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Sólo Queda La Carne

Solo queda la carne colgando de unos huesos abiertos y no te imaginas cómo duele.
Queda la carne, que ya no necesito, la que nadie comerá. Quedan los restos de la carne, que escribo sobre toda tu vida y sobre tus blusas.
Tengo unos zapatos abiertos por la carne y el gusto simple del amor, de la muerte y de la miel, que siempre son secretos abrumadoramente felices.
Ahora escribo en tus pulmones y en tu espalda, escribo en tus costillas, en tus abrazos y manos.
Por última vez, escribo toda esta ternura desesperada y esta terrible alegría moribunda o naciente en el anochecer de tus medias.
Mañana ya no estaré, pero acaso pueda que me exista en las esquirlas de tu danza, en tu último pie, cuando el sol sonría en tu piel nueva y en tu maravilloso corazón de ceniza.
Mañana te espero en tus ojos declinados ante el espejo, tomamos el té en tus párpados, mientras te mueres de nuevo... o renaces para despertarme.
Preferido o celebrado por...
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