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El Poeta #4

Desconocer al poeta es desconocer
el mundo, y el poeta no conoce al mundo
ni el mundo conoce al poeta, cual efímero
azote de una pequeña ola a la orilla mojada
de mar y lluvia, un verso choca a otro verso
en el derrocamiento de Babel, esto, en el
principio ahora otra vez erguida,
sobreabundante, sobremanera dimensionada.
 
Nunca he sido más consecuente con la
palabra como cuando comencé a escribir,
en el año 1993, sin yo saberlo, sin darme
cuenta de ello, ella, la palabra, carecía de
importancia, no me importaba, en absoluto,
no me perdía en tercas vaguedades de precisión o esteticismo, infinitizaba lo finito porque ignoraba descubrir la parte trasera de la equivocación que coletea en cualquier poema caducó.
 
Durante los años 1993, 1994 y 1995 no experimenté esa suerte de posesión para con
el poema por lo que este mantuvo su
inexpugnable virginidad de experimento
perdurable, exprimía la existencia, le robaba
el azar al destino, comulgué con el absoluto,
pero no sobre un papel, es por esto que apenas son una docena de poemas en esos
tres años, sí, cartas sí, más cartas.
 
En 1996 y 1997 creo que no escribí nada ni lo
necesité, no fue hasta 1998 cuando volví a
retomar el experimento perdurable, un bestiario cargado de simple densidad, una
idea que se comía a otra idea sobre una carrera de abstractos galgos, claro es que por entonces ya había enloquecido, pocos poemas aún imposesos, todavía vírgenes, aún atado a la locura.
 
Un enfermo que escribe en la amplitud de su
informalidad, sin concertar cita con el
ademán de la lógica, o con la credibilidad de lo superfluo infinitiza lo finito, como en 1993, 1994 y 1995, en los años 1998, 1999 y 2000 con la única e interesante diferencia
de la importancia a la impotencia del cero,
seguía estando a salvo de la intromisión del
nombre, ese nombre que llegó en el 2001
y que pudo alumbrar cientos de poemas, mejores, peores, pero marcados, marcados
con la expresión, con el aliento de la pertenencia, lo que hasta entonces no había
impuesto ninguna radicalización, ahora se revolvía en cada letra, suspiraba por
alimentarse de ese fanatismo al cual me
condené sin forzarlo, circunstancia tras
circunstancia innovaron en la pureza que se
moría, el arte de crear, creaba, estaba creando y me auto otorgué el nombre,
me consideré poeta, era poeta, lo era.
 
Es hoy cuando reniego del 2001, de 1993 y es
hoy cuando reniego de hoy, en este momento
en el que no puedo dejar de escribir. Cuanto
más conozco al hombre, cuanto más conozco al mundo, cuanto más me conozco a mí
mismo, menos sé de todo y es en esta playa
salvaje bañada por las olas de la ignorancia,
donde te pierdes cada vez que te encuentras
y te encuentras cada vez que te pierdes, donde resido.
Piaciuto o affrontato da...
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