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Escribo sencillo

Mis poemas no son para
los sofisticados,
los herméticos,
los pseudomísticos,
los oscurantistas,
los conformistas,
los lameculos,
los esnobs,
los que creen que la poesía
es solo para las élites,
los iniciados,
los entendidos,
los intelectuales de oficio y beneficio
o los señores feudales de la literatura.
 
Escribo para las mujeres
que han perdido
el último tren de la ternura,
pero siguen siendo hermosas
ciñendo su digna soledad
como corona de azahar.
 
Escribo para las mujeres felices,
fieles a sí mismas,
capaces de amar,
agradecidas a la vida,
capaces de vivir
plenamente en el ahora,
y por ello preparadas para perder
si es necesario
lo que tienen
y seguir caminando
con la cabeza bien alta
y el corazón erguido.
 
Escribo para las mujeres maltratadas
por la vida, por los hombres
o por el activismo febril de otras mujeres
que, asqueadas de sí mismas,
ven fuera al enemigo
y nunca se les agota
el manantial de un odio
que, sumando afluentes,
se hace río y desemboca
en un mar de podredumbre.
 
Escribo para el homosexual
discreto y digno,
no escondido,
que vive sin banderas,
alardes, ni aspavientos
y que no necesita
desfiles de mal gusto
para horteras y pedantes,
pues le basta y le sobra
con morar en la dichosa intimidad
de su amor o de su ausencia.
 
Escribo para el hombre
que combate la mentira
y no se deja atrapar en telarañas
que tejen otros hombres
para vivir del sudor de los incautos.
 
Escribo para el apátrida
que ha hecho una patria de su ser
y cuida sus pequeños tesoros cotidianos
y, si es preciso, sabe quedarse solo
con su sola soledad,
sin deberle nada a nadie,
y se niega a arrodillarse
ante el poder y la barbarie
de quienes pueden poseer un territorio
pero nunca llegar al corazón de quien lo habita.
 
Escribo para los perseguidos
por remar contracorriente
sin dejar que lo masivo los invada,
los domine y los convierta
en máscaras sin rostro.
 
Escribo para los solitarios,
los tristes,
los cansados,
los que no tienen nada
ni nadie a qué aferrarse,
que beben cada día
el amargo cáliz del vacío.
 
Escribo para mí
que tengo un poco
de todo lo anterior
y de momento sigo vivo.

Libro: Mi cama es una balsa a la deriva
Autor: Juan Julio Alfaya Fernández
Registrado en el Registro de la Propiedad
Intelectual de la Xunta de Galicia.

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