por el hermano mayor, Monipodio. Se suceden diversas escenas de género propias de un entremés o una jácara donde se presentan alguaciles corruptos, ladrones, matones, chulos y prostitutas; acabado este desfile de tipos, los pillos muchachos deciden regenerarse. En La española inglesa el rapto vuelve a aparecer en la persona de una muchacha arrebatada en la invasión inglesa de Cádiz y que se educa en Londres como dama de compañía de la reina Isabel I de Inglaterra, que aparece descrita sin animadversión. Pierde el cabello por un bebedizo pero todo se arregla al final. En El licenciado Vidriera el estudiante pobre Tomás Rodaja marcha a Salamanca a estudiar acompañando a un noble y allí se licencia con honores; viaja por diversas ciudades de Italia, pero pierde la razón a causa de un filtro de amor que le han suministrado en secreto y cree tener el cuerpo de vidrio y ser sumamente frágil. Sin embargo, su agudeza es sorprendente y todos le consultan. La novela es en realidad una colección de las agudezas en prosa del protagonista, al estilo de una de las misceláneas tan frecuentes en el Siglo de Oro. Finalmente recobra el juicio, pero ya nadie le contrata ni va a verle. En La fuerza de la sangre se construye un relato casi policíaco, en el que una doncella violada con los ojos tapados logra reconstruir intelectualmente el crimen hasta dar con el culpable y forzar de él que se case con ella restituyendo su honor. El celoso extremeño narra los celos patológicos de un viejo indiano que vuelve a España enriquecido y encierra a su jovencísima esposa en una casa herméticamente, sin permitirle que salga ni que nada masculino pase la puerta, en la cual ha instalado como vigilante a un esclavo negro con orden de no dejar pasar a nadie. El seductor Loaysa lo logra engatusando al negro, al que le encanta la música, con una vihuela, y se acuesta con la moza. Sin embargo, no hacen nada, aunque en el manuscrito de Porras de la Cámara sí se consuman los cuernos. El viejo, humillado, se muere de pena. En La ilustre fregona dos jóvenes de buena familia, Carriazo y Avendaño, deciden lanzarse a la vida picaresca. En un mesón de Toledo Avendaño se enamora de Constanza, una fregona o sirvienta, lo que hará que los dos jóvenes decidan detener allí su viaje. Finalmente se descubrirá que Constanza es de noble nacimiento, hija natural del padre de Carriazo, por lo que nada impedirá su boda con Avendaño. El casamiento engañoso narra el timo que hace una señorita aparentemente honesta a un militar casándose con él; éste ignora que ha sido una meretriz y esta lo abandona dejándole una enfermedad venérea que debe purgar con sudores en el hospital de Atocha, donde transcurre la próxima novela. En El coloquio de los perros el militar, que está purgando su enfermedad en medio de fuertes fiebres, asiste de noche a la conversación entre dos perros, Cipión y Berganza; uno cuenta al otro la historia de su vida y sus muchos (y muy sinvergüenzas) amos y dejan para el día siguiente la relación del otro. Se trata de una fantasía al estilo de las de Luciano de Samosata y el desfile entremesil de tipos, entre ellos unos pastores y una bruja, recuerda al de una novela picaresca o un entremés. Los trabajos de Persiles y Sigismunda Es la última obra de Cervantes. Pertenece al subgénero de la novela bizantina. En ella escribió la dedicatoria a Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII Conde de Lemos, el 19 de abril de 1616, cuatro días antes de fallecer, donde se despide de la vida citando estos versos: Puesto ya el pie en el estribo, con ansias de la muerte, gran señor, esta te escribo. El autor ve claramente que le queda poca vida y se despide de sus amigos; no se hace ilusiones, sin embargo desea vivir y terminar obras que tiene en el magín, cuyo título escribe: Las semanas del jardín, El famoso Bernardo y una segunda parte de La Galatea. En el género de la novela bizantina, cuenta Cervantes, se atreve a competir con el modelo del género, Heliodoro. La novela, inspirada en la crónica de Saxo Gramático y Olao Magno y en las fantasías del Jardín de flores curiosas de Antonio de Torquemada, cuenta la peregrinación llevada a cabo por Persiles y Sigismunda, dos príncipes nórdicos enamorados que