Sentada bajo la sombra de un roble Admiro mi bosque dormido en el ti… Raudas en entretejer una alfombra… Las hojas se despiden de los insta… Adelfas azucenas presas del deliri…
La noche habla con sépalos de metáforas entre silencios melancólicos y en los bancos conspiran risas y lágrimas
Un latir de ojos nostálgicos es un diluvio con máscara, un rescate de sílabas entre las llanuras del rostro. Un baño de luz difusa,
El cuerpo erguido en la tierra sintoniza voces contenidas en las fibras del espíritu y asciende hasta el núcleo de la creación universal.
Todos tenemos nuestro otro yo, ese que dejamos fluir cuando nadie nos ve o simplemente con esa persona especial. Muchos temen mostrarlo por temor, por orgullo o por instinto de superviv...
Toda la dicha cabe en un suspiro de tiempo, en un balbuceo de fiebre amarilla con la piel ennegrecida y el andar de las botas de sol
Aún hoy vives en el café y en las sábanas, en este eterno reloj del deseo que me despierta en las mañanas.
Tus manos palpan las raíces de mi… y así acarician mi corazón, susurras melodías astrales en mi o… y el amor se hace plenitud. Las ramas de mi silueta vibran
Hay una inmensa nostalgia en Lisboa. La ciudad del fado es como una amante que te incita a descubrir sus secretos prohibidos, a entender el lenguaje que se desprende del fuego, de la b...
El insomnio incita y el tapiz de las formas se filtra sin pausa. Las palabras, carbones en el día,
¿Qué razón justifica que seamos eslabones dispersos en la garganta de un mundo sin canciones de solidaridad? De ser partículas atraídas por contratos mercantiles viajando en dirección c...
Que cada cual sobreviva como mejor sepa, cuando en las noches las estrellas y la piel no se entrelacen las manos,
Después de la victoria presiento que a lo lejos alguien construye una jaula y un ave con las horas que se marchan.
Mis manos palpan El corazón del barro Lotos florecen
Te vi pasar acompañado y yo también lo estaba. Mis recuerdos soñolientos, atascados en el fondo de la copa de vino tinto que me acompañaba todas las noches, se escurrieron por mi gargan...