Que ya no puedes más, que ya tus hombros
no soportan el bulto del cansancio?
Ni modo, camarada, hay que seguir.
¿Que están, dentro de ti, desmoronándose
tus músculos más firmes
corno un reloj inserto en las entrañas?
Ni modo, camarada, hay que seguir.
¿Que te invade la sed, que sufres hambre
y tu estómago empieza a enloquecer,
a tañer su campana de vacío
para llamar a mesa y a manteles
que digan pan al pan y al vino vino?
Ni modo, camarada, hay que seguir.
¿Que temes la tortura?
¿El duelo de la sangre y las ideas?
¿Que se acerque el esbirro
a buscar en tu piel planes y sueños?
¿En tu alarido el nombre de tu hermano?
¿Alguna dirección en tus testículos?
Ni modo, camarada, hay que seguir.
Hay que ser partidarios de la tesis
del odio permanente.
Hay que hallarse sin tregua
con la iracundia al hombro
para estar algún día en pie de paz.
Ni modo, camarada.
Cansancio, hambre, temor, qué significan
para el que ha decidido,
con su cincel en mano,
levantar la escultura de su grano de arena. 35