se hacen pasar por hermanos cambiándose los nombres por Periandro y Auristela. Separados por todo tipo de peripecias, emprenden un viaje desde el norte de Europa hasta Roma, pasando por España, con finalidad expiatoria antes de contraer matrimonio. La obra es importante porque supone en el autor un cierto distanciamiento de las fórmulas realistas que hasta el momento ha cultivado, pues aparecen hechos tan peregrinos como que una mujer salte de un campanario librándose de estrellarse gracias al paracaídas que forman sus faldas o que haya personajes que adivinen el futuro. Los personajes principales aparecen algo desvaídos y en realidad la obra está protagonizada por un grupo, en el que se integran dos españoles abandonados en una isla desierta, Antonio y su hijo, criado en la isla como una especie de bárbaro arquero en contacto con la naturaleza. Los últimos pasajes del libro están poco limados, ya que el autor falleció antes de corregirlos. La obra tuvo cierto éxito y se reimprimió varias veces, pero fue olvidada en el siglo siguiente. Poesía Cervantes se afanó en ser poeta, aunque llegó a dudar de su capacidad, como él mismo dijo antes de su muerte en Viaje del Parnaso: Yo que siempre trabajo y me desvelo por parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo Se han perdido o no se han identificado casi todos los versos que no estaban incluidos en sus novelas o en sus obras teatrales; aunque se le suele llamar inventor de los versos de cabo roto, en realidad no fue él. Cervantes declara haber compuesto gran número de romances, entre los cuales estimaba especialmente uno sobre los celos. En efecto, hacia 1580 participó con otros grandes poetas contemporáneos como Lope de Vega, Góngora o Quevedo en la imitación de los romances antiguos que dio origen al Romancero nuevo, llamado así frente al tradicional Romancero viejo del siglo XV, el cual era anónimo. Inicia su obra poética con las cuatro composiciones dedicadas a Exequias de la reina Isabel de Valois. Otros poemas fueron: A Pedro Padilla, A la muerte de Fernando de Herrera, A la Austriada de Juan Rufo. Como poeta sin embargo destaca en el tono cómico y satírico, y sus obras maestras son los sonetos Un valentón de espátula y greguesco y Al túmulo del rey Felipe II, del cual se hizo famoso los últimos versos: Caló el chapeo, requirió la espada, miró al soslayo, fuese, y no hubo nada. La Epístola a Mateo Vázquez es una falsificación escrita por el erudito decimonónico Adolfo de Castro, como asimismo lo es el folleto en prosa El buscapié, una vindicación del Quijote escrita también por este erudito. Asentó algunas innovaciones en la métrica, como la invención de la estrofa denominada ovillejo y el uso del soneto con estrambote. Viaje del Parnaso El único poema narrativo extenso de Cervantes es El viaje del Parnaso (1614). Está formado por tercetos encadenados, donde el autor critica a algunos poetas españoles, satirizando a algunos y elogiando a otros. Escrito, como dice el propio Miguel, a imagen y semejanza del Viaggio di Parnaso (1578) de Cesare Caporali di Perugia. Narra de forma autobiográfica en ocho capítulos un viaje al monte Parnaso, a bordo de una galera dirigida por Mercurio, en la que algunos poetas elogiados tratan de defenderlo frente a los poetastros o malos poetas. Reunidos en el monte con Apolo, salen airosos de la batalla y el protagonista regresa de nuevo a su hogar. La obra se completa con la Adjunta al Parnaso, donde Pancracio de Roncesvalles entrega a Cervantes dos epístolas de Apolo. Teatro Dadas sus penurias económicas, el teatro fue la gran vocación de Cervantes. Escribe que cuando era mozo «se le iban los ojos» tras el carro de los comediantes y que asistió a las austeras representaciones de Lope de Rueda. Sin embargo, su éxito, que lo tuvo, pues sus obras se representaron «sin ofrenda de pepinos», como dice en el prólogo a sus Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados, fue efímero ante el exitazo de la nueva fórmula dramática de Lope de Vega, más audaz y moderna que la suya, que hizo a los empresarios desestimar las comedias cervantinas y preferir las de su rival. El teatro de Cervantes poseía un fin moral, incluía personajes alegóricos y procuraba someterse a