#Guatemaltecos #Mujeres
Casi podría decirte devorada por la angustia me asomo a la vieja cueva prohibida donde habitan
Solo como Borges en el fondo de la rosa torturado por báculos de plata espejos laberintos
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
Nada he sido nada soy sino escondida isla sin pájaros ni habitantes
El invierno comenzaba, apenas, a mostrar su cuerno —largo y temible— de unicornio ciego. Inquietante,
La memoria es una tumba abierta donde puedo enterrar la piedad por mí misma, mientras un felino se desliza muy suave
Fui agarrándome de ti, de tus ojos, campanarios llenos de palomas, y tu pecho encendido como un lucero sólo.
A tu ancho cuerpo de jade y plata vuelvo, jinete de manos verdes y pleno cuerpo verde de fosforescencias nocturnas.
Los incrédulos repetirán —una y otra vez— tu nombre, como lo hago yo en esta noche de turbia embriaguez
Un desangrarse lento remontable hasta la más pérfida belleza hasta el misterio de la carne iner… un ciego encadenarse
En medio del invierno pensativo Manhattan seguía siendo en mi cabeza sólo una canción, para recordar a un hombre.
Tengo miedo. Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando
Tatuada con inscripciones misteriosas que una mano de fuego trazó por error aquí estoy
Por recorrer tu piel a pedacitos olvidé la piel agrietada de la patria, dejé de andar por sus caminos, no llegué hasta sus aldeas,
Me disuelvo en la magia giro en medio del fruto pulposo