Siempre hay necesidad de un momento a solas.
Tan a solas, que es oportuno negarse a la compañía del propio pensamiento
y entregarse por completo al descanso, respirando hondamente.
Es respeto para el cuerpo y salud para el alma.
Un mandamiento que muchas veces se omite.
Hoy me encuentro inmerso en sentimientos que celebran mi calma
y hasta de contento, mi boca melodías emite.
Nada irrumpe en este espacio tan mío.
Todo sonido viene y se aleja inmediatamente.
El aire, de vez en cuando cruza, saluda
y sacude todo mal recuerdo... toda angustia.