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Conjuro

Por Andrés Mazzitelli

 
No ha nacido el médico que pueda curarte
Si eres una víctima más de quien usa
La belleza como arma.
No te molestes: difícilmente puedas conmoverla
Esperando en la lluvia bajo su ventana.
No malgastes acordes escribiéndole canciones:
No entiende una palabra del idioma del alma.
No te suicides por ella, no vale la pena: no lee los diarios.
No averigües su teléfono: su corazón no figura en guía.
No pierdas tiempo siguiendo sus pasos.
Ella pasará a través de mil puertas y tú quedarás parado en mil veredas.
No te derrumbes visiblemente cuando baile, ría, bese y se escurra en otros brazos.
Finge malestar y siéntate bien lejos.
En otro país, si es posible.
Piensa en ti mismo como en un muñeco de nieve en pleno enero.
Verás así que lo tuyo no es más que un problema de temperatura...
No tiene caso estar cerca o lejos,
De nada sirve tomarse el próximo tren a Saturno.
Ya es muy tarde para eso.
Mejor, arráncate el corazón y mándalo a la lavandería.
Limpia cada tasa que haya usado, cada copa que haya besado,
Cada hoja de cada libro que haya acariciado.
A baldazos de océano borra una por una sus huellas de la arena.
Y no mires por el amor de Dios hacia dónde conducen.
Cambia la cerradura de tu alma con un cerrajero de confianza.
Deshecha todo lo que te haga evocarla
Y cuando los basureros se hayan ido,
Date una ducha helada,
Cámbiate de ropa y de mirada
Y siéntate al balcón con una copa de buen vino tinto
A mirar
Cómo la enorme luna despega desde los techos.
Estarás curado, con suerte, con apenas
Cien años de tratamiento.
 
Advertencias y contraindicaciones:
 
Puede que cierta vez ella pase y te vea llorando en la ventana.
En ese caso, no niegues ni fabules historias fantásticas,
No huyas ni te escondas y sobre todo,
Sobre todo
No te sientas tan solo y desamparado.
Después de todo
Ella lo sabía desde un principio...

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