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El último domingo de octubre

Te vas y vuelves.
A las tres,
son las dos
pero no es verdad,
tu ya no estás
y yo estoy más borracho
que la primera vez
que fueron las tres.
Aunque hoy,
solo fuimos dos
por poco menos de una hora,
que el reloj se empeña en negar,
me rodeo de minutos
que nadie podrá borrar,
sé que fue de verdad.
Aun me tiembla el pulso
por la leve caricia
que escribió tu índice
en mi cuello,
dando comienzo
a una catarata de sensaciones
que pienso dibujar esta noche
mientras te sueño.

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