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ODA AL LÁPIZ Y AL CUADERNO

El enredo del primer día de clases
los niños todos sentados en sus pupitres
miran absortos el aula recién estrenada.
En su mochila el lápiz y el cuaderno están impacientes.
 
Va a ser su primera relación con su novel aprendiz
y aunque saben de su torpeza para esta primera vez
luego serán unos diestros con sus dedos y manitos
que juntos dibujaran letras, números y paisajes.
 
Unos todavía llorosos con miedo al maestro
solo piden que venga su mamá, que los saque del enclaustro.
El consuelo del mentor calma la angustia
y de a poco van dibujando una sonrisa que calza como anillo.
 
El lápiz y el cuaderno esperan atrincherados en la mochila
que una manito se deslice por la grieta abierta del misterio
y los saque a la palestra del pupitre
para sombrear los primeros trazos de un mundo pueril.
 
Ellos son el arlequín de los sueños del mañana
y harán sus primeros trazos y dibujos ayudados
de sus amigos el lápiz y la hoja blanca del cuaderno
sus compañeros del tiempo para alcanzar el nirvana.
 
Sus dedos pequeños y tiernos engomados de llanto y risas
irán moldeando el abecedario de vida de su historia
con tinta indeleble de un azul horizonte, de un rojo maculo,
de una verde selva, de un amarillo geranio como el color de las tizas.
 
De pronto unos deditos suaves y traviesos se deslizan furtivamente
por la grieta de la maleta buscando apresurados
el lápiz y el cuaderno para empezar a dibujar el mundo al revés
porque el que conocen tiene demasiado jirones y grietas.
 
Su musa se enfrenta a un desconocido mundo de enseñanzas
y son los juegos los que liberan las endorfinas que harán
que se enamoren de las cuatro letras básicas: amor.
Sin ellas el abecedario no tiene significado, no tiene sentido.
 
Ahora que vuelven de su primer día
solo quieren ver a su mamá y contarle
que en la ancha pizarra los jeroglíficos
parecen danzar como pececitos saltarines.
 
Son los primeros trazos que ha hecho el maestro
ellos con sus ojitos saltones los miran sorprendidos
parecen enamorados de las blancas líneas
pero sólo son pinceladas de corazones que los amaran por siempre.

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