La quema de mi dolor
Dónde tu vanagloria de belleza y pulcritud
sin el consuelo de una voz que susurre “te amo”.
Por cada día de negación que acuñaste
será como manta para tu mortaja de olvido.
Así como la piedra le planta cara al agua
que baja veloz desde las altas montañas
sesgando caminos hasta llegar al llano
así le plantó cara a tu olvido y desamor.
No importa que me hayas humillado
con tu desahucio y que pregones que no me amas.
En el fondo lo que escondes es mi dominio
porque te sabes vencida y a mis pies rendida.
Yo por parco no te devuelvo tus devaneos
porque en el fondo la miseria te ha tocado
y tu alma desquiciada lívida se mece en el precipicio
buscando un culpable sacrílego que emponzoñar.
Qué ofrenda darás a tu corazón
luego de la devastación de tu juventud.
Plañida sin la frescura de los vergeles
serás un despojo de huesos roídos.
Dónde tu vanagloria de belleza y pulcritud
sin el consuelo de una voz que susurre “te amo”.
Por cada día de negación que acuñaste
será como manta para tu mortaja de olvido.
Cuando la lluvia del llanto aparezca como rocío
y no vacié tu dolor, sino que riegue tu herida.
Entenderás que vana es la vida sin el perdón
pero estaré lejos de tu alcance para darte consuelo.
Imitaste a la hiena reíste de mi ruego.
Cercaste los linderos de tu fuego
y apagaste mi llama para que muriera,
olvidastes tu juramento de amarme en la quimera.
Hice de tu maternidad tierra fértil
para multiplicar los te amos
y poblar de estrellas tu firmamento.
Solo fueron monedas con los que pague tus devaneos.
Ahora finges sonrisas y hasta puedes estrenar amor.
Cuando llegue el terremoto a tu vida de ensueños
verás allí plantadas mis espigas que como columnas
evidenciaran que no eras más que la quema de mi dolor.
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