De «Nuevos cantos mañaneros, desafinados y mudos»
—¡Mira, una estrella fugaz! —¿Qué pasa con las estrellas fugac… —Que se debe pedir un deseo. —Ah… —¡Pídelo!
No tengo dónde anidar el mundo es cada vez más plano.
El día de la madre, de mi madre, e… Ella me enseñó a ser lector, y a r…
Desperté por mayoría de votos. Y…
En algún lugar sin nombre, sin mapa, estoy esperándome. El lugar es adentro de mí y cada vez se aleja más de donde e…
Reverberación de las masas tras la… Organizaciones mundiales llegando… Laboratorios farmacéuticos frotand… Bolsas de valores botando la casa… Dípteros insignificantes sacudiend…
No importa cuántas horas pasen entre poema y poema. La poesía no sabe leer el reloj.
Más que temerle a qué dirán le temo al qué diré.
La veo acercarse, por mí. Sin traje de gala arrima, sin armas. De albo fulgoroso viste sus negras empresas. La veo cada noche, en mi cama,
Tibio lecho, de dispares usos, cuéntale, al oído, de tus amantes anteriores, de los que, como él, dejaron sus sudares en tus tejidos… y partieron, a otro camastro,
no cualquiera ignora desde un bill… y no cualquiera hace un poema ince… aunque todo billete valga menos qu… y cualquier persona que no lo cono… no cualquiera es poeta luego de ir…
Descubrieron un planeta similar a… Pobre, no sabe lo que le espera.
—Nos vemos allá, si te parece. —Sí, seguro, pero, ¿cómo te recono… —Soy el que va disfrazado de perso…
sin pena ni gloria lo digo necesito de su ayuda para terminar… gracias por su ayuda
No importa quiénes sean los comensales al otro lado del libro. La poesía no sabe dar de comer.