Tras de orgear intenciones al contiento,
los dedoseos saltan, carnenciosos,
se prestan su sexamen y mustiosos
besoban las espaldas al tactento.
Son tres o cuatro son –amalgamiento,
nalgarrazón de piernas y virtuosos
escrúculos morales– los sexosos
que su sed pubisacian al mamento.
Al desnudarse, núdanse los brazos,
se bocarriman unos y otros lazos
mezclando promontubos con suavismos.
Se barajan los cuerpos, los jadeos
y exaltan su marea de maneos
mientras socialdelician privatismos.