poemas muertos palabras perdidas en mis noches en vela versos que pasean en la calesita eterna
mi muso ignorante el numen profano de esta alma mendiga que implora sosiego a cambio de versos ignotos
Escucho el río Ese río que parece mar El ruido de las olas Que llega desde el Sur Escucho los autos
los pendientes infinitos el anhelo incompleto suspendido en el aire y la punzada aguda de saber para siempre
Me guardo La rabia contenida del deseo Un beso tuyo atragantado Los gemidos que no fueron nunca Me guardo
Hay algo ahí En la esquina de tu mirada En esa media sonrisa Que no se termina de formar En la frase no tan casual
En la tenue oscuridad hay tres sofás y desconocidos sin rostro que salen y entran Las manecillas
Quiero beber del licor febril de tu ser Quiero devorar el manjar prohibido
Oscuridad Luces en una terraza Suspendida en el aire La brisa de un verano Moribundo
Duele tu ausencia, Mi soledad escondida En el deseo de tu piel Duele saberte lejos, Entre otros brazos,
qué incómodo el sonido perpetuo de los grillos lamentándose en la noche eterna y calurosa de un diciembre cualquiera
Vos y yo somos cómplices De una noche impronunciable Casi inexistente Como un sueño difuso Que mágicamente compartimos
Pica, duele, arde Esta ansia inconclusa El párrafo sin punto final Que muere en mitad de la frase El cuento sin desenlace.
Te pienso Estás alejado Absorto en otras personas en otros mundos
Ya no más Ya no juegan al fútbol los niños en la calle Curiales Las risas se ahogan en el vértice del tiempo