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El Poema #4

Atornillado a una emoción de muerte,
qué es el poema, no más que un cadáver andrajoso y tan limpio de vida que asusta,
un funeral de palabras tras otro, la literatura
es un gran cementerio de inconexas voces
que han querido perforar y siguen, los huesos
del hombre cuando los huesos son
arrojados a la florida tumba que nace
continuadamente en una sentencia irrevocable a un paladar de gusanos.
 
El acto de la escritura es el suicidio más lento
y doloroso que siente y conoce el verdadero
poeta cuando ordeña la vaca de leche rancia,
para caer postrado de rodillas ante el semillero de arrebatos de espinas, el sol
en su mediodía se apaga cada vez que pare
un poema mientras su hado es contrario
a levantar la voz ante el tremendismo
de la rotación constante de mortecinas
lunas.
 
Al igual que se levanta un palacio este acaba
por sucumbir, al tanto que se alza una torre
esta caerá, siempre que persista una voz
agotará el silencio y el silencio es el mayor
de todos los poemas, se escribió solo sin
artificio, se escucha solo siempre que se le busque, es el poema eterno, insuperable,
para qué buscar ya harapos con los que
vestir un esqueleto machacado, tan
machacado y pestilente aún de aromas,
para qué y el poeta lo sabe no asentándose
en la certeza, pues asegurar es morirse
a una mentira que traspasa las corazas
más resistentes, calentando en demasía
el fuego necesario para escribir, escribir qué
si todo es muerte, cadáveres, funerales,
cementerios y huesos y, por esto, ahí está
la semilla de la regeneración, de la
curación de la ceguera, de la enfermedad,
de esa muerte, en la aceptación que tiene
el poeta de lo vano de su intento por consumar, ese es el auténtico poema, el que
poetiza de puntillas, en un intento por no
hacer ruido, en un intento por emular
al silencio.
Piaciuto o affrontato da...
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