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Antesala

Tras el asedio y el asalto al cielo
        fue la sentencia y la deidad vencida
por una ráfaga sin fin de tiempo.
         Perfecto crimen, que instaló al deicidio
como una más entre las bellas artes.
        Es necesario interrogarse ahora  
sabuesamente por el asesino,
         y darse cuenta que se hallaba oculto
en un resquicio de su propia astucia.
         No fue la tierra. Ni tampoco el viento.  
No la campiña, ni la luz, ni el agua.
         No fue ninguna de las leyes físicas.  
Ningún gruñido resultó culpable.
         Por obra y gracia de los hombres;  
pero de los rebeldes, de los siempre audaces,
        de los dispuestos a retar a duelo  
al infinito mismo, Dios fue roto.
         destruido sin piedad, diezmado  
hasta volverlo nada, casi nada;
        polvo divino disipado luego.  
La humanidad se despobló la frente
        de la confianza, de la sed, del sueño
de que hay detrás de nuestras manos, otras,
         blancas y finas, que comandan siempre  
nuestra conducta, nuestro obrar constante.
         Pueblo sin Dios, de libertad preñado:  
cada sujeto ya no carga en hombros
         de su creencia (su objetivo templo)  
el campanario de estruendosos dogmas.
          Hoy las palabras, al orar, persiguen  
no a la invisible beatitud teológica,
         no al crucifijo en que se vio clavado  
el Infortunio colectivo un día,
          sino a las manos, al cerebro en llamas,
al corazón que está pasando lista
         a sus virtuales decisiones. Pueblo  
sin Dios que busca derrotar sus montruos,
          abrirse paso entre el caudal de furias  54
que lo amenazan, amedrentan, hieren.
          Abrirse paso destruyendo todas  
las telarañas que cobija el cráneo
         o las serpientes que a los pies colocan  
la zancadilla del veneno.
                              Larga
marcha será la que su pie transite
         para llegar a la promisa tierra:
el porvenir confiscará los pasos
         de la incansable procesión, y un día  
renunciaremos al dolor de bestias
         para empezar a padecer como hombres.

(2008)

#EscritoresMexicanos De El me pertenece poco un viento

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