#Guatemaltecos #Mujeres
Tras las ventanas que tamizan la luz del sol que muere aguardaba el amor de un joven fauno, su ternura despiadada,
En medio del invierno pensativo Manhattan seguía siendo en mi cabeza sólo una canción, para recordar a un hombre.
Los incrédulos repetirán —una y otra vez— tu nombre, como lo hago yo en esta noche de turbia embriaguez
(En una retrospectiva de Ed Kienh… Vertiginoso, el paisaje es apenas otra nostalgia que inicia la mañana.
Aún deseo mis antiguos tiempos fetales, en que fui pez opalescente y ciego.
Bajo el ala de la noche que deja su huella imprecisa bajo la sombra del corazón repudiado
Nada he sido nada soy sino escondida isla sin pájaros ni habitantes
Con ecos de casa vacía resuena tu nombre y se pierde en el laberinto de mi lengua. Desde este túnel
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
El invierno comenzaba, apenas, a mostrar su cuerno —largo y temible— de unicornio ciego. Inquietante,
La memoria es una tumba abierta donde puedo enterrar la piedad por mí misma, mientras un felino se desliza muy suave
A veces huyo por intrincados caminos construidos de palabras, que me llevan a los páramos de nadie.
Fui agarrándome de ti, de tus ojos, campanarios llenos de palomas, y tu pecho encendido como un lucero sólo.
Mentira: el perfume la voz el encaje la mujer de plástico
Esa mentira inmensa que es Nueva York quema mis labios a la medianoche cuando flamean las cabezas derriba… en cada piedra de la ciudad