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En nombre de la paz

Estoy tan confundido
que en el aire empañado veo un espejo,
que la luz se me rompe en las pupilas
cuando los ciegos cantan en el metro.
Que salgo al cielo tenso de la calle
y te escucho decir: Vamos, Severo,
escribe lo que ves. Y tu voz llega
más próxima y ardiente que mi pecho.
Sin embargo, estoy claro
en las pequeñas cosas, por ejemplo,
me gustaría convertir las armas
en juguetes de pan para los niños,
ir a tu lado, repartir la tierra,
enseñar el amor al enemigo,
hacer un alfabeto de columpios
para un parque infantil, ir los domingos
a conversar un poco de pintura:
“Este es Víctor Manuel, miren, amigos,
en la noche metálica de azules
los árboles de tiza, el amarillo”.
Sólo por estas cosas
hoy nombro el mar de estaño, el rostro ardiente
de los que esperan esta libertad
en la lluvia de azufre. Por la guerra
nombro la Paz inmensa y poderosa
creadora del cielo y de la tierra.

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