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A Pedro, en Marduk.

A la memoria de mi mejor amigo de todos los tiempos, Pedro Quiñones.

Ahora que has partido
dinos por lo menos adónde te lleva ese camino
que no requiere de mapas, ni de brújula.
Te imagino atravesando ríos
bajo un cielo de escarcha,
dulce amigo.
Y al final, Marduk,
con sus tres soles.
Su flora exquisita y su fauna poblada
de ingenuos y mansos animales.
Le tomo prestadas a Dimas, sus palabras,
junto al Nazareno:
“Acuérdate de mí cuando llegues al Paraíso”.
En Marduk es la cita, Pedro, no lo olvides.
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