las tres unidades aristotélicas de acción, tiempo y lugar, mientras que el de Lope rompía con esas unidades y era moralmente más desvergonzado y desenvuelto, así como mejor y más variadamente versificado. Cervantes nunca pudo sobrellevar este fracaso y se mostró disgustado con el nuevo teatro lopesco en la primera parte del Quijote, cuyo carácter teatral aparece bien asentado a causa de la abundancia de diálogos y de situaciones de tipo entremesil que entreverán la trama. Y es, en efecto, el entremés el género dramático donde luce en todo su esplendor el genio dramático de Cervantes, de forma que puede decirse que junto a Luis Quiñones de Benavente y Francisco de Quevedo es Cervantes uno de los mejores autores del género, al que aportó una mayor profundidad en los personajes, un humor inimitable y un mayor calado y trascendencia en la temática. Que existía interconexión entre el mundo teatral y el narrativo de Cervantes lo demuestra que, por ejemplo, el tema del entremés de El viejo celoso aparezca en la novela ejemplar de El celoso extremeño. Otras veces aparecen personajes sanchopancescos, como en el entremés de la Elección de los alcaldes de Daganzo, donde el protagonista es tan buen catador o «mojón» de vinos como Sancho. El barroco tema de la apariencia y la realidad se muestra en El retablo de las maravillas, donde se adapta el cuento medieval de Don Juan Manuel (que Cervantes conocía y había leído en una edición contemporánea) del rey desnudo y se le da un contenido social. El juez de los divorcios tocaba también biográficamente a Cervantes, y en él se llega a la conclusión de que «más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor». También poseen interés los entremeses de El rufián viudo, La cueva de Salamanca, El vizcaíno fingido y La guarda cuidadosa. Para sus entremeses adopta Cervantes tanto la prosa como el verso y se le atribuyen algunos otros, como el de Los habladores. En sus piezas mayores el teatro de Cervantes ha sido injustamente poco apreciado y representado, a excepción de la que representa el ejemplo más acabado de imitación de las tragedias clásicas: El cerco de Numancia, también titulada La destrucción de Numancia, donde se escenifica el tema patriótico del sacrificio colectivo ante el asedio del general Escipión y donde el hambre toma la forma de sufrimiento existencial, añadiéndose figuras alegóricas que profetizan un futuro glorioso para España. Se trata de una obra donde la Providencia parece tener el mismo cometido que tenía para el Eneas escapado de la Troya incendiada en Virgilio. Parecida inspiración patriótica poseen otras comedias, como La conquista de Jerusalén, descubierta recientemente. Otras comedias suyas tratan el tema, que tan directamente padeció el autor y al que incluso se hace alusión en un pasaje de su última obra, el Persiles, del cautiverio en Argel, como Los baños de Argel, Los tratos de Argel, La gran sultana y El gallardo español, donde se ha querido también encontrar la denuncia de la situación de los antiguos soldados como el propio Cervantes. De tema más novelesco son La casa de los celos y selvas de Ardenia, El laberinto de amor, La entretenida. Carácter picaresco tienen Pedro de Urdemalas y El rufián dichoso. Cervantes reunió sus obras no representadas en Ocho comedias y ocho entremeses nunca representados; además, se conservan otras obras en manuscrito: Los tratos de Argel, El gallardo español, La gran sultana y Los baños de Argel. Curiosidades * Se suele decir que Miguel de Cervantes y William Shakespeare fallecieron el mismo día. Sin embargo, se trata de un dato erróneo, ya que, aunque murieron en la misma fecha, en Gran Bretaña se usaba el calendario juliano, mientras que en España ya se había adoptado el calendario gregoriano. * El primer ministro israelí David Ben-Gurión aprendió español para poder leer Don Quijote de la Mancha en su idioma original, al igual que el poeta, dramaturgo y novelista ruso Alexandr Pushkin.[cita requerida] * No existen retratos reales de Cervantes. Sólo existen pinturas basadas en las descripciones físicas que el propio autor escribió. http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Cervantes




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