Desde que te conocí, poesía, me hice la misma pregunta. Desde que te conozco, me he hecho la misma pregunta. Y siempre estuviste,

—¿Me enseñas a escribir poesía? —Eso no se enseña. —¡Enséñame! —No la escribas. —Gracias.

Para que el mundo siga girando me detengo de tanto en tanto a observar lo que está quieto e imaginar que sigue moviéndose. Muevo el mundo en mi mente

Una bestia de siete cabezas me habita y, como es natural, cada cabeza tiene su propia dieta. La que más vigilo

Todo verso nace porque sí. De sí.

Adivinaciones vetustas renaciendo… Genios científicos estudiados por… Grandes pasos para la humanidad má… Primer nuevo paso del big bang otr… Consecuencias de la quietud del mu…

Somos tan pequeños que ni sabemos… Somos tan pequeños que la mayoría… desconoce nuestra existencia, nues… Y somos tan pequeños que si desapa… casi nada en el universo lo llegar…

Juegos de los fuegos artificiales… Rapapolvos amangualados de los uni… Mutismo por miedo a sucumbir indig… Indolencia del régimen con el rest… Fronteras intangibles en la estrat…

La señal del cosmos se trenza en e… para que yo, grillete último, líe… lo emancipe y lo vislumbre, vuelto un trapo, inmundicia, y con el pesado parpado,

Las señales universales las enramo… esperando que él, el eslabón perdi… las indulte y las disponga, las en… las transmute a materia, gris, esp… con el tacto, las atienda al calar…

Gano dinero de mil maneras pero no haciendo poesía. Estoy a salvo. Por ahora.