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ENZIMAS LLAMEANTES DEL AMOR

¿De dónde tomaré la fuerza que me funda a ti?
Si el viento ha espolvoreado los acres olores del olvido
y ha borrado las huellas de las sandalias de los caminos
que sin sentido me conducían al páramo de tu memoria.

Es un volcarme tras de ti, perseguir tu aroma, tu sombra.
Seguir el sendero que me lleva a la locura, al suicidio.
Y sin embargo sumiso seco tu llanto y acarició tu sien
me enojo conmigo mismo por no despertar de mi sopor.
 
Allí estoy como el abejorro enhiesto tras tu polen
seguro que beberé de tu abrevadero la miel.
Saciare mi sed ilegitima de las venas de tu pecho
que como columnas de adobe están plantadas en tu cuerpo.
 
Lameré la sal de tus manos y, de tus muslos morderé
el hongo carnívoro de tus deseos antes que la muerte
me encuentre y me lleve a su reino como su esclavo
y el placebo de la vida solo sea perseguir tus sueños.
 
¿De dónde tomaré la fuerza que me funda a ti?
Si el viento ha espolvoreado los acres olores del olvido
y ha borrado las huellas de las sandalias de los caminos
que sin sentido me conducían al páramo de tu memoria.
 
El miedo tirita en tus labios e impide que me nombres.
Hace años el musgo del silencio cerró tus cuerdas vocales
y tú canto que era una sinfonía de melodías celestiales
se tornó en el silencioso murmullo de hojas desprendidas.
 
Te has desprendido del carmín de tus labios
y de tus senos morenos las atalayas lucen caídas.
La robustez de tus canillas son ahora la parodia
del juego de una muñeca mutilada por lo juegos.
 
Ahora que en el altar de tus labios
nadie sacrifica un beso y el sol y el viento
revientan las sales de tus años dibujando una mueca
donde antes era el panal de los míos.
 
Perdida entre los mitos y los desangres de las leyendas
tu historia no es más que lo que yo quiera contar.
Del grafeno de mi lápiz se cuela la acuarela de tu rostro
y haré de ti la musa o la meretriz de mi historia.
 
Pueda que solo sea un capricho o una yuxtaposición
de alineación estelar de las constelaciones
que nos han permitido llegar hasta aquí ensombreciendo
los eclipses lunares de dos siglos de vida lumínica.
 
Pero quien quiera que seamos, estamos fundidos
a las enzimas llameantes del amor y del pecado
Nuestras hilarantes vidas manejadas por los
átomos infinitesimales que juegan a los dioses.
 
Nos han dejado a la orilla del precipicio
con la consigna de vivir o morir. A jugarnos
la existencia misma como si fuera
una gran partida de ajedrez.

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