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Transfiguración

Cuando, en las horas cálidas de la ansiedad suprema,
en tus mejillas róseas se enciende el arrebol,
tu carne nacarina con eretismo quema,
tu cuerpo es una llama que tiembla como un sol.
 
Hay fuertes contracciones en lo hondo de tu sexo
si la emoción postrera del espasmo te da
la crátera divina del placer como un nexo
entre lo que es materia y espíritu será.
 
Hacen tus brazos trémulos cadenas encendidas
que mi cuello aprisionan con fuerzas de estertor
si al consumar el rito vital las sacudidas
genésicas te arrancan gemidos de dolor.
 
Tu boca se dilata, tus ojos se contraen,
y tu nariz se aguza como una liviandad;
tus pechos palpitantes contra mi tórax caen
y de mis opresiones quieres la libertad.
 
Entonces abatida, temblante flor que el noto
arranca de su tallo cual una maldición,
del mutuo cautiverio sexual el lazo roto,
te miro sobre el lecho tendida como un loto
que sufre los misterios de la –transmutación.
La vida vuelve parca, tu mano está yerta,
tus párpados desdoblan sus alas de tisú,
tus labios me sonríen con ansiedad incierta...
Renaces en tus formas, estás ungida tú!
 
Porque en las horas cálidas de la pasión suprema,
cuando de tus mejillas se enroja el arrebol,
tu carne nacarina con eretismo quema,
tu rostro de madona es transfiguración!
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