La mañana se transforma
en otra cosa,
ya no encontrás los ruidos
que dejé en la playa
y en tu pelo
detrás del mar, separándonos,
acercándonos a la soledad,
a la sinceridad
de que estamos refugiados
en plegarias huecas
no podemos patear las paredes
aunque los sueños vuelen
hacia tu pecho
estoy detrás del cielo y la inmensidad
permanezco con las manos de tinta
en tu mente marchita
laten los miedos
que te visten día y noche
mientras duermo
es la imagen de nuestras vidas
en calles de sol
y de nieve
sobrevolándote
la respiración mi dorado despertar
sólo el amor amargo
en cenizas,
bajo tu piel
aunque el verano arrecie.