De «Nuevos cantos mañaneros, desafinados y mudos»
Todo verso nace porque sí. De sí.
No me consta que me conste lo que… Ni me consta que no me consta lo q…
No importa cuántas horas pasen entre poema y poema. La poesía no sabe leer el reloj.
El secreto de este negocio es que siempre estamos leyendo.
Tibio lecho, de dispares usos, cuéntale, al oído, de tus amantes anteriores, de los que, como él, dejaron sus sudares en tus tejidos… y partieron, a otro camastro,
La luz sirve para que no nos asuste la oscuridad que somos.
Si dijera que esto es un poema, lo… Pero si dijera que esto es un poem…
La enemiga defunción te invita, pero no asistas a esa fiesta. Vete pronto a tu lejana villa, roe un árbol, dale una semilla.
al innumerable grupo de enfermedad… hoy no felicitaremos porque no hab… ni tiempo suficiente si se le toma… por ejemplo, y perdonen lo aleator… podríamos felicitar al síndrome de…
mire usted cómo es la vida ni si quiera soy capaz de pronunci… y existe la poesía que lo hace por… soy un analfabeto que lo conoció l… disculpe usted el atrevimiento
ya sé que de mejores
Las horas sin advertir mutaron, son más prófugas y audaces. Los convidados escasean, más irónicos e hipócritas, tiñen las paredes
No importa quiénes sean los comensales al otro lado del libro. La poesía no sabe dar de comer.
sin pena ni gloria lo digo necesito de su ayuda para terminar… gracias por su ayuda
—¿Me enseñas a escribir poesía? —Eso no se enseña. —¡Enséñame! —No la escribas. —Gracias.