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Partitura anónima

Llueve, ranchea y zumba el viento.
El agua emperla el nublado gris
y se quiebra la lluvia como un lamento
psíquico sobre el techo de zinc.
 
Calma. Se aclara el cielo en breve;
las canales cesan de chorrear.
Tin, blon, tin, repica el agua que mueve
el zinc.
(El zinc es un wagnerizante natural.)
 
En el silencio del mediodía
entornados los ojos, veo pasar
los Murmurios de la selva por la selva de armonía
que dos gotas, en dos tonos, al rodar
repetidas con isócrona maestría
llegan a orquestizar.
 
Tin, blon, tin, el pentagrama sapiente
de la nostalgia y del dolor,
tan sencillo y tan complejo que se siente
en su música del ensueño la emoción.
 
El zinc lleva la pauta del sinfónico
poema de dos gotas en dos tonos, nada más.
Son un grito polifónico
que sintetiza una ópera natural.
Tin, blon, tin…
(El zinc es un wagnerizante natural.)
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