Nos revolcamos en el lecho
la culpa, tú y yo.
¡Qué intercambio, amor mío,
de fronteras!
Durante horas
tiene lugar
la lucha carne a carne
entre el pudor
y la audacia.
De pronto
unos zapatos se alejan corriendo
un adiós se unta en las paredes
la prisa se transforma en portazo
y yo me quedo en el lecho
revolcándome con la culpa.