Las puertas de mi bóveda ansiosas anhelan abrirse con el tacto helado de tu llave de plata
En la tenue oscuridad hay tres sofás y desconocidos sin rostro que salen y entran Las manecillas
Y yo aquí, así, un suspiro Un anhelo y la espera Y las ganas de que pienses En mí como yo en ti Y tú allá, así, quién
Noche de sábado Bullicios afuera Una música lejana que suena y suena y no para
Esta masa difusa de hastío Esta película monocromática en cámara lenta
qué incómodo el sonido perpetuo de los grillos lamentándose en la noche eterna y calurosa de un diciembre cualquiera
Lluvia, autos, ruido Ómnibus que van y vienen Jueves en Montevideo Café, música, suspiros Las horas pasan
poemas muertos palabras perdidas en mis noches en vela versos que pasean en la calesita eterna
Duele tu ausencia, Mi soledad escondida En el deseo de tu piel Duele saberte lejos, Entre otros brazos,
En este mundo inerte Gris y mundano El mero recuerdo de tu tacto Me envía una tierra de etérea dich… En este mundo injusto
Pica, duele, arde Esta ansia inconclusa El párrafo sin punto final Que muere en mitad de la frase El cuento sin desenlace.
los pendientes infinitos el anhelo incompleto suspendido en el aire y la punzada aguda de saber para siempre
Me guardo La rabia contenida del deseo Un beso tuyo atragantado Los gemidos que no fueron nunca Me guardo
Hay algo ahí En la esquina de tu mirada En esa media sonrisa Que no se termina de formar En la frase no tan casual
Me pregunto Si en algún mundo alterno El espacio y el tiempo Fueron benignos Si sentí tus labios