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Castillo de Naipes

“Mas tu cabellera es rio caluroso
donde ahogar sin estremecernos la obsesión del alma
Y encontrar esa Nada que nunca has conocido”
De Stephane Mallarme, trad. Gregorio H.

Mis ojos, clavados en ti,
revelaron en un instante
lo que me recorre por dentro
desde que conozco tu existir.

Hago un castillo de naipes con baraja trucada sobre la arena mojada, le azota la brisa sin piedad. La misma brisa que mueve tus pliegues y expone la piel con la que me atrevo a soñar. La brisa que apaga las velas que nos quieren iluminar. Bendito cuerpo de mujer, deshaces mi niñez.

Castillo hecho de sueños inconfesables en los que tu vibras con mi mirar. Gélido el viento que me despierta con la certeza de que esconder mis sentimientos es lo único a lo que puedo optar.

Fingir que las cartas se equilibran sin darse la vuelta se me da bien, mientras tu voz responde cada pregunta que hace el mar. Sólo puedo pretender que no me conmuevo con tus aromas y tus andares. Son tus labios los límites de mis lamentos, tu piel es el sueño eterno sobre el que quiero descansar. El dulce aliento y tus ojos ignotos son bruma suave que calma mi ardor y sequedad.

Mi interior hierve y mi sensatez se agota. Más mi faz densa y acerada hace como si mis ideas flotasen en la nada. Sé que no hay correspondencia entre lo que parece y lo que es. No la tiene que haber. Soy aparente adagio, para ocultar las melodías desencadenadas que me hacen desmontar el castillo una y otra vez.

Mis labios indolentes mascullan mentiras ante tus casuales preguntas que me hacen ver a la bruma y la espuma en este riesgoso estar. A lo lejos un árbol de mar con las ramas rotas, como mis esperanzas quebradas, me sirve para distraer la mirada y hacer como si me interesa algo más que tus movimientos. Se me cimbran los adentros de una manera nueva y mortal.

El tumultuoso mar embravecido que despiertas no llegará a ésta mi piel, que no rozará la tuya en ningún amanecer. Orilla sinuosa, como tu cuerpo, la que ve romper las emociones intensas que oculta mi querer.

Renuncio a ti, renuncio a tus besos, al tintineo de tus ojos y a la voz cálida que me hace temblar. Ya no hay búsquedas de paz. Renuncio a ti y me sonríen las mil caras de la tristeza, reflejadas en el salón de espejos que dibuja el horizonte multicolor, hermoso y eterno. Se me ha quedado sembrado en lo más íntimo, no habrá forma de olvidar. Verano bendito en el que aprendí a amar.

Tu sombra alargada se acerca. Hago como si nada. No desfalleceré, mi baraja me ha entrenado para el póker, el castillo no se construirá. Nadie espera esa estructura, ni tú, ni yo, ni los que no nos miran pero nos vigilan. Estamos en un riel de equilibrio del que podemos caer, rodeados de bordes rugosos y cortantes, toca jugar a saber estar.

Y dentro de mí, las olas rompen contra rocas escarpadas, más tu solo ves la línea difusa de un horizonte confuso entre un cielo nublado y un mar en calma. La voz constante y apagada que responde a tus reclamos no deja espacio a la duda. La paz simulada te aleja y te calza en un lugar cómodo, frente al mar.

Mientras más te logre amar, más voy a callar. Tiemblo entero porque tus ojos me desnudan, tu piel me reconoce. ¡Cuerpo mío, no me traiciones revelando mis emociones! ¡Hablas de un deseo intenso y entregado! Siendo quién es, siendo quién soy, si de a una me sabe ella, sonreiría levemente y llegaría el adiós. Lo perdería todo. Toda la nada que puedo alcanzar a tener. Déjame mi nada atesorada que por ella voy a aprender a ceder y a perder. Abrazo lo que puedo y lo que no me vas a quitar, todo lo que de ti puedo ensoñar...

De coro de fondo se puede escuchar:

Dame un beso suave y lo olvido todo,
lo que está bien y lo que está mal.
Un beso suave
y vuelve el sentido a mis ideas
y vuelve la alegría a encender nuestras velas

#Crear #FGr

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