Haiku 40
11/07/2016
Los dos jamás podrán brillar unidos. El sol no sabe que para que haya luna, debe irse con la noche.
La mentira y la verdad, suelen ser o no creíbles. Todo depende del momento en que se digan.
El rayo abruma y al cesar la tormenta, ¡lloran los sauces!
Viejo reloj, que gira sin cesar, evoca al tiempo.
En hoguera de melancolía hundo mis manos, y comienzo un intenso conjuro entre mi alma y yo.
¿Amor de madre? va en una dirección. ¡Hacia adelante!
Cae la gota sin saber su final. Turbio destino.
Sus risas, llantos y carantoñas son inagotables. La dicha de tenerlas enriquecen mi vida.
Cae la tarde y me sorprendo contemplando el ocaso del día, cuando una brisa fría y húmeda me estremece.
Entre las ramas, rosas blancas al viento. Luego, ¡el cielo!
¡Dios! me arrepiento, a ellos pido perdón, Tú, ¿me ayudaste? Fui tan frágil, tan débil sobre todo, tan sola.
Tengo otra esencia, lejana juventud; ¡Como el vintage!
Hoy siento como nunca la partida de los que ya no están. Son esos días extraños en que nota… que nos falta todo, en que nos cue… respirar, o simplemente se impone…
En soledad el eco del silencio anida en mí.
El dolor es inevitable, pero, ¿y el sufrimiento? ¿Debemos aprender a convivir con él?