Cargando...

Número Dos

He soñado contigo ya diez mil veces esta tarde,
aún no ha llegado la noche, para volverte a soñar
Pierre

Rodeo su cuerpo, con un dedo rodeo el borde de su cuerpo
nadie más lo sabe nadie más ha visto su cuerpo realmente desnudo ante la luz de la mirada real del afecto
nadie ha podido fijar su mirada en las colinas de su torso,
nadie jamás ha podido detenerse en la hondonada, para mirarla con lupa, milimétricamente de cerca, para observar el inquebrantable flanco abismal del centro de su abdomen,
 
pero yo, con el aire escapándose de los pulmones, con la presión atorándome el pecho, he podio detenerme en cada una de sus fronteras, en cada uno de sus paisajes
tiernamente, le hago notar la marca de nacimiento en su costado izquierdo
dócilmente ella me contesta, “es como si les hubiera faltado piel”
ciertamente, no les hizo falta nada, ni una pizca, ni una brisa de vello en la llanura de su torneado muslo, todo está genuinamente en su sitio
 
aunque, pensándolo un poco mejor,
persiste una ausencia
una ausencia inquebrantable, notoria
adentro de su carne, más allá de la piel,
dentro de su cárcel toráxica
les hizo falta un acorralado corazón.
Preferido o celebrado por...
Otras obras de Lillianne Rovier...



Top