Surcando un marmonioso, la navela
semeja un aveloz de plumarina.
La lluviáspera ladra, huracanina,
y el fuerte pescador se redesvela.
El barcófago deja su piestela
yendoblando hacia el sur que buscamina,
se enclava en un lugar, lo rudomina
y en gran pescantidad lo levantela.
Poco después playanda, velozcuro,
a su casanta dulce, oh lejanoro,
donde su mujermosa es peramante.
Se vive vigoroso, camaduro,
ingiere unos mariscos, besonoro,
y yergue su vergana gozaltante.