No me queda más sangre en la inocencia
Ni más muerte en la muerte, me he quedado
Con esta calavera de imprudencia
Y en este barco hundido y encallado.
Estoy brillando oscuro por mi ausencia
En esta oscuridad que se ha alumbrado
Con cada resplandor de cada ausencia
Y en los ojos de un mundo ya apagado.
Ando por los rincones de prestado,
Por los dedos de dios y su (im) paciencia
Salgo de prisa... y solo... y señalado.
Digo, grito estas pócimas de ahogado
En océanos flacos de impotencia
Donde moran las moras del pecado.