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Una urbe áspera sella mi boca.

Yo viajo a los espacios transparentes.
Conmigo está tu  de lana, el viejo  que cuidabas tanto,
tus zarcillos con que ibas al mercado, tu pulsera de oro, la vajilla humilde.
El perro que nos despertaba pasa su hocico por mi lecho.
No es magia, sencillamente nada he olvidado a no ser que existo sin ti.

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